Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







martes, 25 de enero de 2011

EN GUERRERO, ¿HACIA DÓNDE LATE EL CORAZÓN?




                                                             Por Federico Osorio Altúzar

Con palabras de Óscar Lafontaine, ministro de Finanzas en tiempos del canciller alemán Gerhard Schröder, podría decirse que el corazón de los guerrerenses tiene definido  su lugar: late a la izquierda. La pregunta, así, que encabeza este comentario, no está en el aire. Todo indica que la predilección es clara y está nítidamente definida. Y, tal vez, poco caso tendría el indagar acerca de cuál es la izquierda de que trata, de qué ala o corriente ideológica se habla. O bien, a qué sistema de ideas o a qué conjunto de intereses personales, de grupo, se refiere.
Por vía de eliminación, todo indica que en Guerrero no hay lugar para el engaño, que la simulación no juega papel alguno en el ánimo preferencial de los ciudadanos. Que no cuenta la mentira propagandística ni las campañas infamantes. Que nada obtiene  el crimen político envuelto en las pancartas de un terrorismo electoral que nos hace recordar el aciago año de 1994 cuando se impuso la táctica de suprimir al adversario en vez de luchar con el arma de las ideas.
El corazón de los guerrerenses, evocando al presidente del partido socialdemócrata alemán de finales de siglo, no cotiza en el mundo de la simulación, en el orbe de las apariencias que dan a las palabras y al discurso el valor de promesas que, más temprano que tarde, se borrarán como bruma pasajera o eco que nadie recodará.
No  cotiza, en ese sentido, en las ya envejecidas bolsas de los intereses perniciosos, del egoísmo perverso que actúa con afanes de lucro personal, en procurar obtener una parte de lo que considera botín de guerra, de una lucha por el mejor pesebre y para satisfacer el placer de bienes materiales y de un poder mal habido y peor administrado.
El corazón late a la izquierda en el solar de los Bravo, de los Guerrero y de los Morelos y seguirá, sin duda, latiendo así, en la medida que la herencia labrada con el sudor, las lágrimas, la sangre y la férrea voluntad se preserve y enriquezca con el esfuerzo de líderes ciudadanos que impulsen a sus dirigentes en las altas y modestas esferas de gobierno hacia metas de justicia, equidad y paz social.  
La cuota aportada en estos últimos años abona la esperanza en que los tiempos que vendrán serán mejores día a día, año tras año, generación tras generación y será el sello de la unidad en la búsqueda de un destino que unifique a través de  la administración de los bienes y riquezas en beneficio de los que aún carecen de atención médica en la sierra y la montaña, que todavía siguen esperando los apoyos bien entendidos de abrigo y educación, de cuidado del ambiente y de la necesaria contribución a los mínimos de bienestar para que disminuya la fuga de recursos humanos al extranjero.
La izquierda que hace latir al corazón, y no hay otra, es la que sin duda palpitará con fuerza inusitada el domingo próximo, el venidero 30 de este mes, cuando se renueve el máximo poder político  en la jornada electoral, que marcará el antes y después en la cronología de un partido, el PRD, que se debate por hoy entre la sobrevivencia y la desaparición como fuerza política, hace un par de décadas radiante a pesar del curso que tomaron las cosas en el inicio de la más grande debacle nacional.
Desde hoy puede vaticinarse que la “izquierda” que ha medrado con los desvalidos, los menesterosos  haciéndolos más necesitados, humillados y marginados, no tendrá lugar ni logrará triunfar en perjuicio de los electores en la crucial disyuntiva. Será, esperamos, un punto de partida de cara, no ante el indescifrable 2012, sino de frente a nuestro destino como nación en donde millones y millones de corazones laten, con firme esperanza, en pro de una verdadera renovación y por un definitivo renacimiento social, cultural y económico.

