Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







jueves, 20 de noviembre de 2014

FRENTE A LA DIFAMACIÓN Y LA CALUMNIA: LA MEJOR DEFENSA



Suelen ir de la mano violencia física y ofensiva verbal. La primera consiste en la agresión violenta y organizada; la segunda es contra la dignidad y la solvencia moral de las personas. Unas y otras tienen objetivos similares: derrotar al adversario, por medios contundentes, aunque con recursos distintos. 
Los días que corren están pletóricos de violencia y cargados de maledicencia.
Aquello que los malhechores no logran por intermedio de la aniquilación física del contrario, sus compinches de campaña tratan de obtenerlo con base en la difamación y la calumnia.
Dos casos ejemplifican lo relativo a la práctica de ofender, calumniar y denostar.
Uno, el que ocupa los titulares de todos los medios de la prensa y los noticieros de la Televisión: el relacionado con presunto ilícito atribuible a la señora Angélica Rivera de Peña Nieto, por la adquisición de un inmueble en el poniente de la Ciudad.
Dos, el traído y llevado asunto relativo a malversación de fondos por parte del Gobernador de Chihuahua, César Duarte, a causa de la compra fraudulenta de un banco por el Mandatario, quien accedería a la institución crediticia con dinero del erario estatal.
De manera inusual y con igual rapidez a la de sus acusadores, la Primera Dama salió en defensa propia, de su familia y de su esposo, el jefe del Ejecutivo nacional y describió, con lujo de pormenores, el origen legítimo, prueba en contrario, del patrimonio a que hicieron alusión los difamadores. Más aún, mencionó otros inmuebles a los que los ocultos denunciantes no habían hecho referencia. Actuó como la cónyuge de quien es: sin ser funcionaria mostró, con ejemplar resolución, la debida solidaridad con el Presidente, manifestando honestidad a los ojos de todos.
Por lo que se refiere a quien es el funcionario público de más alta jerarquía en Chihuahua, el Gobernador César Duarte, la denuncia para así llamarla tiene el valor, o disvalor en el caso, de la osadía. O, francamente, el de la ridiculez, que produce la sensación de murmurio e incluso de chisme.
Decimos lo anterior después de haber leído la atinente y lúcida entrevista al político chihuahuense, por el director general del “Heraldo de Chihuahua”, Dr. Javier H. Contreras y sus colaboradores D. Piñón y C. Ibarra. Ahí, Duarte Jáquez emerge de las preguntas y respuestas con el perfil de lo que ha sido desde tiempos lejanos; es decir, surge de sus orígenes familiares: ganadero, comerciante, hombre de empresa hasta llegar al cargo que lo convierte en Mandatario de los chihuahuenses, titular del Poder Ejecutivo en su Entidad.
Una trayectoria así, labrada con honestidad, disciplina y laboriosidad, habrá de estar lejos de la maledicencia, blindada frente a todos los dardos de la difamación.
Pero en política lo inesperado es regla y lo inédito pan de todos los días.
Sobre la humanidad de César Duarte han caído todos los improperios habidos y por haber, incluyendo el de ser comprador, dueño y usufructuario de un Banco que no existe, que no tiene ubicación domiciliaria ni fecha de fundación. Es decir, el Banco de mentiras, de “mentiritas” diríamos, a fin de darle su correcta dimensión. Pero que sus detractores se lo adjudican con timbres de solemnidad al lado de posesiones bursátiles de  anónimo e inconfesable origen.

Se queja de la andanada de infundios, y con justa razón. Se duele de ver cómo hace a un lado su obra reconstructiva al frente del Ejecutivo de la Entidad. ¿Y la tenaz labor de limpieza en los cerezos? ¿Y la política de sanidad en el área preventiva, hospitalaria y de dotación de fármacos en los centros de atención de la Tarahumara? ¿Y los esfuerzos en materia educativa a fin de que no haya en el Estado un alumno sin escuela y para que los “ninis” desaparezcan como los Cárteles de la droga y la criminalidad?