Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 30 de septiembre de 2013

DESDE CHIHUAHUA: CÓMO AFRONTAR LA CONTRARREFORMA


Los hechos, no la razón y la voluntad, parecen indicar que los retos a la autoridad tienen mayor fuerza que el poder de las leyes. En Guerrero, principalmente, seguido de Michoacán, Oaxaca y Veracruz, el Ejecutivo Federal representado por Enrique Peña Nieto da la impresión de que está siendo dejado a su suerte.
El Presidente de la República y sus principales colaboradores son víctimas de inusual incomprensión y solidaridad.
La reforma educativa es más que un pasajero dolor de cabeza  que pudiera evitarse con
algún calmante. Y todo hace indicar que pide cirugía mayor o algo similar. La impunidad, como siempre, es mala consejera. A su cobijo la intolerancia se adueña de espacios en todo el territorio nacional.
Va en aumento la estrategia de la provocación, de los retos y los desafíos. En menos de 48 horas, se recordará lo que no habría que olvidar: el 2 de octubre del 68.
Al igual que entonces, hay barruntos de violencia soterrada. Se pide en voz baja, la destitución del titular de la SEP, Emilio Chuayffet y su grupo de colaboradores, como si una decisión así fuese punto final a la reforma en apremiado proceso de consolidación.
De manera parecida, comienzan las señales de intervencionismo externo. 
Aquella ocasión fueron los llamados demonios de la incursión procomunista abanderada por la URSS y su punta de lanza, Cuba, la de la década crucial de los 60. Hoy en día son las redes del globalismo trasnacional en busca insaciable de los hidrocarburos y de los tesoros del subsuelo, agresión a cargo de empresas mineras del exterior.
Se oyen los pasos del anarquismo depredador en todos los ámbitos de la actividad productiva. El desempleo, la carestía, la inseguridad pública, jurídica y social ganan la frenética y desigual carrera.
Sin embargo, hay signos vitales que mantienen la esperanza en una recuperación lenta pero segura y eficaz.
En Chihuahua se ha puesto un muro de contención a la avalancha representada por la llamada CENTE, y en consecuencia se determinó descontar los días de inasistencia a los profesores incumplidos. En otros términos, en la entidad norteña se dio un paso al frente mediante el recurso de dar validez y eficacia a la norma laboral y formar un frente común para refrendar el Estado de Derecho, dando a la reforma educativa el lugar que le corresponde en la transformación del país, como un nuevo capítulo de la modernidad en el siglo XXI.
Se aplicarán los salarios retenidos a los profesores disidentes, en Chihuahua, en infraestructura educativa, como una forma de reparar en algo los daños de suyo irreparables. Pero como una forma de ejemplificar y para evitar que se incurra en conductas similares.
Sería de esperar que el ejemplo se extendiera hacia todas las regiones afectadas por el virus del anarquismo y se procediera a retener los salarios no devengados por parte de quienes han abandonado la sagrada vocación de enseñar a crear y no a repetir aventuras sin metas y objetivos definidos. De aquel modo, se beneficiaría con algo a los miles y miles de mexicanos que han quedado sin techo y alimentos, mientras padecen los crueles rigores de la orfandad familiar y el desamparo de todos los medios para subsistir.

Ha llegado la hora de las definiciones. PAN y PRD han concertado la brutal alianza. Los contrarios se unifican. La infernal guerra de los opuestos encuentra, al fin y al cabo, su oportuna identificación. Ciertamente, para mal de sus dirigentes convertidos en líderes de ocasión, de perversa oportunidad. Esperamos que sea para el bien de México.  

lunes, 23 de septiembre de 2013

JOSÉ FRANCISCO RUIZ MASSIEU: UN LÍDER EN NUESTRO TIEMPO




Prolifera el síndrome de hastío y agobio en la sociedad. “Dadme un líder”,  es el reclamo ante la cadena peripecias sin fin: un líder capaz de conducir con el aval de las mayorías. Es decir, un estadista con la capacidad de ir de las palabras a los hechos, evocando al guerrerense José Francisco Ruiz Massieu, quien hizo la distinción entre liderazgo y dirigencia al trazar el perfil de Luis Donaldo Colosio, entonces abanderado presidencial y blanco de la cobarde ambición.
Era el sonorense un líder dispuesto, preparado y resuelto a cambiar sustancialmente el destino del país con la voluntad de todos los mexicanos, por medio de reformas políticas, financieras y laborales. Era el líder que encarnaba, en la imagen y la presencia, la esperanza y el optimismo en los años y días del México finisecular.
En el mes de marzo, a finales de aquel fatídico 1994, Colosio había sido herido de muerte en Tijuana. Y en septiembre, hará pronto dos décadas, José Francisco sería víctima en el corazón urbano del Distrito Federal de la crueldad acumulada en la mente y el corazón de los enfermos de pode ry de sus asociados para llevar a cabo el proditorio crimen.
El primero, Luis Donaldo, contaba con la adhesión, los sufragios ganados por la vía de la persuasión y el convencimiento popular, y con la adhesión adelantada de la mayoría de los electores. El segundo, Ruiz Massieu, era ya la figura que emergía desde las filas de su Partido, el PRI, para dar continuidad al sueño político que el sonorense, haciendo eco de la proclama de Luther King, compartía con los mexicanos víctimas de la simulación y el engaño por parte de quienes, con piel de administradores,simuladores a fin de tutelar los bienes de la Nación, habían sumido al país en la más abyecta de las pobrezas: la del espíritu y la material.
El ex mandatario de Guerrero había hecho obra reformista, mostrando y demostrando que la democracia es un asunto de compromiso, de lucha abierta y frontal, de bregar cuesta arriba, sin inhibiciones por el qué dirán. Promovió leyes, iniciativas y actuó con mano firme y eficaz, yendo de las propuestas de campaña al terreno de la experiencia política; de la palabra a las realizaciones, del compromiso verbal a las acciones públicas.Líder en su Entidad, émulo del conductor social que no teme la confrontación de ideas y proyectos, que da al poder impulso, vigor a toda prueba e inspiración para solventar las dificultades, José Francisco se preparaba para ser el coprotagonista en el sueño de su correligionario a fin de hacer del lema  de la modernización de México una bandera en alto, símbolo de la reconquista de los ideales que habrían de transformar a México en la antesala del siglo XXI.
Un  seguidor suyo, discípulo leal en la amistad y en el quehacer político, Israel Soberanis, al día diligente funcionario en FONATUR, lo evocaba en los días febriles y acuciantes de su administración en Chilpancingo como el incansable promotor de ideas, proyectos y propuestas, guiando su vehículo y dictando en la grabadora el borrador de su inmediata intervención. O bien, preparando materiales, decía, para su conferencia o comentario editorial, dado que para el funcionario público, el otrora catedrático y autor de libros, el apremio del tiempo y la carga de tareas no era nunca óbice para el ocio mal habido o la distracción efímera.

