El
próximo martes, 17 de este mes, asumirá la Rectoría de la UNAM el doctor
Enrique Graue Wiechers, quien fuera director de la Facultad de Medicina de la
Máxima Casa de Estudios del país.
El solemne acto
tendrá verificativo en medio de una etapa crucial educativa nacional, en horas clave para la reforma constitucional
considerada eje de la modernización de la República. Es decir, pivote de la
transformación del Estado mexicano.
En
la Universidad Nacional, el cambio de “jefe nato” ocurre en términos de ejemplar
normalidad, lo que convalida su carácter de plantel eminente y supremo de
enseñanza superior, con investidura pública, cuyos órganos constitutivos
refrendan en su actividad cotidiana los principios de libertad de cátedra e
investigación.
El
rector electo, a juicio de la Honorable Junta de Gobierno, es garante de
valores que dan continuidad a la
educación media superior y superior en México. Abanderará, afirma, los ideales
relativos a la defensa de la autonomía y la elevación integral de la calidad
académica.
Entra
con paso firme el doctor Graue a la Rectoría de la UNAM, a juzgar por su
compromiso académico formulado ante la comunidad, mismo que asumirá en breve, y
de acuerdo con declaraciones públicas en las que palpita un evidente compromiso
social. Esto avala su idoneidad para coordinar las tareas de la docencia, la investigación
y la difusión extramuros de la cultura universitaria la cual es patrimonio
nacional, sin distinción alguna.
En
los preámbulos del sesquicentenario de la Preparatoria, en el año que se
cumplen tres cuartos de siglo de la consagración constitucional de la autonomía
y el ochenta aniversario de Iniciación Universitaria (plantel 2 “Erasmo Castellanos
Quinto”), el rector entrante anuncia su
proyecto reformador del Bachillerato, hace del dominio general y particular su
determinación de impulsar la modernización integral de los planes y programas
de estudio en los dos subsistemas, tomando en cuenta el relativo a los colegios
de Ciencias y Humanidades y al ancestral, la Escuela Nacional Preparatoria, fundado por Decreto del Presidente Benito
Juárez, cuya primera directiva encabezó el doctor Gabino Barreda
Un
bachillerato de calidad propone el doctor Enrique Graue. Un bachillerato que
asuma su papel de paradigma en el concierto de universidades públicas, en
particular dentro de la red de instituciones adscritas a la UNAM.
Un
bachillerato universitario digno de ese nombre, impregnado de los principios
laicos, nacionalistas sin perder de vista los valores de universalidad y
cosmopolitismo, de solidaridad y
cooperación. Un sistema propedéutico
fiel a sus orígenes y que le siguen dando prestancia y razón de ser a las metas
y los objetivos de la educación media superior en el país.
El
nuevo bachillerato que anuncia el sucesor del doctor Narro Robles implicará una
reforma que irá desde los planes y programas de estudios a la actualización
profesional de los docentes, desde el contenido programático al cambio de
técnicas educativas. Asimismo, de la infraestructura de los inmuebles a la
incorporación de los recursos tecnológicos en materia de aplicaciones
informáticas, las más recientes.
Por cierto, no
ara en el vacío su propuesta. El diplomado
actual en Dirección General de la ENP cubre dicha expectativa.
Retoma
con visos de renovado impulso y de aplicación eficiente y eficaz el
proyecto destinado al claustro magisterial, mediante la
idea de reconfigurar la carrera docente con plazas de tiempo completo a quienes
acrediten niveles de Maestría y Doctorado, lo que sentaría el precedente de
excelencia en el ejercicio de la actividad.
Por
esa vía, los exámenes de oposición dejarían de ser sólo fórmulas vacías y
promesas carentes de estímulo para quienes eligieron la vocación de enseñar a
crear y dar a la enseñanza el carácter de comunicación y diálogo inventivo para
formar los profesionales que la nación demanda y requiere con particular
apremio.