Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







sábado, 15 de noviembre de 2014

EL GOBERNADOR CÉSAR DUARTE: ENTRE SCILAS Y CARIBDIS

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Monstruos marinos, agresivos y temerarios eran los perversos acechantes que en ambas riberas del Estrecho de Mesina aguardaban el paso de naves cuyos tripulantes, las más de las veces desprevenidos, solían ser presas indefensas de aquéllos. Ulises hubo de sortearlos en retorno a su palacio de Ítaca.
Parecería mal intencionada la comparación, pero se ocurre con  motivo de la insólita  acometida que acaba de sufrir el mandatario de Chihuahua, César Duarte, quien fue acusado por senadores del PAN y del PRD, señalándosele como un furtivo adquiriente  nada menos que de un banco. Y por la increíble cantidad de ¡65 millones de pesos!
Objetivo de los aludidos seres mitológicos, el  moderno Ulises está indiciado por sus  astutos acusadores como si fuese un verdadero tránsfuga de la legalidad y no el titular del Ejecutivo de una Entidad en plena recuperación. Un Estado que, hasta hace poco más de tres años, era paradigma de inseguridad, ejemplo de contubernio entre algunas autoridades y malandros del crimen organizado.
En efecto, el Estado Grande, Chihuahua, cuna en la que mecieron grandes esperanzas  por el movimiento revolucionario de 1910, ha venido recobrando su perfil de solar en el que se asienta gente buena y emprendedora, afanosa en el cultivo del campo y en industria manufactureras.
Tierra de libertades y apta para el libre ejercicio cultural y político, en esta administración Chihuahua puso en práctica los ya conocidos juicios orales a fin de dar expedición a la justicia en los tribunales, y promovió formas para confinar a los delincuentes de acuerdo con índice como el de alto grado de peligrosidad, colocando a las cárceles del Estado en modelos a seguir.
Retomó el gobernador Duarte la política de apertura comercial con naciones allende el Atlántico, misma que contribuyó a que la Entidad norteña lograse el calificativo de Estado empleador en los primeros años de esta centuria. Vuelve, asimismo, al plano nacional,  y no por obra y desgracia de sus detractores, sino  por el mérito propio de sus hombres públicos que dan continuidad a programas lamentablemente interrumpidos sin razón o fundamento.
Volviendo a la política del golpeteo, de las artimañas, los infundios y las calumnias, César Duarte es ahora blanco de los Scilas y los Caribdis representados por autores frustrados de la politiquería al estilo del “Quítate que me pongo yo”, a cuyo efecto las ideologías, en el mejor sentido del término, no tienen nada qué hacer; son lo menos importantes. En cambio, lo que sí tiene para ellos relevancia es la toma del poder a toda costa; es decir, su obtención por medio de la razón de la fuerza y no a través de la fuerza de la razón.
Los antípodas se unen sin importarles dogmas, tesis y antítesis. La negación de la negación es su emblema y su táctica con el propósito de vencer. La ejercen sin calcular riesgos por dicha temeridad y sin ponderar el que dicha estrategia, a la postre, los habrá de poner en el lugar que les toca. Y que tienen merecido.
Está en camino la demanda por difamación asumida por la institución financiera Progreso, involucrada en la calumnia sin sustento, afirma el Ejecutivo estatal, con la  seguridad de no temer lo que no es causa de temor. Asegura tener consigo pruebas contundentes que abonan su conducta de Mandatario de la Entidad.
Ahí están, en todo caso, entidades que podrían atestiguar lo anterior: SCHP, CNB y el IPAB, entre otras.
Y vale la sabia moraleja en el sentido de que la mentira dura hasta que la verdad llega. No al contrario.

Al ser así, César Duarte, Gobernador de Chihuahua, puede dormir y  seguir laborando en digna paz, con su conciencia moral y política puesta en favor del progreso social, la seguridad pública y la prosperidad de sus coterráneos.