Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 25 de junio de 2018

GOBIERNO DE GABINETE: PROPUESTAS


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Sin pena ni gloria terminó el debate de los presidenciables. Habrá que admitir que tuvo más de lo primero que de lo último.
La  tendencia a la compra vedada, implícita, del voto como que no quiere la cosa, estuvo a la orden del día.
De lo implícito, no pocas veces, se pasó a lo explícito. Tal fue el caso del ofrecimiento de múltiples beneficios a los ancianos y a las mujeres. Se habló inclusive de dos mil quinientos pesos  y de mil quinientos a las mujeres solteras. Y a los adolescentes y jóvenes, se ofreció becas al por mayor. La condición: dar el voto ciudadano el 1º. De julio venidero.
Pero el colmo de los colmos fue el reparto con todo, nombre y dirección, de una tarjeta bancaria, o mejor del remedo de un documento así, para sugerir, a cambio del voto, los apoyos económicos que caerán de las nubes como premio a la bondadosa dádiva. Habrá qué indagar cómo obtuvieron la susodicha información personalizada.
Todo esto, sin mencionar las escenas paradisíacas que sobrevendrían, dijeron en su precampaña, si los ciudadanos se pronuncian en favor de X candidato.
Unos cuantos días faltan para el día clave y para que caiga el telón de lo que ha dado en llamarse la elección más democrática habida y por haber en la cual el votante habrá de decidir el futuro económico, educativo y de bienestar en general.
No obstante, quedaron lejos del debate temas como la relativización del poder, los controles de éste con una normatividad específica, así como el rechazo de una concentración mayor de las decisiones en una sola persona o en un conjunto de instituciones que darían lugar a la imposición de una dictadura, de izquierda o conservadora; en suma, al ejercicio del absolutismo y al terrorismo de Estado.
El libro del doctor Diego Valadés “El Gobierno de Gabinete”, editado por la UNAM en 2003, se ocupa del tema enunciado como título en este comentario, al “examinar, afirma, las posibilidades de organización  y el control del poder que ofrece  una institución de oriundez parlamentaria”. Observa, no obstante: “Con vocación de universalidad institucional, el gobierno de gabinete”.
Por encima de la prolijidad lingüística, el doctor Valadés analiza el requerimiento del contenido normativo, haciendo la salvedad de los extremos: la inhibición en cuanto a su cumplimiento y a la apertura al ludibrio común en estos casos.
El ejercicio democrático del poder no implica, así, la concentración de su ejercicio por parte de una persona, como tampoco por un segmento de los funcionarios designados con ese efecto.
Decir presidencialismo no agota la posibilidad del gobierno de gabinete como tampoco afirmar que se está, a secas, al lado del parlamentarismo.
Temas como éste y su consiguiente dilucidación representan el complejo ensayo teórico; es decir, su discusión por especialistas y hombres de Estado. La experiencia sigue en lo que toca a su implementación y práctica.
El debate de los presidenciables ha dejado, con todo y lo doloroso de la pérdida de tiempo y los derroches de dinero por parte de quienes les ha tocado hacer el teatro sin fin, abierta la posibilidad de avanzar.
Mientras tanto, es urgente la difusión de estudios como el del doctor Valadés, miembro muy distinguido del cuerpo de investigadores en el área del Derecho, dentro de la UNAM.
Su inteligencia, dedicación y honradez intelectual son aportación, de muy alto valor en nuestra Casa de Estudios.

