Rogelio
Díaz Brown, presidente municipal de Cajeme enuncia la propuesta mejor, a
nuestro entender viable, de posible
ejecución, frente a frente de la postura inconducente, inflexible y pertinaz de Guillermo Padrés Elías convertido
en líder de los poderosos barones del
capital agroindustria. El gobernador del Estado, abanderado de la
intransigencia, hace ondear a toda asta su enseña anarco-política, con ademán imperturbable, desde la sede oficial del
Palacio de Gobierno.
Su
propuesta consiste en construir, con la finalidad de sustituir al polémico
acueducto una planta desaladora
equipada con los más recientes avances
técnicos para abastecer del preciado
insumo a los pobladores de la capital sonorense, sin afectar a los
productores del sur. Una opción salomónica podría muy bien llamarse a la
propuesta del munícipe Díaz Brown, comprometido con la legalidad y la
constitucionalidad, lo que equivale a respetar
las resoluciones del Poder Judicial.
Recordamos la anécdota del Rey Salomón, el sabio hebreo colocado ante lo que para
algunos sería un enigma arcaico de la administración de justicia: ¿A cuál de
las presuntas madres pertenece el pequeño
de brazos? ¿A la angustiada madre que lo reclama transida de dolor o
bien a quien con gesto indiferente, aún desdeñoso, acepta la regia propuesta de
bisectar al vástago, dando así justicia
al par de madres en disputa?
El desenlace es conocido de
todos, por decirlo así. Pero, a más de
tres milenios, la enseñanza atesorada da
la impresión de olvidarse fácilmente.
Dar
a cada quien lo suyo conforme a Derecho, no es tarea, ciertamente, de lógica
expedición. Lo suyo de cada quien implica determinarlo, dirimirlo y conciliarlo
en términos de compatibilidad de
intereses. Conlleva impactos disímbolos, incluso contrarios y contradictorios.
Así sucede con los favorecidos y entre aquellos a quienes se desestiman sus demandas.
De modo similar a la
resolución salomónica, la propuesta del munícipe encaminada a una resolución objetiva
y realista, perdurable y de corte moderno, se inviste y reviste como la opción
mejor, como el proyecto capaz de
corregir devaneos, imprevisiones y síndromes de corrupción y burdas
complicidades.
La
propuesta proviene del joven funcionario, cuya precocidad política, dignidad en
el desempeño de su elevado cargo, respetuoso de la legalidad y la
interpretación del orden normativo vigente, lo sitúa como ejemplo de coherencia
y verticalidad de frente a esta etapa
de la transición y de torbellino ideológico que permite lo casi imposible: que
el agua se mezcle con el aceite. Léase así: que prospere el cínico aliancismo de
la extrema derecha con la utópica y delirante izquierda.
Lo
del Acueducto Independencia va mucho más allá de lo ocasional y fortuito. En
los precedentes, comienzos, licitaciones, contubernios y compromisos políticos
del más oscuro origen y en el desarrollo y futura resolución, hay mucho que
espigar y no dejar que todo termine en un capítulo, al modo de triviales
telenovelas. Las generaciones futuras, esperarán contar con una memoria
pertinente y objetiva, con materiales de análisis y síntesis para la consulta y
la reflexión por parte de políticos y de administradores públicos. El momento
es propicio para ello. Consagraría, así, el político con arrestos de hombre de
Estado, su participación y legado conciliador, bajo el método de la
normatividad jurídica y de la técnica o arte de mandar. Es decir, de conducir
hombres bajo un liderazgo responsable.
Al
término del acueducto se avizora la luz de la negociación a través del diálogo
con argumentos y propuestas de factible resolución. Está a la vista la
propuesta del alcalde cajemense en espera de felices resultados, bajo el
primado de la voluntad política entre gobernantes y ciudadanos.