jueves, 20 de enero de 2011

PATRICIO MARTÍNEZ: UNA VOZ PERDIDA EN EL DESIERTO




Por Federico Osorio Altúzar
Seis años van de los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu al atentado contra el gobernador de Chihuahua, Patricio Martínez García, perpetrado el 17 de enero de 2001. En esos seis años se ensayó en nuestro país el recurso al crimen como táctica a fin de plantear y resolver los problemas políticos y para acceder al poder, táctica resucitada recientemente en Oaxaca, Tamaulipas, y ahora en Guerrero, frente a la elección para Gobernador. Seis años durante los cuales se incubó y fue tomando la fuerza que hoy ostenta el galopante terrorismo en todo el territorio nacional.
Fueron seis años marcados por el derrumbe de la paz social, cuyo deterioro  provenía del ocaso del Estado de Derecho, la corrupción que corroía desde las entrañas de la administración pública y hacía presa, lenta y gradualmente, al sistema federal de procuración  y administración de justicia. Por hoy el cáncer que mina desde dentro y por fuera a la sociedad, víctima indefensa de la impunidad al servicio de la desafiante criminalidad.
En el Quinto Informe de su administración, Patricio Martínez, a poco más de tres años del atentado, demandaba, voz en cuello, los resultados ofrecidos por el titular del gobierno de la República acerca de la investigación, conforme a derecho, pero que no se veían llegar, por la sencilla y cruel verdad de que jamás se había iniciado averiguación ninguna. Vicente Fox, el presidente lúdico, no se había dignado hacer presencia física tras el vil atentado dejando. en esa forma, abierto el escenario a todas las conjeturas posibles, a todas las lucubraciones habidas y por haber.
 A partir de aquel doloroso percance, Chihuahua se volvió un vasto laboratorio de impunidad y se puso alas a los cárteles de la droga para que hicieran suya, a su antojo, la demarcación a fin de transitar y operar “ad libitum”, imponerse como árbitros de la legalidad y actuar como amos y señores para establecer justicia y dictaminar sobre los transgresores de la ley.
Patricio Martínez sobrevivió para fortuna de él, de su familia, de la cuestionada paz social y como referente calificado que ejemplificaba, con sus actos públicos, cómo administrar una entidad en donde campearía, al final de su mandato, el empleo, la seguridad, a pesar de la herencia feminicida dejada por su antecesor panista Francisco Barrio Terrazas y de los descalabros administrativos y políticos en la hoy convulsa Ciudad Juárez.
Hizo de la capital, se recuerda todavía, la ciudad más limpia de la frontera norte, atrajo inversión extranjera, sembró concordia y entendimiento con los mandatarios fronterizos allende la línea divisoria. Tendió caminos vecinales y construyó, sin excesivas “curvas peligrosas” la hoy supertransitada carretera que lleva de Chihuahua a Sonora en doce horas,  colocando las bases para la expansión económica de la que hoy habla, con voz firme, el gobernador Duarte Jáquez.
 Por cierto, ahora que se pone en marcha el desarrollo minero y turístico de la Tarahumara, y se notifican los primeros avances camineros en tramos olvidados y difíciles, como el que va de Moris a Ocampo, el nombre de Patricio Martínez, sin duda, será evocado, al menos musitándolo en voz baja, pero con información fiable. 
En cierto modo, César Duarte, quien lleva cien días de gobierno en el Estado, no tendría con toda seguridad las riendas del Ejecutivo a su cargo, a no ser por los dividendos favorables entregados por quien hace una década estuvo a punto de perder la vida en ejercicio de su responsabilidad.
Frente al mar de conjeturas, decires y señalamientos infames, Chihuahua, su población y calificados ex funcionarios, hoy en retiro o relegados, traerán en estos días a la memoria un sexenio en donde el trabajo organizado, la seguridad, las finanzas y la educación fueron tierra buena para el renacimiento, hoy, de la atribulada entidad.   

martes, 11 de enero de 2011

SILVA MEZA: RETOS Y DESAFÍOS DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN


                                                                Por Federico Osorio Altúzar

Asumió el ministro Juan N. Silva Meza la Presidencia del máximo tribunal del país y, con ello, la rectoría del Poder Judicial de la Federación, de cuyas funciones depende lo concerniente a seguridad jurídica y paz social. La reforma de Zedillo, en 1994, se encaminó, “avant la lettre”, a fortalecer a la SCJN en su carácter de tribunal constitucional, después de haber logrado descentralizar atribuciones relativas a control de la legalidad y promover condiciones de posibilidad para impartir justicia jurídica de manera pronta y expedita.
El relevo en la Suprema Corte ha suscitado, esta vez, un sinnúmero de expectativas en el ámbito judicial propiamente dicho, pero también dentro del sector académico y de la opinión pública. Nunca, como en los más recientes años, el órgano colegiado había estado en la mira de los ciudadanos, lo cual no deja de ser un síntoma positivo que habla en voz alta sobre los anhelos de participación política y sobre el derecho de estar informado, oportuna y suficientemente, del ejercicio de las instituciones públicas. Temas como los del vado de Aguas Blancas, la matanza de Acteal, las guarderías del IMSS y el controvertido asunto de la igualdad de género, han puesto los reflectores en la declaración de competencia y de las resoluciones del supremo tribunal.
“Ad hominem”, para empezar, se plantean cuestiones que tienen que ver con la formación ideológica o política, del nuevo coordinador de la SCJN, como también en torno a su capacidad profesional y técnica, jurídicamente hablando, de quien podría esperarse resultados en uno u otro sentido. De lo primero, es conocida, de sobra, la esmerada y consistente preparación del ministro Silva Meza en el campo de la Jurisprudencia, con referencia particular a la esfera de la normatividad penal.  Avala su desempeño académico e intelectual como catedrático de la ENP, en la Facultad de Derecho de la UNAM y en el INACIPE.
Acerca de su posición ideológica, quienes lo conocen de cerca saben de su disposición a plantear y resolver los problemas de su incumbencia, con un enfoque que beneficie los intereses de la mayoría por encima de privilegios de minoría. Nos atreveríamos a comentar, por cuenta nuestra, que en el caso de apremiar al ministro presidente sobre el particular, tal vez él diría, en sus términos, que el “corazón late a la izquierda”, recordando aquí la frase lapidaria de Óscar Lafontaine, ministro alemán de Finanzas en el gabinete de Gerhard Schröder, al final de su libro biográfico publicado hace una década.
En rigor, el titular de un órgano  de Estado no ostentaría sus preferencias políticas en el ejercicio de su responsabilidad, a riesgo de caer en contradicciones. De ahí la inocuidad de la interpelación. Cuando un periodista preguntó al presidente López Mateos acerca de si su gobierno era de izquierda, él contestó con ironía: “Sí, pero dentro de la Constitución”. No sabemos si el interrogador insistió en saber si a juicio del Mandatario la Constitución era de izquierda, liberal o a imagen y semejanza de la reacción. Pero, ciertamente, la SCJN es un órgano colegiado cuya neutralidad la identifica.  Es, fundamentalmente, garante de garantías.
Los desafíos de la Corte son por hoy: administrar justicia jurídica en tiempo y forma; resolver asuntos que tienen que ver con la seguridad jurídica; dar certeza a los dictámenes de jueces y magistrados; validar el primado de la interpretación como fuente creadora, asimismo, de derecho; blindar la integridad y la honestidad, ante todo, de los integrantes del Poder Judicial de la Federación. En suma, ejercer la defensa de la Carta Magna ante el más temerario de los retos, desafíos y violaciones, provenientes de algún poder que se arrogue funciones de celoso guardián o de todopoderoso custodio.         

