Rinde,
en lo general, avances y logros la reforma educativa planteada y enfilada en
este sexenio, para su pronta aceptación y resolución. El Presidente Enrique Peña
Nieto entra a la posteridad por la puerta grande; es decir, si se analiza y
toma con seriedad en el recuento de su administración los avances registrados a
lo largo del sexenio.
La
UNAM, desde hace siglo y medio, preside el progreso incesante de la sociedad
mexicana. A través de la Escuela Nacional Preparatoria, con el doctor Gabino
Barreda, hizo propia la segunda revolución cultural europea (la primera es
representada en Grecia por la Atenas de Pericles).
Fue
entonces en aquel atardecer del siglo XVIII, cuando la enseñanza media superior
incorporó el espíritu científico en la nómina de materias, convirtiendo el
dogma en hipótesis y la educación eclesiástica en un formato humanístico que no
ha cesado de abrirse paso por encima de todas las ideologías habidas y por
haber.
Agosto
es, ahora, el mes de reinicio escolar.
La
Preparatoria acaba de realizar un ejercicio de introspección destinado a
sumarse a las reformas educativas y a presidirlas con signo propio.
Si
educar es enseñar a crear y no a memorizar las clases, entonces el terreno está
en condiciones de dar sus mejores frutos.
Hasta
hace muy poco, el maestro era el sacerdote que oficiaba sin que nadie lo
interpelara. “Magister dixit”, divisa incuestionable, hacía de la escuela, una
continuación de la revelación y una forma más de imponer criterios por encima
de cualquier argumento, afirmación o mera suposición.
Si
educar es enseñar a crear entonces el diálogo sofístico o socrático se
convierte en vía para que el maestro deje la palestra del absolutismo y el
alumno el papel de oyente sin voz ni voto.
La
creatividad cesa de ser la forma o el método para imponer ideas providenciales
e inconmovibles. Es camino que se hace
al caminar como quería el poeta. Los objetos de conocimiento ya no son
expresión eterna como el cielo de Platón para quien la verdad está por encima
de los hombres y la virtud es alcanzable por unos cuantos. Elegidos por un ser,
asimismo, eterno e inmutable.
Descrito
lo anterior, volvemos a lo que realiza la Preparatoria de la Universidad para
reasumir su liderazgo educativo, con el objetivo de presidir los avances
señalados y de acuerdo a sus más altas metas: formar al universitario como un
ciudadano confiable y copartícipe del progreso, el desarrollo con bienestar
social.
De
ese modo, la Preparatoria universitaria ha realizado encuentros y acciones
comunicativas para difundir valores éticos y teóricos que permitan la identidad
y el ejercicio de la libertad por medio de los conocimientos.
Si
enaltece la importancia de las novedades digitales es con la finalidad de afianzar
la creatividad y el cultivo libre de las ciencias y las humanidades. Lo mismo
habría que decir de la apertura de las bibliotecas al estudioso que inicia su
aventura en el mundo del saber.
Los
alumnos han dejado de ser, en este sentido, mesabancos y escuchas sin libertad
de opinar; los alumnos y los docentes dictadores de verdades absolutas que han
dejado de valer hace mucho tiempo.
Encuentros
para hacer causa común en cuanto al abandono de la enseñanza propedéutica como
una escuela de timoratos, incapaces de pensar por cuenta propia y dar razón de
lo que se dice y reflexiona.
Bien por este esfuerzo previo a la reanudación
de clases en todos los niveles. El diálogo y no el monólogo. La discusión y el
no estar de acuerdo en todo. El derecho a opinar y exponer puntos de vista
propios, sin temor al rechazo y a la discriminación.