Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







viernes, 20 de noviembre de 2015

PEF 2016: CAJEME EN DEPLORABLE OLVIDO

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Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error, dijo alguna vez el humorista veracruzano César Garizurieta, refiriéndose a quienes en lugar de vivir de su trabajo prefieren hacerlo a costa de la beneficencia pública.
Otra cosa, en modo alguno equiparable al dicho del sureño, es el que tiene que ver con el presupuesto público en casos cuando se refiere a la distribución de recursos destinados al desarrollo social de los municipios, células básicas del Federalismo.
Toda coordinación y planeación para el desarrollo regional y el progreso territorial han de pasar por el municipio entendido como pivote de la modernización educativa y cultural, la remodelación urbana, los enclaves turísticos, económicos y agroindustriales.
En “Federalismo y Municipios”, Roberto Ortega Lomelí (FCE,1994) alude con particular acierto a los vínculos entre uno y otros, señalando que “la evolución y organización del Estado mexicano no pueden explicarse  sin su consideración”.  
Las reformas planteadas y en vías de implementarse así lo confirman. La lucha contra el centralismo jurídico, político y económico, no concluye. Y corresponde a los actuales políticos con visión de futuro evitar que se anuble en la renovada etapa hacia la modernización del país. Sin interferencias internas y sin las consabidas presiones y acechanzas desde el exterior.
Volviendo al tema del soslayo presupuestario de que es víctima el municipio de Cajeme, habrá que subrayar que el presupuesto federal es aire renovable que respiran las entidades municipales para no sucumbir ante las demandas sociales que aumentan cada vez y reclaman atención impostergable.
El presupuesto público, diríase, es como el aire que requieren para vivir y sobrevivir  todo los organismos vivo.  De faltar, cesan de actuar las funciones vitales hasta sucumbir por inacción o bien por inanición.   
Cajeme está, en primera lectura, doblemente vulnerada.
No bien han pasado dos meses de la cuarentena en que se tuvo al municipio por parte del gobierno anterior, cuando la exclusión del PEF 2016 por razones aún no precisadas cae como recipiente con agua fría sobre las propuestas y proyectos del Ayuntamiento. Y esto, sin esperarlo el alcalde entrante Faustino Félix Chávez y mucho menos sin presentirlo la ciudadanía.
Obras inconclusas, calles sin pavimentar, avenidas plagadas de baches, entre otras dificultades, forman parte de la nómina de problemas, carencias y anomalías que son motivo de reclamo a causa de la corrupción administrativa generada en la gestión de Padrés Elías quien obturó la transferencia del presupuesto estatal con los resultados tangibles que, por cierto, nada tienen que ver con el desempeño de la alcaldía anterior.
Lamentables y riesgosos por falta de mantenimiento son los caminos vecinales, cuyo derecho de tránsito se cobra con las recurrentes cuotas por muertes y accidentes. La pandemia que representa el dengue denota el desdén que hubo hacia los programas preventivos en la Entidad, lo mismo la deserción escolar por la aplicación responsable del programa de becas en cuanto a su cobertura oportuna.
Durante seis largos años, las administraciones municipales distanciadas del ex gobernador fueron objeto de la discriminación presupuestal ordenada por el político escudado en el panismo protector enquistado en Los Pinos desde principios de siglo. Por años, representantes populares en el Congreso de la Unión desplegaron auténtica batalla para allegar recursos a las alcaldías confrontadas, desdeñadas desde las curules de una oposición estatal empeñada en poner de rodillas a los municipios disidentes.
Hoy la situación es otra. Municipios como Cajeme ponen su mirada en el Congreso local en procura de gestiones favorables al derecho que les asiste ante el olvido registrado en el PEF 2016. Los diputados y senadores en el Congreso federal habrán de hacer lo propio. 
Daño y ofensa a menudo se conjuntan. El municipio de Cajeme está urgido de que sean restañadas las heridas causadas por motivaciones ideológicas y políticas, propiciadas por el ejercicio de un poder mal ejercido. Todo indica que existe voluntad para hacerlo.

Los ciudadanos están ávidos de participar y de hacer que prevalezcan sus derechos y obligaciones. La aurora de la democracia en Sonora despunta. Y hay fundadas esperanzas de una profunda y eficaz renovación federalista.