lunes, 18 de junio de 2018

PAOLA VIANELLO: EN MEMORIA


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Entre los actos académicos efectuados para conmemorar el Sesquicentenario de la Escuela Nacional Preparatoria  cabe mencionar el ciclo de conferencias organizado por Rosenda A. Romero Martínez, incansable promotora de la difusión de las letras clásicas en la UNAM, jefa del departamento del área en cuestión, particularmente en el seno de la ancestral institución al servicio de la educación media superior en México.
Recientemente, la mencionada coordinadora académica (nos referimos a la maestra Romero Martínez) encabezó el ciclo de participaciones con el propósito de elevar a compromiso la tarea de difundir la cultura clásica, lo cual permite ir más allá de lo meramente helénico y romano.
Mesopotamia, Siria, Egipto  ofrecen el flanco olvidado  que, por cierto, ha resucitado Hutchinson con su “Creta Prehistórica” y ha enaltecido asimismo Martin Bernal en “Atenea Negra”.
Decir y pensar lo clásico no siempre ha suscitado en el ánimo la noción de modernidad, o bien de contemporaneidad. Más bien se ha entendido como algo ancestral, sinónimo de antiguo; incluso obsoleto y periclitado.
No obstante, es cosecha viva, viviente, cuya permanencia equivale a la semilla prodigiosa que mantiene los pilares de nuestra actual cultura.
Lo clásico, así, se convierte en la herencia rediviva, el ADN aportado por mujeres y hombres que son los arquitectos de nuestro pasado, del presente y del futuro de la Historia universal.
En el trasfondo de aquellas hazañas imperecederas. destaca  la efigie de la doctora Paola Vianello, fundadora y primera presidenta (en l999)  de la Asociación Mexicana de Estudios Clásicos (AMEC)   
Italiana de origen, la maestra Vianello se identificó con la enseñanza superior en la UNAM a través del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Casa de Estudios, al grado tal que una vez fallecida, sus deudos cumplieron uno de sus caros anhelos al donar su biblioteca personal de casi diez mil obras clásicas al acervo que lleva el nombre de otro inolvidable maestro, don Rubén Bonifaz Nuño.
En dicha ocasión inaugural, la doctora Vianello expresó: ” Todas las formas de comunicación y discurso serán experimentadas en la AMEC para lograr nuestros objetivos de construir una comunidad participativa, informada  e integrada por confluencias  recíprocas: conferencias, mesas redondas, cursos, talleres, coloquios, encuentros, congresos, artículos científicos y de difusión, libros, folletos, traducciones, programas de radio, exposiciones, visitas guiadas, representaciones o funciones culturales…”
Entretanto ocurre la difusión de la cultura clásica, sirvan estas líneas para honrar la memoria de quien logró sembrar en las mentes y los corazones unas semillas que dan su fruto actualmente, en la medida que se lleva a cabo la compartición de la cultura antigua como cimiento y proyecto de incalculables resonancias.
Redefinir lo clásico, convirtiendo la herencia ancestral en fuente de vida académica y cultural en sentido amplio, es labor que no concluye con el auge de la escolástica y el pensamiento tradicional en los preámbulos de la Edad Media.
Ese paso, resulta aportación, entre otras, para el desarrollo de las metas y objetivos propuestos por la AMEC y su entusiasta e inolvidable inspiradora, la doctora Vianello, a quien ningún homenaje, a pesar de todo, hará palidecer su inconmensurable aporte por nuestras aulas y cubículos. Y su inextinguible ejemplo de creatividad. Y por su brillante desempeño bibliográfico.

domingo, 10 de junio de 2018

DONALD TRUMP, ENEMIGO DE LA DEMOCRACIA INTERNACIONAL


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El Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump es, prueba en contrario, el enemigo principal de la democracia internacional. No ha sido, como podría suponerse, asunto fácil. Ha tenido que bregar en el Congreso de su país, como franco disidente. Con todo ha salido victorioso frente a los demócratas y ante los republicanos mismos. Ni qué pensar de los demócratas que estuvieron y siguen estando en su contra.
Es el protector de los grandes inversionistas de la vecina nación, de los poderosos e insensibles empresarios y líderes conservadores del más grande imperio habido y por haber.
Nada cómodo es, a pesar de todo, el desempeñarse como Mandatario racista en un país en donde han ocupado el solio del poder un  Lincoln y un  Obama, contrarios a la ideología propulsora del derecho del más fuerte. Entendiendo por supremacía el color de la piel, la ideología del abanderado de la Casa Blanca. Menos, mucho menos, en la patria de Luther King, calificado prócer del igualitarismo.
O bien en el solar donde fue Cuna de John F. Kennedy, Presidente y mártir, quien promovió la alianza americana a fin de socavar la filosofía del más fuerte basada en el dinero y la utilidad a ultranza. El nombre de Alianza para el Progreso apenas si es recordado; vive y pervive en el olvido de los mandatarios que no estuvieron a la medida de una de la más noble de las ambiciones político-económicas.
El muy conocido por sus siglas, el TLCAN, y el G7, han sido foro para que Donald Trump propalara su odio hacia todo lo que se parezca a mociones y acuerdos multilaterales; es decir, a la dimensión política en sentido democrático para formular acuerdos, hacer arreglos y llegar a conclusiones en las que se valide la negociación, origen y trasfondo de todo Tratado.
En Canadá, Trump arremetió contra el Primer Ministro canadiense, llamándolo “deshonesto” y traidor. Antes,  a nuestro jefe del Ejecutivo, Enrique Peña Nieto, había sido objeto de numerosos denuestos e improperios por el “delito” de hacer la defensa legítima de los intereses de los mexicanos.
Se ve cómo es más fácil destruir que derrumbar, construir y reconstruir que edificar. En Trump su obsesión es llevar a cabo lo primero. Pero, ¿con qué propósito?, ¿con qué finalidad?
Diferentes razones han confluido en la decadencia y ruina de los imperios. Egipto, Atenas, Persia en el remoto pasado. Alemania, Japón, Inglaterra han conocido la supremacía internacional y también el derrumbe de sus ambiciones.
Pero en ningún caso, la autodestrucción ha sido cáncer agresivo como el que, por hoy, corroe a la nación-ejemplo de humanidad en muchos sentidos.
País de inmigrantes, los Estados Unidos no sólo han sido expansionistas, sino refugio de mujeres y hombres perseguidos por sus creencias religiosas. Es cuna de igualdad y campeón en la lucha por la discriminación. En su vasto territorio, sobresale el talento, la capacidad de crear y resolver enigmas en las ciencias naturales y humanísticas. Ahí están los Einstein, los Peirce, los Cassirer… Y tantos más.
Católicos y protestantes, creyentes y no creyentes, hijos de Buda y de Jehová, todos viven y conviven con arreglo a sus respectivas creencias en el marco de relativa paz y concordia.
Por largos años Donald Trump será evocado como el político que nada tiene que hacer en una casa en donde el igualitarismo, la libertad, son base para creer en lo que se quiere y querer lo que se piensa y profesa. Esto no es sino señal de respetabilidad y  encomio.

