“Obras son amores”, cabe decir con el
clásico español Lope de Vega. Al pronunciamiento, han de añadirse los efectos.
Y éstos, los hechos, hay que reconocer que no hablan por sí mismos. Lo anterior
tiene que ver con lo recientemente expresado por el secretario del
Ayuntamiento, Antonio Alvidrez Librado, quien ha salido al frente para contener
el rumor equivalente a infundio en torno al destino del crédito concertado por
la Presidencia, cuyo monto es más de doscientos millones de pesos.
De toda falsedad es falso que el recurso
arduamente conseguido se haya perdido de la noche a la mañana. Falso que los
dineros ingresados a los haberes de la Alcaldía se utilicen con finalidad
torcida o guarden silenciosa espera con el propósito de no ir a su objetivo: el
beneficio de la sociedad.
Si bien, por otra parte, los hechos no
hablan por sí mismos, tienen una forma particular de hacerse manifiestos. Es
decir, están a la vista. Son obras en proceso de ejecución, en vías de
realización. O bien, se hallan en víspera de ser útiles.
Obra pública que no está a la vista, es
todo lo que se quiera, pero no es un hecho o hechos constatables en forma intuitiva, de inmediato.
Cuando mucho es promesa, proyecto, ofrecimiento que requiere del corto, del
mediano y aún del largo plazo. Por ejemplo, si se trata del alumbrado, las
lámparas y luminarias hablan por sí mismas. En el caso del pavimento, resulta
algo similar.
Los dueños de lo ajeno serían los
primeros en renegar por la claridad en calles de colonias marginadas. Y los
transeúntes que se desplazan al trabajo diario o a la escuela serían los más
dispuestos a recriminar a los encargados de resolver lo que causan baches y obstrucciones innecesarias.
Cabe reconocer, sin embargo, que los
problemas no se resuelven por arte de magia o por milagro. Y admitir que no
todo es “maná” que cae venturosamente de la altura. Tiempo y forma, dicen los
abogados, son condiciones para entablar y resolver litigios como también para para atender y dar respuesta a las demandas
ciudadanas. Cajeme es un Municipio en proceso de modernización.
Más que la torcida conjetura, en vez del
sarcasmo y el rumor con sentido de
acusación infundada, lo importante es hacer recuento de planes y programas
realizados, trazar un balance de obras en vía de ejecución o en espera por
falta de presupuestos detenidos o ilícitamente conculcados.
Más aún, habrá que hacerlo con
información a la mano y con ánimo analítico llevando a cabo un estudio de la
obra pública efectuada durante la administración a cargo del alcalde Díaz Brown.
Y escuchar, con espíritu crítico, aquello que dan a conocer funcionarios de su
equipo de trabajo, entre otros al tesorero
municipal Sergio Gastélum Allard, al Oficial Mayor Carlos Ibarra
Bringas, al titular de Obras Públicas y Ecología, Humberto Meza López y, a
otros más, como al responsable de Imagen Urbana y Servicios Públicos, Gilberto
Cornejo Clark.
Alvídrez Librado, secretario del Ayuntamiento, invoca el
criterio del ISAF en cuanto a que no hay observación alguna, con sentido
negativo, sobre el manejo de los
recursos municipales. Además, trae a colación el dato según el cual se califica
a Cajeme como Ayuntamiento transparente en razón de la honesta administración
de los recursos allegados con base en atribuciones y derechos del Ayuntamiento.
En resumen, el Municipio de Cajeme tiene
calificación de transparencia administrativa por lo que se refiere a la
pertinencia en la aplicación del Presupuestario.
Asimismo, se reconoce nacionalmente el buen oficio para acrecentar su
patrimonio por más de 500 millones de
pesos.
A la luz de lo que ocurre en otras partes
del país, los cajemenses se encuentran vacunados contra el virus de la
desinformación y contra las campañas de mentiras.