Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







domingo, 29 de noviembre de 2015

BLOQUEO CARRETERO: ¿PUNTO FINAL?

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Pronunciamientos y sucesos llevan a pensar que los días y las semanas del bloqueo carretero por parte de dirigentes de la Tribu Yaqui, tocan a su fin. Habrá que ponderar la rebelión a la luz de las resoluciones últimamente acordadas entre los gobiernos federal y estatal.
Desde esa perspectiva, es oportuno analizar las movilizaciones y protestas de agrupaciones, como la de ciudadanos en defensa por el agua y la de “No al Novillo”. 
Con antelación, la diputación sonorense en San Lázaro al frente de la inconformidad Faustino Félix Chávez, hoy flamante alcalde cajemense, ejerció en su hora las presiones que dan pie al mesurado júbilo.
La esperada, diferida y al fin concertada visita oficial a Sonora por el Ejecutivo federal, Enrique Peña Nieto, a invitación de Claudia Pavlovich Arellano, mandataria de la Entidad, produce los primeros resultados, en particular el compromiso pactado para construir la planta desaladora por medio de la cual se avizora el término, a mediano plazo, del abasto de agua a los municipios que carecen del vital insumo, sobre todo a Hermosillo, sede de los poderes supremos.
Agua para todos es la propuesta de la Gobernadora de Sonora, convalidada por diferentes sectores representativos, ahora en marcha por las decisiones pactadas con organismos y dependencias de la Federación, por los asentimientos de usuarios que han resultado afectados, y cuya voz y voto es tomada en cuenta para resolver los apremios.
El agua ya no será factor de división y menos de confrontación entre grupos de productores, inversionistas agropecuarios, etnias, jornaleros y consumidores de alimentos provenientes del campo. El agua puede y debe ser vínculo de unidad, jamás de ruptura entre ciudadanos, unos del norte y otros del sur. Como ocurre actualmente.
Bajo esas premisas, las de procurar el entendimiento, la colaboración participativa y  el recurso a la negociación, el futuro del campo, de la economía regional y la paz social estarán aseguradas y al servicio del progreso educativo, la oferta laboral, la salud física y mental de niños, adolescentes y jóvenes, así como para la tranquilidad y el bienestar de personas de la tercera y última edad.
En todo esto, cabe esperar que prosigan las acciones de buena voluntad y continúen los pasos encaminados a restituir la armonía social entre los sonorenses. Y frente a las iniciales resoluciones, positivas sin duda, son oportunas las expectativas que aluden a poner fin a situaciones enojosas, obstructivas como las que representan los bloqueos carreteros, en particular el de Vícam y otros suscitados en las inmediaciones de los ríos Sonora y Bacanuchi por la contaminación irresponsable  de la empresa del Grupo México, por cierto en sospechoso paréntesis.
En nombre del legítimo derecho a la rebelión, la Tribu Yaqui erigió el bloqueo carretero como testimonio del rechazo de la comunidad indígena a la operación del Acueducto Independencia. En nombre del derecho a la rebeldía ante un gobierno arbitrario, persecutor y tiránico, los líderes de la etnia asumieron la vía de la protesta por medio de la obstrucción como forma de presionar al titular del Gobierno, de un Estado erosionado, ineficaz e ineficiente.
Ahora bien, a la luz de la renovación de autoridades, al amparo de la restitución del Estado democrático de Derecho, al socaire de acuerdos y resoluciones en marcha, la convocatoria a suspender el bloqueo carretero, a levantar las barricadas de la rebelde inconformidad adquiere esto la presunción de un acuerdo según los principios originarios de la relación contractual.
En este sentido, la rebelión es lícita cuando se ejerce frente y de cara a  un Estado tiránico y absolutista; es indebida, en cambio, cuando se practica dentro de un Estado democrático de Derecho. En Sonora,  el derecho a la rebelión por parte de la Tribu Yaqui se ejercía, por lo tanto, con sobrada y diáfana legitimidad.

Hoy, el bloqueo ya no tiene razón de ser, argumenta con aplomo y certidumbre el alcalde Faustino Félix Chávez.