Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







martes, 22 de febrero de 2011

EN MORELOS: LOS AUTORES UNIVERSITARIOS TIENEN LA PALABRA




                                                                 Por Federico Osorio Altúzar
Una casa de enseñanza superior sin autores equivale a una biblioteca sin libros. Es decir, sin obras que consultar y, por lo tanto, sin lectores. Puede tener espléndidas canchas deportivas, flamantes laboratorios, espaciosas aulas y modernos auditorios. Inclusive, presumir un claustro magisterial, con doctos graduados y especialistas egresados de prestigiadas instituciones del exterior. Y, sin embargo, carecer del habla esencial que las define y caracteriza: el idioma del espíritu.
A través de académicos que enseñan e investigan, que ejercen sin tutela ni censura la libertad de pensar lo que se quiere y querer lo que se piensa, las universidades hablan por medio de sus autores, con voz propia y seguras de sí mismas, para hacer de la interlocución y el diálogo, un medio de expresión idóneo en todos los ámbitos del saber.
Dignas del nombre que las enaltece e identifica como casas de la inteligencia, las universidades atesoran la “summa” de la cultura en ciencias y humanidades, incluyendo la comunicación artística y la enseñanza de la tecnología actual.
Pasa la revolución del conocimiento por el campus universitario y desde ahí se gesta cuando, como en el caso de la Universidad Autónoma de Morelos (UAEM), los contenidos diversos y heterogéneos de la educación superior trascienden de la cátedra, el cubículo y la conferencia a la página impresa o a la página “web”; en suma, al libro y a la revista digital. Son vanguardia de enseñanzas innovadoras que alumbran su entorno, enaltecen valores sociales y culturales en la medida en que sus docentes y comunicadores salen del cubículo a fin de propagar extramuros su visión del mundo y de la vida. Vale decir, cuando también sus artistas (poetas, escritores y músicos) llegan al corazón de los pobladores, visitantes y miembros de la comunidad, llevándoles un mensaje de belleza y armonía, suscitando, así, fe y esperanza a pesar de que a la vista haya zozobra, temor y frustración.
Buen ejemplo propaga la Coordinación Editorial de la UAEM en lo que se refiere a revalorar el libro como el medio idóneo para propagar el saber que incesantemente se abre paso en medio de la carrera cibernética de nuestros días, en plena transmutación de los conceptos, las verdades y del gusto estético; asimismo, de la interpretación de la naturaleza, la sociedad y de lo bello y lo sublime en  el arte.
El libro impreso y el libro digital tienen similar prevalencia como medio de intercomunicación académica y como forma para difundir la cultura universitaria extramuros. En el año de 2010 se realizaron quince coediciones con editoriales de reconocido prestigio; en 2011 se anuncia n veintidós en proceso de publicación. Hay títulos de gratuidad, consulta y de texto, en presentaciones y formatos particularmente atractivos. El programa de publicaciones electrónicas en la universidad morelense coloca a la institución en un sitio de vanguardia editorial sin precedentes.
A nuestro entender, la UAEM, a través de su Coordinación Editorial, da la gran campanada de alerta acerca de la importancia de dar el salto desde la orilla del libro tradicional a la ribera del libro digital, que ha nacido, crece y fructifica en el ámbito comercial, venciendo resistencias, superando indiferencias, yendo incluso más lejos de lo que sus impugnadores proclamaban. Al menos, la rivalidad entre un procedimiento y otro tiende a borrarse. Se complementan y aun imbrican entre sí.
Difundir cultura es, sin duda, democratizar sus contenidos, valores y visiones. El reto ahora es hacer que florezcan en el campus universitario las nuevas técnicas de comunicación, vinculando lo tradicional con lo moderno, lo clásico con los métodos de vanguardia en la gran tarea educativa, revolucionaria, de inicios del siglo.

