Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







domingo, 28 de agosto de 2016

LA REFORMA EDUCATIVA Y SUS ENEMIGOS: LA CNTE AHORA

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Los extremos, a menudo, se tocan.
Al grito de todo, con todo, y por encima de todo, se va en contra de las reformas, en especial contra la reforma educativa.
Se va, particularmente, contra la figura presidencial. Enrique Peña Nieto es objetivo número uno de la andanada anarquista en furiosa acometida.
En todo esto, la derecha y la izquierda, se han unido entre sí para arremeter, en nombre del derecho a la rebelión, contra la reforma educativa, convirtiéndola en blanco de una movilización cuyo objetivo no es otro que el de minar las bases del poder presidencial y, con ello, del Estado de Derecho.
En el lejano 1833, la embestida corrió a cargo de la corriente confesional. La defensa liberal, institucional y democrática, estuvo a cargo de don José María Luis Mora, mientras la reacción se abanderaba por los epígonos del régimen colonial, con Alamán al frente. Pugnaban estos últimos por un violento retorno a la época del autoritarismo en el orden espiritual  y temporal.  
Aproximadamente cuatro décadas más tarde, una vez derrotado el imperialismo napoleónico, el Presidente Benemérito, don Benito Juárez, decretaría la educación laica, progresista y anticlerical.
El Dr. Gabino Barreda consumaría la feliz hazaña introduciendo el positivismo de Comte en los planes de estudio de la Escuela Nacional Preparatoria, y expulsando de esa forma, con valor y entereza, la enseñanza confesional en la educación que imparte el Estado mexicano. 
La década de los treinta en el siglo anterior fue escenario, de nueva cuenta, del fallido intento de ideologizar la formación y la información escolar, por medio de una reforma, fallida por cierto, al artículo 3º. Constitucional. El propósito era el de implantar la educación socialista, anulando con ese efecto, la libre impartición de la enseñanza.
El retrógrado procedimiento volvió a repetirse en la década de los sesenta.  
Hoy en día la reacción liderada por la izquierda y la derecha, con inspiración del anarquismo que en mucho se asemeja al vandalismo y al dogmatismo, trata de impedirr por todos los medios, incluyendo la violencia organizada, la reforma educativa considerada eje fundamental para modernizar y poner al día, desde el punto de vista internacional, la vida interna y exterior del país.
Sin banderas propias, sin un proyecto consistente en la forma y el contenido, la protesta anarquista en pos de la obtención del poder político está pisando sobre el umbral de la confrontación en donde la ilegalidad y la imputación jurídica podrían dar lugar a una resolución que a todos nos atañe.
Primero el SNTE y ahora la CNTE, la meta es apropiarse de la educación básica y del nivel intermedio. Siguen derroteros similares.
Botín de un sindicalismo inauténtico, refugio de liderazgos en procura de beneficios mal habidos y administrados, la lucha por el poder magisterial ha tomado rumbos políticos que tienen que ver con la provocación y la temeridad como su último recurso.
El partidismo de izquierda lo mismo que el representado por la derecha extrema se unen ante el señuelo de obtener el máximo poder con cargo a la política de tolerancia, paz social y participación ciudadana.
El miedo a la libertad invade las pancartas de la protesta y ésta se encubre tras la presunción de haber logrado un rotundo triunfo en contra de las reformas decretadas por el titular del Poder Ejecutivo federal.

Todo indica, no obstante, que seguirá hacia adelante la reforma educativa junto con las restantes en materia de seguridad, de actualización económica y bienestar social. Por lo pronto, habrá que subrayar el dato de que se trata de una movilización anarquista, focalizada en sitios y enclaves precisos.

