La
Secretaría de Educación Pública se ha comprometido en el marco jurídico del
Pacto Federal a implementar, en forma integral, la Reforma Educativa, cuya
máxima aspiración es la de impartir enseñanza de calidad, en términos de
cobertura equitativa; es decir, con la finalidad de que esté al alcance de
todos.
Laica
debe ser, desde el Benemérito de las Américas, la educación que imparta el
Estado mexicano. Libre de prejuicios, por tanto, de dogmas políticos y
religiosos de toda índole.
La de hoy, como
en todo tiempo, requiere de la atención solícita, mancomunada, de padres y
maestros.
Aunque
la etapa en que vivimos, la noción de hogar ha cambiado sustancialmente, la
asistencia de padres y tutores es mucho mayor que la de hace cinco décadas, por
mencionar un periodo estimado, respecto del proceso de cambios laborales y
socioeconómicos que dejan estrechos límites para dar el apoyo que requieren los
escolares en la edad adolescente y de la
primera juventud.
La
seguridad en los planteles de enseñanza pública demanda el ejercicio vocacional
de maestros y asistentes de la enseñanza, aunado a un desempeño ético-jurídico,
de respeto a la dignidad de la población estudiantil, en forma individual y
colectiva.
Ciertamente,
el hogar es fragua en la cual se inicia el temple para la invulnerabilidad de la persona, prosigue en el aula de la
educación básica y alcanza su desarrollo libre y responsable en los recintos
universitarios y de enseñanza tecnológica.
En
Hermosillo, Sonora, cinco mandatarios del Noroeste mexicano firmaron de manera
conjunta y solidaria, con el titular de la SEP, Aurelio Nuño Mayer, la
Declaración que los compromete y obliga a impulsar, fomentar y convalidar el
formato de reforma educativa como eje principal de las restantes: reformas
socioeconómicas, culturales políticas y administrativas, decretadas por el
Congreso federal.
Acordadas
implícitamente por los ejecutivos estatales, la Declaración signada por los
gobernadores de Baja California (Norte y Sur), Chihuahua, Sinaloa y al frente
Sonora, sede de la reunión, la reforma aprobada formaliza explícitamente prioridades
que van desde lo material (infraestructura, equipamiento, materiales educativos)
hasta las relacionadas con el desarrollo profesional docente, la revisión, con
el objeto de innovar, planes y programas de estudios, así como fortalecer los
vínculos entre educación y demandas sociales, sin perder de vista los
requerimientos y ofertas del mercado laboral.
De
la zona noroeste proviene el Acuerdo con arreglo al cual adquiere mayor fuerza
obligatoria, por consenso de los ejecutivos estatales, los puntos clave
(prioridades) de la Reforma Educativa.
En
el sur y sureste de la República, la oposición tumultuaria a la Reforma ha sido con el pretexto sindicalista (léase
CNTE) para obstruir el proceso de cambio en los enclaves educativos, invocando
proclamas de intocabilidad gremial o bien justificando el derecho a la protesta
con violaciones a garantías laborales dentro del sector de un magisterio.
Aquéllos, dispuestos a rechazar e impedir toda forma de evaluación y
de valoración de competencias y de calidad profesional.
Es
verdad que la Reforma Educativa está en sus comienzos. No es, hasta donde se
encuentra a la fecha, el meollo de la revolución que pretende. El deslinde
entre lo sindical y lo educativo propiamente dicho, es un primer paso. La
evaluación magisterial tiene ante sí el reto de la actualización docente.
La
enseñanza de calidad implica contar con un cuerpo magisterial capacitado,
idóneo en cuanto al acervo de conocimientos y técnicas modernas para impartirlo
en condiciones de modernidad tecnológica. Implica, asimismo, desprenderse del
“magister dixit” como fórmula de autoritarismo escolar y a título de predominio
del docente sobre la pretendida obediencia ciega de los alumnos.
La
imagen del educador como transmisor de conocimientos debe quedar
definitivamente atrás y suplirse con la idea de que la educación es un proceso
de enseñanza-aprendizaje en donde el dialogo sustituye al discurso intolerante
y soberbio.
Educar
es enseñar, sí, pero enseñar a crear.
El
alumno, en esta cosmovisión educativa, es copartícipe y coadyuvante del mentor.
La
letra con persuasión y diálogo se aprende mucho mejor que con castigos y
penalizaciones violentas.