martes, 15 de febrero de 2011

EL EROS KANTIANO: LIBERTAD DE ESPÍRITU Y AMOR A LA HUMANIDAD


                            Por Federico Osorio Altúzar                
(En memoria de G.H. Rodríguez y Francisco Larroyo)

Es muy grato evocar la figura de un ser humano excepcional. Un hombre “modesto y profundamente honesto”, dice la Dra. Dulce María Granja en el Estudio preliminar a una de sus obras perennes. Un hombre que resiste al tiempo con su enseñanza, templanza y dignidad.
Un hombre que elevó a lo universal, la noción de Humanidad postulándola como idea: tarea por la cual se afana la totalidad de los seres humanos. Un  hombre para quien la finitud no fue motivo de frustración y derrota. Un hombre para quien la religión brota del corazón y se vivifica en la fuente inescrutable de la razón. Ese hombre es Immanuel Kant.
En el Estudio preliminar a las “Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime”, de Kant (FCE, 2004), traducida por la Dra. Granja Castro, puede leerse en su bello homenaje al maestro de Könisberg: “En el ocaso de su vida Kant declaró al médico que lo atendía que nunca se había apagado el amor que sentía por la humanidad. Por mi parte, daré por muy bien pagados todos mis esfuerzos si con la lectura del libro que tenemos en las manos se puede despertar en los hombres y mujeres de hoy una mirada profunda y delicada de ese mismo amor”.
Impulsada por su eros kantiano, la doctora Granja es sin duda la promotora más destacada por su generoso esfuerzo, perseverancia y determinación, consagrado en la ardua labor para difundir en lengua española la obra de Kant, poniendo al alcance de lectores afortunados el tesoro del pensamiento crítico en impresiones bilingües, escrupulosamente presentadas con el máximo decoro editorial y elevado profesionalismo. “Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime” dio inicio, por cierto, a la Biblioteca Immanuel Kant del FCE.
Académica muy respetable en el claustro de profesores universitarios (UNAM y UAM), su prestigio intelectual se incrementa en la medida que la Biblioteca Immanuel Kant, impresa por el Fondo de Cultura, enriquece su acervo, y así su muy considerable contribución si se toma en cuenta que, en poco más de seis años, ha participado en dar a conocer obras de Kant como las siguientes: “Crítica de la razón pura”, Crítica de la razón práctica”, “Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime”, “Los progresos de la metafísica”. Añadamos su autoría en libros como “Kant en español” (UNAM-UAM, 1997) y “El neokantismo en México” (UNAM, 2001). Dirige en la UAM, el Centro de Documentación kantiana.  
(Aquí un paréntesis: Guillermo Héctor Rodríguez y Francisco Larroyo, héroes del neokantismo en México, irradiaron saber filosófico crítico principalmente desde las aulas universitarias entre los años de 1940 a 1970. Alumnos suyos, maestros inmediatamente después, tienen sitio eminente en la memoria de esta vertiente de la filosofía: Bernabé Navarro, Fausto Terrazas, Ulises  Schmill, Ricardo Guerra y Miguel Bueno, para citar a quienes ahora vienen a la memoria)
La fortuna ha querido que el eros kantiano continúe brillando, en singular continuidad; que la antorcha del criticismo filosófico ilumine, con asombrosa intensidad, en momentos en que el genio y la visión universal de Kant tienen mucho qué decir en temas como el avance portentoso de las ciencias, de la historia y las técnicas del arte. Asimismo, en asuntos apremiantes sobre la guerra y la paz, la libertad de expresión, la igualdad de género; en fin, de la democracia sin fronteras, la educación laica, el armamentismo y el derecho a la autodeterminación.
Kant palpita, con vigor extraordinario desde la cátedra; alumbra en la página impresa, vibra en los parlamentos, inunda con renovada lucidez todos los espacios de la cultura y el saber. Hace oír su “Sapere aude!” y el “De nobis ipsis silemus”.