lunes, 22 de agosto de 2016

TRANSPARENCIA: LA UNAM, UN EJEMPLO CIUDADANO



La Nación está urgida de ejemplos a seguir. Sobre todo, en el ámbito educativo. Ahí, se yergue la UNAM en cuyo vasto “campus” se forman y se informan miles de mentes  con aptitudes para engrandecer la Patria a la que pertenecemos y en cuyo seno hemos sido engendrados para servirla y devolverle, enriquecido, lo que nos ha sido otorgado.
El nuevo Reglamento de Transparencia aprobado por el Consejo Universitario y dado a conocer por el rector Enrique Graue, es modelo y ejemplo a proseguir en la medida que abre espacios a la participación, hace posible el ejercicio cabal  y público de las instituciones en lo concerniente a sus deberes, y da sustento al ejercicio de la corresponsabilidad en lo que se refiere a la fundamental obligación de rendir cuentas de manera clara y oportuna.
En vez de ínsula, la UNAM da un paso decisivo con el propósito de mostrar y demostrar con fundamento legal  que su autonomía consiste, esencialmente, en ser sustento académico. No es bastión de secrecías  y tampoco puerta de entrada para el uso y usufructo indebido de recursos que la sociedad coloca en sus manos para cumplir con su alta función educadora.
Primera en tiempo, por su larga historia en el mapa educativo del país, la UNAM fortalece con la premura y la atinencia del caso, desde su propia demarcación, el contenido y el alcance de la flamante Ley Federal de  Transparencia y Acceso a la Información.
Titular de derechos inviolables en todos y cada uno de sus templos del saber universitario, la Máxima Casa de Estudios de México da un paso al frente con la suprema finalidad no sólo de convalidar la tendencia transformadora de la Nación, requerida de cambios sustanciales en su experiencia política, económica y social.
Hace profesión de compromiso público con el objeto de que el patrimonio que los ciudadanos han puesto bajo su disposición y tutela esté abierto a la consideración de todos, a fin de que la transparencia sea un recurso de control y un argumento para el pleno ejercicio de sus elevadas encomiendas.
En este sentido, la rendición de cuentas es mucho más que un recuento de sumas y restas. Más que de forma, dicha práctica se inscribe en un formato que abarca todas las vertientes de la vida académica interna de la institución y de lo que, con toda precisión, Guillermo Soberón, el Rector Magnífico (así con mayúsculas), denominaba      
la extensión cultural y educativa de la Universidad. Es decir, más allá de sus muros y entornos.
Rendición de cuentas, así, de lo que hacen sus docentes, sus alumnos, sus centros de investigación; en suma, lo que a la fecha realiza su casa editorial en tanto y cuanto difusora, promotora y educadora de virtudes éticas y cívicas.
A título de ejemplo, el rector Graue Wiechers pone el dedo en la sensible herida que motiva enojo y frustración en la vida cotidiana de la UNAM: el tema de cómo y cuándo recuperar el auditorio frívolamente llamado “Ché Guevara”,  ocupado por quienes nada tienen  que ver con la actividad académica de la institución.
En este respecto, convoca al Consejo con la encomienda de establecer las formas que hagan posible el rescate de dicho espacio, el cual por más de cinco décadas fue constitutivo de la Facultad de Filosofía y Letras que señorea, como símbolo de libertades y derechos, a la enseñanza superior en el país.

Bien porta y comporta la UNAM el título de “Mater et Magistra”. Ha sido y es generoso ejemplo ciudadano. El Consejo Universitario y al frente de ella, su Rector actual, así lo atestiguan. Los tiempos que corren lo amerita.

lunes, 15 de agosto de 2016

SOBRE LOS LIBROS DE TEXTO EN N.L.: ¿VUELTA A LA EDAD MEDIA?

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Dos miembros del Partido de Acción Nacional (PAN) adscritos al Congreso neolonés formularon la propuesta de mutilar o incinerar libros de texto con motivo de la polémica determinación de la SEP relacionada con la difusión informativa sobre  métodos anticonceptivos.
¿Es tan sólo una de tantas anécdotas desafortunadas como otras que suelen ocurrir? O bien, ¿es un suceso que amerita tomar muy en cuenta en estas horas sombrías de anarquismo y de impunidad?
Lo cierto es que el despropósito de los legisladores locales se inserta en un clima de incertidumbre, de ostensibles retrocesos en la convivencia nacional y de posibles tentativas y aun de amenazas tendentes a dar un giro descomunal hacia el pasado, plagado de resabios de intolerancia y represión, ocultos detrás de la inseguridad y la violencia organizada.
Hace poco más de tres cuartos de siglo, en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial, se efectuó en Berlín la quema de libros considerados nefastos para la sociedad germana, por los ideólogos del nazismo.
En el siglo XVIII, centuria aclamada por haber sido cuna de la Ilustración europea, el “Diccionario filosófico” de Voltaire fue quemado públicamente y la misma “Enciclopedia” “fue suspendida en varias ocasiones. Diderot, otro destacado representante de la corriente ilustrada, fue encarcelado tras la publicación de uno de sus libros…” (“Voltaire”, Colección Aprender a Pensar, 2015)
Así, lo ocurrido hace unos días en Nuevo León, no debiera sorprendernos.
Más bien habría que estar siempre en alerta por lo que la reacción, en sempiterno acecho, trata y querrá hacer tan pronto se le permita.
Este hecho nos reafirma en la idea de que la historia no tiene un curso predeterminado, de carácter rectilíneo y progresivo, sino que describe un rumbo zigzagueante, con temibles retornos hacia un pasado impredecible.
De citar ejemplos al respecto, el terrorismo actuante tras el mal llamado “Estado” islámico serviría como prueba contundente.  
En la primera Ilustración europea, la Ilustración ateniense encabezada en el siglo V por el liderazgo ciudadano de Pericles, tuvo el dantesco escenario de hogueras en las que se consumaron obras de hombres críticos, talentosos y constructivos como fueron Anaxágoras, Demócrito y Protágoras. Y de tantos más, antes de la hecatombe cultural de Alejandría.
Ciertamente, la buena simiente perdura por encima de avatares circunstanciales y temerarios a través de siglos y siglos.
Así como no han dejado de existir las edades negras, a pesar de su naturaleza virulenta y plena de acciones dramáticas, también los aires de la tolerancia y libertad, de las ideas y de la expresión científica, se han impuesto una y otra vez.
Mutilar, cercenar, impedir la circulación de conocimientos y experiencias, jamás han prosperado como testimonios definitivos. El  movimiento liderado por los Sofistas de hace dos milenios y medio en la Atenas de Pericles, de Fidias, de Heródoto y Tucídides, ha tomado fuerza y renovado vigor desde el inglés Grote hasta este siglo XXI.
Nombres como los de Murray, Romelly, Guthrie, Nestle, Marrou, Solana Dueso, o Kerferd, se vuelven familiares entre estudiosos y lectores en general.
Sofistas como Gorgias y Protágoras son ponderados como los fundadores de la nueva educación dentro de la naciente democracia ateniense.
Solón y Temístocles ya no permanecen abandonados a la soledad de la indiferencia y el olímpico desdén.
La tarea, hoy en día, es vincularlos con los Bacon, los Hobbes y los Hume; hacerlos vivir y revivir al lado de Kant, Cohen, Natorp y Cassirer: de Nietzche y de Popper.