miércoles, 5 de enero de 2011

2011: EN LA ANTESALA DE LA ESPERANZA



                                                            Por Federico Osorio Altúzar

En franco desafío a las leyes del neoliberalismo depredador y a toda clase de sombríos vaticinios, el Rey Midas de la globalidad finisecular, don Carlos Slim, se lanza al rescate de la minería. Voceros de su publicitada empresa Carso A. C., anuncian la predisposición de su fundador y líder a fin de invertir en un proyecto novedoso para detonar el desarrollo de La Tarahumara.
Empresario posmodernista, afortunado hombre de negocios, a don Carlos Slim se le ha calificado como el profeta del cambio y el portavoz del Estado liberado de ataduras y restricciones populistas. Para no pocos, es el apologista de una administración pública impulsada por velas y ayuna de anclas.
Carso anticipa la inversión de cuantiosos recursos que podrían ser la llave maestra para el rescate minero, una actividad envuelta en el mito y la leyenda, abandonada por razones de conflictos sectoriales y familiares, corroída por dificultades y por dirigentes inescrupulosos y motivaciones allende la frontera; desmantelada, en fin, por epígonos e iconoclastas de los recientes gobiernos de la reacción.
 A la luz del proyecto innovador, inspirado por la generación de jóvenes políticos y emprendedores de la región, avalados por el gobierno democrático y reformador de César Duarte,  se avizora una luz en el túnel de la marginación en aquellos enclaves. Es una luz con particular intensidad, sentido y dimensión social. Si bien no es una aventura filantrópica, tampoco es la apuesta del capitán de las finanzas privadas, cuyo interés fuese el de reproducir estereotipos de la Colonia o alcanzar designios de élites repudiables por su ostensible avaricia y ambición.
Con ánimo previsor, los más de una docena de munícipes chihuahuenses de la Tarahumara, Moris a la cabeza de la región limítrofe con Sonora, Sinaloa y Durango, organizan y emprenden trazos carreteros, inician la intercomunicación de pueblos, comunidades y rancherías; realizan obras de urbanización y alumbrado, elaboran programas educativos, de apoyo a la vivienda de pobladores necesitados; proyectan, en adelante, trabajos de saneamiento ambiental y potabilización del agua; anuncian centros de salud y de orientación laboral.
Dialogan entre sí los líderes de esta inédita y promisoria hazaña de reivindicación social y económica de la región. Van y vienen con ánimo entusiasta, optimista y aun juvenil, de la periferia al centro, es decir, de sus lugares de origen a la capital del Estado grande, y de ahí a la capital del país, con el fin de persuadir, convencer, explicar y justificar la autorización de recursos en las áreas y dependencias de la administración central. Es la última llamada para el gobierno del presidente Felipe Calderón, para demostrar que las políticas públicas de su régimen están por encima de las ideologías y de los partidos.
En Chihuahua, lo mismo que en todos los estados de la Federación, el empobrecimiento y la violencia no son, no pueden ser, sustitutos de la planeación democrática, de la participación privada, empresarial y del capitalismo con sentido social. La política de endeudar, inducir la protesta social y la infiltración de grupos al servicio de  la penetración exterior, sólo conducen al desprestigio, al rechazo cívico y a la protesta popular.
El desarrollo comunitario y regional de la sierra Tarahumara es un síntoma alentador, por su carácter reconstructivo, en el umbral de este nuevo año. Ahora bien, habrá que esperar a fin de que una vez puesto en marcha el proyecto innovador se inserte en un ambicioso, eficaz y promisorio plan de desarrollo nacional. Y no olvidar que el desdén a las protestas y las inconformidades fueron el  origen, hace un siglo, de la caída estrepitosa del dictador Porfirio Díaz en aquel verano de 1911.