Las carreteras, autopistas y vías férreas unen aldeas,
poblados y ciudades. Comunican y dan prosperidad, haciendo más seguro y
confortable el tránsito y la movilización de enseres y personas. Las nuestras,
prescindiendo de las redes ferroviarias, hacen posible el crecimiento y
desarrollo de valles y llanuras, elevando los índices de productividad y de
bienestar social en lo concerniente a empleo, recreación y auxilio oportuno por
razones de salud.
Otro escenario son los caminos que cruzan las zonas montañosas
y las impresionantes serranías. En lugar de unir y entrelazar poblados y
comunidades, muchas de ellas son como retenes infranqueables. Acentúan el
aislamiento y por tanto la pobreza entre aquellas poblaciones asentadas ahí con
la esperanza de mejorar las condiciones de vida.
La noticia acerca de una fuerte inversión en caminos
vecinales, en beneficio de carreteras que llevan del valle a la Sierra Madre
sonorense, es recibida con júbilo entre la población marginada que sobrevive en
parajes de las estribaciones de la montaña que comienzan desde la demarcación
del municipio de Tesopaco hasta llegar a las altiplanicies en alturas que
alcanzan más de 2 mil metros sobre el nivel del mar, a la cumbre boscosa
alrededor de Yécora.
Entera el diputado federal Faustino Félix Chávez a los habitantes
de su jurisdicción sobre la reconstrucción, para empezar, del tramo carretero
que va de Esperanza a Hornos, no sin dejar de hacer dos acotaciones
importantes: una, es capítulo inicial en ambicioso programa de restauración,
ampliación de la ruta que unirá el Valle del Yaqui con la capital chihuahuense
en un próximo y deseable futuro.
Dos: propone el legislador cajemense federalizar la
carretera que, por cierto, se concibe como supercarretera por el número de
carriles, libramientos, puentes y sobre todo por el trazado moderno que, por
fin, evitaría la recurrente pérdida fatal de vidas humanas y la merma
deplorable de bienes y enseres por parte de los humildes lugareños y viajeros
en tránsito.
Zona flagelada por la acción criminal de vividores de lo
ajeno, la sierra sonorense ingresaría, así, a la era del progreso en donde el
turismo, la agricultura y la ganadería en auge fuesen pilar de bienestar
colectivo, de crecimiento social y económico de miles de familias en letal empobrecimiento
a causa de la falta de escuelas, de comunicaciones modernas y apoyos
crediticios.
Digna del aval de la población que padece ancestral
incomunicación, olvidados sus pobladores de los beneficios más elementales que
dependen del Ejecutivo estatal, la iniciativa para federalizar la vía
carretera, montaña arriba, del diputado Félix Chávez se justifica a la luz de
la práctica política en vigor de retener los dineros que pertenecen a los
ciudadanos y, como ahora, a expensas y resultas de ilegal usufructo por manos
inescrupulosas.
Mientras toma carta de ciudadanía el renovado ideal
federalista, convirtiéndolo en ejercicio cotidiano con la finalidad de dar
sentido social, equitativo y redistributivo a la riqueza social y a los
ingresos y egresos públicos, corre a cargo de ciudadanos y representantes
populares el encontrar fórmulas dentro del mismo Pacto federal para
contrarrestar la política bautizada popularmente como del “azadón”: todo para
acá, nada para allá.
Y mientras esto sucede, habrá que extender espontáneo y
merecido reconocimiento a quienes dan voz a quienes no la tienen y ponen oídos
diligentes para escuchar y atender urgencias que apremian, dando a la
representatividad el carácter democrático que le corresponde y a la reforma electoral
caminos viables para escoger y elegir, en la venidera contienda comicial, a los
mejores.