Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 17 de noviembre de 2014

CAJEME: UN MODELO DE ADMINISTRACIÓN MUNICIPAL



Luces y sombras se abaten sobre la geografía política, económica y social del país.  Más se habla, se escucha y se comenta sobre lo segundo; lo sombrío invade todo lo extenso del norte, centro y sur de la Nación. Las luces se dejan aparte como si fuese algo normal y  cotidiano, sobre aquello que no es indispensable mencionar, mucho menos ponderar con  signo positivo.
Sobre Estados y Municipios habrá, no obstante, mucho qué decir. Y decirlo en tono optimista, a fin de que el pesimismo y la zozobra no hagan mella en el ánimo popular, evitando por supuesto el conformismo y el desdén que suele, a menudo, hacer su parte negativa cuando no demoledora.
En el Sur de Sonora, por ejemplo, el Municipio de Cajeme ha tenido de todo. Para empezar el “affaire” Acueducto Independencia tiende una especie de velo denso que no deja ver  más allá de su contorno. O sea, arbitrariedad y acoso, “violación” sistemática del Estado de Derecho y negligencia o contubernio de los organismos responsables de resolver, en tiempo y forma, una controversia constitucional convertida en fabulosa sarta de mentiras, engaños y de espera que puede convertirse en pretexto para la violencia organizada. Dado lo que se ventila día a día, los adversarios del régimen actual no perderían la ocasión para llevar agua a su triturador molino.
Pero la municipalidad, por otra parte, ha venido haciendo con resolución y constancia, apegadas siempre a la normatividad establecida en el artículo 115 de la Constitución, lo que decenas de ayuntamientos no han querido realizar teniendo recursos del estado y apoyos financieros de la Federación. Estos, a título de premios ganados a pulso por la sumisión y la obediencia.
El alcalde Rogelio Díaz Brown, en uso de sus atribuciones, ha sido desde hace un par de años la palanca capaz de mover voluntades en el centro financiero y político de la Federación con el propósito de obtener los recursos que la administración panista del Estado le ha restringido, aplazado y hasta recortado en el  capítulo presupuestal. A pesar de ello, el munícipe ha dado continuidad, con ejemplar denuedo, al legado constructivo de sus antecesores.
Entera el alcalde a la ciudadanía del resultado de sus gestiones con la finalidad de conseguir que los apoyos concurran a su jurisdicción no sólo con oportunidad y expedición. Y da al respecto la noticia de que en el presupuesto federal 2015, Cajeme se verá favorecido con un importante incremento, mismo que será como la vara de Moisés en cuanto a calmar la sed de obras públicas; por ejemplo, la pavimentación  y culminar a tiempo el viejo sueño comunitario: el Hospital General de Pueblo Yaqui.
Por su parte, el síndico municipal Manuel Montaño Gutiérrez  da la buena nueva  que viene a reafirmar la credibilidad y la confianza en sus líderes gubernamentales por parte de los cajemenses. El Municipio ostenta, así, el honor de presentarse, con plusvalía, ante propios y extraños. Da el dato cuantitativo de que se  eleva a 500 millones de pesos más el valor de su patrimonio. Y refiere que la plusvalía está relacionada con la eficacia del programa para la anexión de predios en situación irregular.

Cabe reconocer que al mismo tiempo de que el Senado de la República  promueve reformas en la Carta Magna con el objeto de regular,  en beneficio de los pobladores y en términos de transparencia, en la administración de bienes muebles e inmuebles de los municipios, hay casos ejemplares (citamos el caso de Cajeme) que expresan con elocuencia  que a la bondad de las iniciativas  puede sumarse la convicción de que los caminos están empedrados de alentadoras experiencias imputables a quienes ejercen la función de  gobernar, con arreglo a los principios de libertad,  responsabilidad y soberanía.