El
concepto de unidad es, a partir del 26 de enero, el término clave en la
contienda del PRI para dar nuevo significado a la alternancia en la patria
chica de los Obregón y de los Calles. Claudia
Pavluvich Arellano fue designada candidata del Revolucionario Institucional.
Proviene
la senadora con licencia, de linaje ilustre. Su progenitora, Alicia Arellano Tapia, fue
alcaldesa de Hermosillo y honorable integrante del Senado de la República.
Hoy
tiene sobre sí la compleja y por tanto
ardua tarea para lograr la unidad de su Partido en calidad de representante
del PRI y con el propósito de competir y vencer en los próximos comicios.
Unidad ante todo, es el lema implícito no sólo de la contienda en su fase
inicial, sino postulado de unidad institucional sobre todo en el caso de que resultase
vencedora en losc comicios en puerta.
Decir
que se sacó el tigre de la rifa es decir poco ante los desafíos que habrá de
enfrentar. Por lo pronto, la “guerra sucia” sale alu paso, asociándola como
defensora de sedicentes responsables y autores manifiestos de la tragedia en la
Guardería del IMSS en Hermosillo. El campo de batalla se presenta, desde los
inicios, plagado de acechanzas. Está minado por todas partes.
Los
opositores del PRI, particularmente el PAN de Calderón y de Padrés, ven la
alternancia con visos de continuidad recogiendo, con ese efecto, banderas que
los llevaron al triunfo en pasadas elecciones.
Sonora
es, por hoy, una Entidad fragmentada política, social y económicamente
hablando. Es un Estado enfrentado y confrontado entre sí, en el cual las
instituciones operan en términos de una mínima potencialidad. Municipios y
Estado, Ejecutivo y representantes de Alcaldías padecen el síndrome de la
disyunción, el flagelo del divorcio forzado por las circunstancias, lo cual no
hace sino dividir y confrontar el organismo jurídico-político y dar magros
resultados. Incluso se padece profundo, grave deterioro del Estado de Derecho.
Mano
sabia, recta, con la ductilidad imprescindible en estos casos, es la que
tendría que utilizar Pavlovich Arellano en caso de que los ciudadanos la
conviertan en Mandataria y coordinadora de los destinos políticos, sociales,
culturales y económicos de la Entidad.
En
caso de que su triunfo vaya acompasado con la reciente victoria obtenida en el
CEN priista, Pavlovich Arellano tendrá que habérselas, además, con el enigma
aún indescifrable que plantea el Acueducto Independencia.
Hay
quienes apuestan a que el Acueducto pasará la prueba de las contradicciones, el
filtro de la contienda jurisdiccional como si nada y que habrá, en todo caso, tras
el compás de espera, una insólita resolución salomónica de última hora.
Quedaría entonces como un monumento a la insensatez política, como expresión de
un desafío frustrado al Estado de Derecho. Pero hasta ahí.
Acaso
emerja la opción contemporizadora formulada por el alcalde Rogelio Díaz Brown,
conciliadora no sólo políticamente, sino administrativa, jurídica y
económicamente: La alternativa de las plantas desaladoras, aprovechando la
bendición de las generosas lluvias veraniegas en territorio sonorense y en el
país. De ese modo, la idea de que el agua es para todos adquiriría el sentido
de insumo salomónicamente resuelto y objetivamente regulado. Dejaría de ser pretexto
y óbice para la desunión y la confrontación entre los sectores sociales,
políticos y productivos de la sociedad.
Desde
hoy Claudia Pavlovich tiene ante sí una ingente y multiplicada misión.
Candidata de unidad, su destino dependerá de la capacidad de persuadir, con
propuestas inteligentes y creíbles, sobre la bondad del ideal de la alternancia
convertida en transición para el progreso y el crecimiento sin discriminaciones.
Con justicia y con equidad. Sonora, sus ciudadanos, así lo esperan.