Los tiempos que corren dan pie para hacer lugar al crecimiento de líderes con similar disposición y arrojo para dar un giro, golpe de timón o vigorosa sacudida en todo el organismo social del que formamos parte. Un líder a semejanza del reclamo popular, habida cuenta que se agotó ya el tiempo de los malos administradores, saqueadores de los bienes y las esperanzas de la Nación.

lunes, 9 de septiembre de 2013

REFORMA EDUCATIVA Y POLÍTICA CULTURAL: EXPERIENCIAS Y VIVENCIAS




Por Federico Osorio Altúzar

A medio siglo de distancia, 45 años el próximo 2 de octubre, el 68 permanece latente. Sin embargo, los sucesos que nos rodean, guardada toda diferencia,  nos hacen volver a los aciagos días de aquel fatídico episodio en el que triunfaron, a la postre, el autoritarismo, la intolerancia y la temeridad.
En aquel entonces, la protesta estuvo circunscrita al entorno de nuestra ciudad-capital.  La denominación de “nacional” no rebasó los límites de una aspiración que no llegó a concretarse y quedó en propósito y deleznable finalidad.
Esta vez, en cambio, la inconformidad se ha ido extendiendo lenta, pero gradualmente hasta alcanzar, así sea en forma tentativa, a los confines del norte y sur del país, de manera cada vez más arrolladora y desafiante.
El origen de la rebelión fue, como su nombra lo indica, de carácter estudiantil. Se gestó en las dos principales casa de estudios, la UNAM y el IPN, con saldo cruento que alcanzó incluso a la llamada sociedad civil.
Hoy en día la disidencia se ha incubado en el gremio magisterial, en el estrato laboral de quienes tienen la misión de enseñar y educar. Se ubica en uno de los nervios más sensibles de la Nación.
En 1968, las manifestaciones en calles y avenidas llegaron al Zócalo y las inmediaciones del Politécnico y CU. Ahora cambian de lugar, siguiendo una logística que va de la motivación gremial a propuestas que aspiran a conmover la conciencia social con propuestas que involucran asuntos económicos y de seguridad nacional.
Hace 50 años la bandera en alto significaba denuncia del autoritarismo presidencial. El jefe del Ejecutivo era denostado en su persona y  su investidura. Lo primero en razón de su impasividad frente a las voces discordantes en materia de enseñanza; lo segundo, argumentando pertinacia por parte de sus colaboradores más cercanos, el titular de Gobernación, Luis Echeverría, a la cabeza.
En este tórrido verano, la protesta es en contra del titular de Educación, Emilio Chuayffet y sus más cercanos colaboradores, tildándolos de emisarios de un pasado que no tiene ni puede ya volver. En segundo término, está el Presidente Peña Nieto, figura paternalista de la política  a la mexicana.
En suma, coincidencias y diferencias, similitudes y contraposiciones, el síndrome del 68 aparece a la vuelta de cada esquina, como demonio capaz de romper el equilibrio político y contractual en este primer año de gobierno.
Mientras allá la confrontación tenía lugar al final del régimen, aquí el derecho a la revolución se invoca en los prolegómenos del nuevo mandato,desde todos los flancos de la oposición; es decir, en lo administrativo, lo laboral; en lo político  nacional e internacional. Y, sobre todo, en donde más impacto tiene: en la enseñanza, en la educación, y sin descontar en los ´programas culturales, por lo que se refiere al capítulo de ediciones y difusión de las ideas.
Ahora bien, si en el 68 el autoritarismo  se impuso como vía resolutiva, como solución final ante la desbordada inconformidad, en este violento 2013 prepondera, hasta el día de hoy, la tolerancia, la prudencia oficial y hasta la pasividad a toda prueba.
Se impone la idea de que, ante la frenética disidencia, la temeraria actitud y tumultuosa expresión contestataria, queda la sinrazón como testimonio de que no es la vía del atropello a derechos de terceros la forma de persuadir, convencer y vencer, sino por el método de la legalidad, el camino de la legitimidad con base en reformas legislativas y por medio de la ejecución de éstas a través de principios constitucionales.

Hay, por cierto, destacados  personajes en la actual administración que fueron actores en aquel 68 lleno de cicatrices, que marcan para siempre. Es de esperar su atingente actuación ahora. Las experiencias y vivencias son  benéfico fermento.