lunes, 7 de febrero de 2011

PSICOTERAPIA: ALIVIO PARA LA ANSIEDAD




                                                      Por Federico Osorio Altúzar

Acabo de leer en la página de Universidad Gestalt (MundoGestalt.com) el ensayo de María Ivett Clark Perla, publicado con el rubro arriba enunciado, el pasado 14 de enero, cuyo tema atrae al lector, por su actualidad, y lo persuade a seguir el texto hasta el final. Temas como el de la ansiedad, el miedo, el delirio o la depresión, en mayor o menor medida, nos atañe a todos, directa o indirectamente, de forma individual o social.
Desde el ya lejano año en el que Lawrence K. Frank dio a conocer su disertación intitulada “La sociedad como paciente” (1941), la literatura psicoanalítica sobre temas que representan trastornos mentales como el susodicho,  ha registrado un auge extraordinario impulsado por la irrupción de manifestaciones atípicas en la vida posmoderna.
Erich Fromm dio a conocer en aquel año su ya clásico estudio difundido en varias lenguas “Miedo a la libertad”, en donde analiza los efectos de la desocupación, la amenaza de la violencia, los barruntos de guerra, todo lo cual confluye en el sentimiento de soledad e insignificancia, así como de impotencia, hasta llegar a la sensación de pánico.
Frank, por su parte, sustentaría la hipótesis crítica en el sentido de que no hay algo dado como una parte del cosmos. Expresa que “el orden social ha de obtenerse y la naturaleza y el carácter del orden social que se pretende, han de obtenerse”. Estarán dictados, agrega, “por las creencias y los supuestos culturales básicos y por la condición de la sensibilidad o el sentimiento que esa cultura desarrolla en los individuos que compone el grupo”.
Volviendo al escrito de Clark Perla, cuyo apoyo bibliográfico incluye, entre varios autores, a David Burns y Ricardo Ros, cuyos ensayos se ocupan del tema a partir de la posibilidad de decir  “adiós” y  por un “stop” a la ansiedad, expone el tema bajo la orientación  de la psicología clínica según la siguiente hipótesis: cada persona tiene una manera determinada de ver (y comprender) el mundo. Precisa: esta forma de establecer una relación con la realidad depende de los filtros que vaya poniendo a lo largo de su vida, a través de la cultura, la educación, las relaciones afectivas, lo que considere un éxito o un fracaso.
Ahora bien, si la ansiedad es un trastorno de la personalidad y, sin eufemismos, es un trastorno mental, no habría que adjudicar a lo externo, sin más, las causas de dicha distorsión o las que le son adyacentes, la obsesión por caso. Nos hace recordar aquí la admonición del poeta y filósofo Friedrich Schiller: no lo busques fuera, ahí lo busca el loco; está dentro de ti, tú lo produces incesantemente.  
Ivette Clark invoca a Ros para quien la ansiedad “no es más que una forma que tiene nuestra mente, nuestro pensamiento, de relacionarse con la realidad. Es una manera equivocada, confusa y distorsionada, de ver la realidad. Las personas que tienen ansiedad confunden la representación que hace su pensamiento de lo que ocurre, con la realidad misma. Ellas ´saben ´ intelectualmente,  racionalmente¸ que esa no es la realidad, pero no pueden evitar ´sentir´ una realidad inexistente, que les produce miedo y ansiedad”.
Hasta aquí Ros y hasta aquí nuestra reseña del ensayo.
Pero no cerraríamos nuestro comentario sin esta acotación de María Ivette: “La gran noticia es que hoy en día resulta posible superar la ansiedad sin medicaciones, y con el pronóstico de una recuperación completa. Existen, asegura, diversos modelos psicoterapéuticos.
Esto nos recuerda, por cierto, al viejo filósofo griego Antifón, hace dos y medio milenios, y su tesis sobre el arte de combatir la tristeza; es decir, los orígenes del psicoanálisis cuando la palabra, el verbo, el diálogo y la interlocución sirvieron a la finalidad de mitigar los efectos de trastornos psicológicos. Desde entonces…