lunes, 4 de junio de 2018

NUESTRA INCIPIENTE DEMOCRACIA; LOS DEBATES


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Mal andan las cosas en nuestro medio político. Queriendo ser más papistas que el Papa, con todo respeto, se incurrió en la peor de las falacias: hacer pasar por democracia lo que no ha sido, hasta ahora, sino caricatura de la susodicha forma de gobierno.
Los debates públicos han sido todo lo que se quiera, menos una confrontación de ideas, de propuestas y modelos o paradigmas.
Todo se ha convertido en palabrería, en reyerta y guerra de ofertas, de dimes y diretes en el mejor de los casos.
A la invocación del voto como garantía de participación se ha seguido la andanada de ofrecimientos a cambio, lo que se traduce esta elección en  un vasto comercio en el que los aranceles son la compra-venta velada de sufragios.
Así, mientras unos, o unas, abiertamente ofrecen una cantidad determinado en caso de manifestarse su adherente, otros lo hacen prometiendo beneficios que no están al alcance de las familias pobres, bajo situaciones similares.
Disminuido o francamente rebajado el valor del voto ciudadano por parte de los demagogos de siempre, se ha puesto al descubierto mil y una formas de corrupción, mil y una tácticas para hacer del poder público fuente y venero inagotable de capitales mal habidas y gravámenes sin fin que laceran a la población.
Aparejado el latrocinio con la impunidad; es decir, identificado uno y otro en cuanto a la torva finalidad que se le asigna, no se sabría qué opinar acerca de que no está nada mal si se pusiera término final al fuero que, como manto protector, torna intocable al corrupto o autor de fechorías de esa clase.
No nos queda nada mal el dicho popular de “candil de la calle y oscuridad de la casa”. Nos referimos aquí al bloque de países que autodenominados, del que México es parte, en defensa de la democracia en Venezuela, para condenar vicios ancestrales. En otros términos: si hay instancias jurídicas internacionales para sancionar a cualquiera de los miembros de la OEA como es el caso, no cabe sino admitir que se trata de llano intervencionismo.
¿Y qué decir acerca de nuestras relaciones con el todopoderoso país del Norte? ¿Qué esperar de una relación en donde la dependencia se enseñorea en cada decisión en la que somos parte por determinación unilateral del dictador Donald Trump?
Poco o nada bueno hemos aprendido de nuestros vecinos a quienes por cierto hemos dado, de nuestras flaquezas y pobrezas, el apoyo requerido como en la Segunda Guerrra Mundial, por medio de alimentos producidos en el agro mexicano.
Mano de obra con bajo costo tuvieron a su alcance los agricultores estadunidense. Y ni qué hablar cuando nos enteramos de la llamada “fuga de cerebros”.
Se empobrece nuestra débil organización democrática por los embates de dentro y de fuera.
Los actuales contendientes por el máximo poder, la Presidencia de la República, han hecho todo lo humanamente posible por mostrarnos ante el escenario mundial como malos aprendices de la democracia histórica en cuyo seno los líderes son hechura de los ciudadanos y no al revés: esclavos y abyectos servidores de la voluntad omnímoda.
Reyerta y guerra de acusaciones han sido los debates preelectorales. Ofertas nada gratuitas al ciudadano común. La Nación se cubre de sangre: Mujeres, políticos y periodistas son las víctimas principales.
El clamor es ya unánime: escribir con punto final a las campañas semi eternas como la que nos ha tocado sufrir y padecer resignadamente. Basta ya de mentiras caricaturescas que nos causan daños irremediables.