Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 16 de noviembre de 2015

EL RECTOR GRAUE Y EL BACHILLERATO DE LA UNAM

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El próximo martes, 17 de este mes, asumirá la Rectoría de la UNAM el doctor Enrique Graue Wiechers, quien fuera director de la Facultad de Medicina de la Máxima Casa de Estudios del país.
El solemne acto tendrá verificativo en medio de una etapa crucial educativa nacional,  en horas clave para la reforma constitucional considerada eje de la modernización de la República. Es decir, pivote de la transformación del Estado mexicano.
En la Universidad Nacional, el cambio de “jefe nato” ocurre en términos de ejemplar normalidad, lo que convalida su carácter de plantel eminente y supremo de enseñanza superior, con investidura pública, cuyos órganos constitutivos refrendan en su actividad cotidiana los principios de libertad de cátedra e investigación.
El rector electo, a juicio de la Honorable Junta de Gobierno, es garante de valores  que dan continuidad a la educación media superior y superior en México. Abanderará, afirma, los ideales relativos a la defensa de la autonomía y la elevación integral de la calidad académica.
Entra con paso firme el doctor Graue a la Rectoría de la UNAM, a juzgar por su compromiso académico formulado ante la comunidad, mismo que asumirá en breve, y de acuerdo con declaraciones públicas en las que palpita un evidente compromiso social. Esto avala su idoneidad para coordinar las tareas de la docencia, la investigación y la difusión extramuros de la cultura universitaria la cual es patrimonio nacional, sin distinción alguna.
En los preámbulos del sesquicentenario de la Preparatoria, en el año que se cumplen tres cuartos de siglo de la consagración constitucional de la autonomía y el ochenta aniversario de Iniciación Universitaria (plantel 2 “Erasmo Castellanos Quinto”),  el rector entrante anuncia su proyecto reformador del Bachillerato, hace del dominio general y particular su determinación de impulsar la modernización integral de los planes y programas de estudio en los dos subsistemas, tomando en cuenta el relativo a los colegios de Ciencias y Humanidades y al ancestral, la Escuela Nacional Preparatoria,  fundado por Decreto del Presidente Benito Juárez, cuya primera directiva encabezó el doctor Gabino Barreda    
Un bachillerato de calidad propone el doctor Enrique Graue. Un bachillerato que asuma su papel de paradigma en el concierto de universidades públicas, en particular dentro de la red de instituciones adscritas a la UNAM.
Un bachillerato universitario digno de ese nombre, impregnado de los principios laicos, nacionalistas sin perder de vista los valores de universalidad y cosmopolitismo, de solidaridad  y cooperación. Un  sistema propedéutico fiel a sus orígenes y que le siguen dando prestancia y razón de ser a las metas y los objetivos de la educación media superior en el país.
El nuevo bachillerato que anuncia el sucesor del doctor Narro Robles implicará una reforma que irá desde los planes y programas de estudios a la actualización profesional de los docentes, desde el contenido programático al cambio de técnicas educativas. Asimismo, de la infraestructura de los inmuebles a la incorporación de los recursos tecnológicos en materia de aplicaciones informáticas, las más recientes.
Por cierto, no ara en el vacío su propuesta. El diplomado  actual en Dirección General de la ENP cubre  dicha expectativa.
Retoma con visos de renovado impulso y de aplicación eficiente y eficaz el proyecto   destinado al claustro magisterial, mediante la idea de reconfigurar la carrera docente con plazas de tiempo completo a quienes acrediten niveles de Maestría y Doctorado, lo que sentaría el precedente de excelencia en el ejercicio de la actividad.

Por esa vía, los exámenes de oposición dejarían de ser sólo fórmulas vacías y promesas carentes de estímulo para quienes eligieron la vocación de enseñar a crear y dar a la enseñanza el carácter de comunicación y diálogo inventivo para formar los profesionales que la nación demanda y requiere con particular apremio.