martes, 1 de febrero de 2011

A CIEN DÍAS DE GOBIERNO, CON CÉSAR DUARTE JÁQUEZ



           Por Federico Osorio Altúzar

En un mesurado y vigoroso tono de conversación periodística,  revelador de la personalidad de César Duarte, el distinguido comunicador y académico doctor Javier H. Contreras, da a los chihuahuenses y a la opinión pública nacional un ágil relato acerca de los primeros cien días de su gobierno en el Estado, se dice, más vapuleado por la criminalidad.
Hombre de leyes, conciliador, de bien ganada fama en cuanto a pertinencia para manejar asuntos públicos, el César Duarte que emerge de la entrevista con el director de El Heraldo de Chihuahua es un político moderno, maduro a pesar de su relativamente corta edad; de pulso firme y con profunda visión de Estado. Confirma que los electores no se equivocaron al poner su voto en los comicios.
Tres meses resulta poco tiempo para evaluar la obra de un mandatario, si se trata la del Ejecutivo en una entidad sumida en el piélago de males sociales: secuestros y ejecuciones; amenazas abiertas y veladas; intimidaciones, prevaricación e impericia en la esfera de la vida institucional.
Emerge del diálogo un liderazgo a prueba; la imagen de un líder que llega al desempeño de su responsabilidad en plenitud de fuerzas y capacidades para ejercer el arte de mandar. Aparece ahí el César Duarte que, después de alejarse del Estado a fin de coordinar voluntades, iniciativas y propuestas en la sede del Congreso federal, está de regreso para ofrendar confianza y certidumbre a sus conciudadanos; restaurar la frustrada paz social a causa de la impunidad, el concesionismo oculto en la impostura y la falsedad..
En medio de la peor tormenta en el enclave de la seguridad pública, avivada por resoluciones inciertas en la administración y procuración de justicia, acosado su régimen por la artera provocación que ha hecho a los cuerpos de seguridad agredirse entre sí en vez de proteger y amparar a la sociedad, ahora se le quiere maniatar y atrapar en pleitos, riñas y escándalos que no llevan sino a pervertir las funciones públicas. ¿Con que finalidad? Para que el Gobernador incumpla y se distraiga de sus más altos deberes y evitar que la eficacia y la eficiencia se sobrepongan a la inoperancia y la impunidad.
A no politizar la política sino a moralizarla, llama el Gobernador.  A refundar los poderes, convoca, sobre las bases de la juridicidad; es decir, sobre el cimiento inconmovible de la validez y la eficacia del Derecho positivo y la coordinación de poderes. Y no para dividir y confrontar. Se compromete, así, a dar sustento de gobernabilidad a las promesas y los ofrecimientos, como en el caso de iniciativas con dedicatoria y advertencia a los cárteles y mafias de la criminalidad. (Ahí está la relativa a cadena perpetua para los violadores, sicarios, secuestradores y asesinos de periodistas) Obras son amores. Y el meollo de sus mensajes es en el sentido de traducir en realizaciones, normas y preceptos.
Hombre de leyes y no de temperamento, en las conversaciones que sin duda pasarán a la crónica de los testimonios, Duarte Jáquez asegura, con espontaneidad, rigor y franqueza, su disposición a dar prestancia y eficacia al federalismo. Los órganos de poder, precisa, no son islas, entidades incomunicadas entre sí. Forman un archipiélago en donde el gobierno federal, los Estados y los municipios han de ser forma, estructura y cauce para una vida democrática en donde sea posible el disfrute del trabajo organizado, con armonía y paz social.
Líder bajo el crisol de la dura experiencia, alcanzado por el dolor y el luto en estos difíciles momentos, el gobernador de Chihuahua, César Duarte, está en la mira de millones y millones de mexicanos que aguardan, con fe y esperanza, en las instituciones de un México donde prevalezca la legalidad, la comprensión y la honrosa dignidad.