Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







jueves, 12 de noviembre de 2015

ACUEDUCTO INDEPENDENCIA: A CADA QUIEN LO SUYO

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Toca turno ahora al Acueducto Independencia, sin duda el más ostentoso monumento a la ilegalidad, sólo comparable a la estatua conocida como Danzante Yaqui. La analogía tiene que ver con la temeridad, el autoritarismo y la estela de corrupción que la administración de Padrés Elías ha dejado, infame legado, a los todavía atónitos ciudadanos de Sonora.
La espera en cuestión es una pausa en el complicado proceso jurídico planteado por los agricultores del Valle del Yaqui, ejidatarios y los pueblos indígenas, víctimas del despojo del recurso vital para lo que es, sin duda, la sobrevivencia.
Agotadas las instancias por parte de los quejosos, habiendo echado mano hasta más no poder los recursos normativos, colmados de amparos los tribunales de justicia y a punto de perder la fe en la eficacia del Estado de Derecho, ahora repunta la histórica controversia de acuerdo con la información periodística de última hora.
Una vez despejado todo lastre obstructivo, superada la contaminación política con la cual se manipuló la planeación del oneroso Acueducto, construido a espaldas de toda consulta, teniendo en cuenta el interés de contratistas y prestanombres, se retoma el camino procesal no sin acudir al despacho del Ejecutivo federal con el objeto de enterar de viva voz y con toda la documentación del caso para mostrar y demostrar la legitimidad de las demandas de protección jurídica.
Asimismo, el reinicio ante la antesala del despacho presidencial conlleva, en forma implícita, el malestar acumulado por el agravio que representa la ineficacia de las sentencias emitidas en favor de los quejosos. La suma de sentencias sobre sentencias hace ya de los trámites acumulados una “summa” que bien podría llevar como sobrenombre “expediente de la ignominia” o bien, “cártel de la afrenta”.
De todos es conocido el desacato por parte de organismos y dependencias con el carácter de autoridades responsables a fin de intervenir en la dilatada controversia que rebasa las fronteras del país, sentando el penoso precedente entre representantes de organismos y entidades internacionales sobre México en el sentido de que somos un Estado en el que predomina el temperamento y las inclinaciones políticas sobre los mandatos de la Ley.
A un cercano colaborador del Primer Mandatario, Pedro Joaquín Coldwell, llevan ahora los quejosos toda la documentación, a partir de 2010,  con arreglo a la cual se han presentado los amparos y se han emitido las sentencias, ciertamente en abierto y
cínico desacato. Con renovado impulso, dispuestos a jugar la última carta por la vía institucional, pacífica y contractual, reclaman que se haga justicia jurídica pronta, debida y expedita. Es decir, piden que se otorgue a cada quien lo suyo, conforme a Derecho, en paz  y concordia.
El agua es para todos. ¿Quién osaría negarlo? ¿Quién podría decir lo contrario? ¿Quién, en suma,  autoridad, juez o político encumbrado o no, estaría dispuesto a proceder en contra de ello?
Todo indica que se impondrá la decisión salomónica, el arbitrio de resolver la controversia tomando en cuenta los derechos y obligaciones de todos. Sin anteponer intereses contra intereses, ¿habrá llegado el momento de poner en marcha viejos y nuevos proyectos para resolver la demanda de agua para todos por medio de propuestas como la del PLHINO (Plan Hidráulico del Noroeste) y la de plantas desaladoras, ahora que las lluvias, ciclones y tormentas han dado un oportuno respiro con este efecto?
O, al contrario, ¿habrá que esperar que sobrevenga una hambruna seguida de  epidemias para convencer a los timoratos de que ya era necesario tomar el toro por los cuernos, de una vez por todas?
Son varias las opciones a seguir. Hay, por otra parte, voluntad jurídico-política a fin de actuar. Hay disposición, por lo visto, de lado de los defensores del agua para llevar a culminación, en tiempo y forma, su histórica controversia. En esto, como en todo desacuerdo, disputa y confrontación, no es necesario que haya triunfadores y vencidos, gananciosos y derrotados. Y mucho menos se espera que la política y los tránsfugas del crimen organizado impongan sus torvos intereses.

A cada quien lo suyo. Pero con arreglo a Derecho. ¡Ahora o nunca!