La quema de libros no conduce sino a la denuncia de la nueva Escolástica y de las ideologías absolutistas de izquierda y de derecha.

sábado, 6 de agosto de 2016

1968 Y 2016: SIMILITUDES Y DISCREPANCIAS

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Entre el movimiento de hace medio siglo y el actual, existen semejanzas, diferencias y francas discrepancias,
En aquel entonces al igual que ahora la turbulencia tiene un denominador común: el ataque a las instituciones, comenzando por la más distinguida de todas, la educación pública.
Entre los rasgos que los asemejan entre sí figura la tergiversación o el doblo discurso, utilizado como vía para confundir y como forma de atraer incautos.
Hace casi cinco décadas era obvia la incursión del dogma soviético manejado como catapulta sobre las instituciones de enseñanza superior: el IPN y la UNAM.
A la fecha, la ideología es lo de menos. Lo importante es poner de rodillas al régimen  que abandera el PRI, con todo y sus reformas.
En mucho se parece, por otra parte, la presente rebelión a la que encabeza el movimiento islámico en el planeta: a éste lo abanderan proclamas de anarquismo antiimperialista. La religión dogmática es el medio; la destrucción completa de los infieles, el objetivo.
En 1968, se trataba de imponer un estilo de vida al unísono con la igualdad de clases, absoluta, por tanto ilusoria.
En 2016, en nombre de un sindicalismo totalitario se pretende dar carta de ciudadanía a una lucha de todos contra todos, empezando por hacer tabula rasa con los principios de libertad de enseñanza, actualización de los docentes y desdén hacia las más novedosas tecnologías en el ámbito de la modernización pedagógica.
Así como en 1968 la finalidad se orientaba a derruir la organización política vigente, a la fecha el propósito no es sino el de quebrantar la estructura de poder, colocando en bancarrota el programa de reformas que promueve la Presidencia de la República.
Después de medio siglo, aún sigue siendo un enigma el sin sentido de una rebelión anarquizante propiciada con metas sociales fuera de la realidad histórica imperante.
Lo mismo parecerá, al paso del tiempo, el despropósito de los “sindicalistas” de la CNTE a fin de impugnar un modelo educativo progresista, modernizador, con tácticas demoledoras en lo económico, lo cultural y lo social.
En el pasado, el saldo fue de decenas y decenas de muertos en una sola noche y en un mismo escenario, civiles: obreros y avezados estudiantes.
En la actualidad, son pérdidas económicas, heridos y hasta víctimas mortales en el territorio nacional. 
Media centuria atrás, entre los rasgos diferentes predominó la intolerancia, la mano dura, pero inconmovible; la impiedad desde las alturas del poder.
Durante estos meses de conturbación, de anarquía propiciada con el aval de un sindicalismo beligerante, el acento se ha puesto sobre la convocatoria a la concordia, a la paz social, haciendo recaer todos los costos en la actividad económica, pública y privada, en la seguridad ciudadana, en la preparación de los alumnos en los niveles básicos y de enseñanza media.
Mientras en el mundo civilizado y no civilizado, el terrorismo galopante hace de las suyas, incendiando con armas letales plazas públicas y centros multitudinarios, entre nosotros el terrorismo soterrado se vale de enclaves públicos en donde campea la indefensión, la tolerancia toma el sitio de la mano férreo que proviene de la tiranía y las oligarquías.
Saltan a la vista las identidades, las diferencias y lo similar en estas dos confrontaciones.
A las lecciones del pasado, se suma el empecinamiento como denominador común.
Queda hasta estos momentos la actitud conciliatoria del gobierno actual.
En vez de las bayonetas, se sobrepone la tolerancia como antídoto a la pandemia.
No obstante, es tiempo para que la razón se haga valer en tanto árbitro en el desbocado conflicto.

Es hora para la reflexión, para el diálogo y para las respuestas a preguntas y demandas bien entendidas y mejor consensadas.