Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 5 de octubre de 2015

SONORA: FRENTE AL MONSTRUO DE TRES CABEZAS

Resultado de imagen para minotauro y ariadna


Tricefálico es el monstruo con el que batalla el gobierno de la República y los integrantes de la Federación: estados y municipios. De tres cabezas es el extraño ente, capaz de amedrentar, embestir y socavar a su presa, dejando una estela de daños irreversibles en el medio ambiente. Y de toda índole en la economía, el crecimiento y el desarrollo.
En Sonora y Chihuahua, Coahuila, Guerrero y San Luis Potosí, por mencionar unas entidades del país, los vestigios están a la vista. Monsanto para empezar, enseguida las mineras y después los cárteles de la droga, representan el rostro del implacable ser cuyas acciones terroríficas van de menos a más, sin que haya un Teseo capaz de dominarlo y exterminarlo.
Hace un par de meses, TRIBUNA DEL YAQUI recogía, con oportunidad, la protesta de agricultores cajemenses en contra de la publicitada transnacional. La razón: la osadía de Monsanto, cuyas provocaciones no dejan dudar de su fatuidad en el sentido de convertir el Valle en un vasto campo experimental para hacer pruebas piloto con semilla transgénica. El pasado fin de mes “La Jornada” informó acerca del objetivo de Monsanto: producir “maíz tecnificado” en alrededor de un millón de hectáreas en el sureste mexicano.       
Por lo que se refiere a las empresas mineras, extranjeras y desnacionalizadas, el repertorio documental sobre su actividad depredadora en Sonora amerita ya una memoria escrita, auditiva y visual, en donde quede constancia de la voracidad con la cual socavan, éstas, las entrañas de la tierra, así como el desdén para violentar las normas protectoras del ambiente, la salud de los pobladores y las relativas al derecho laboral, ejerciendo la opresión y la esclavitud simulada de manera impune.
¿Y qué decir de los cárteles de la droga? ¿Qué podría aducirse como argumento sobre su apoderamiento del territorio nacional como si fuesen copropietarios del suelo, de los caminos vecinales y de las autopistas, actuando con lujo de ilicitudes y cometiendo crímenes sin castigo y extorsiones sin que haya cárceles para ellos y sus aliados en las altas esferas?
Por lo que se refiere a consorcios de la clase de Monsanto, apenas si es mencionable la sorda y desigual batalla que libran los marginados pueblos indígenas a fin de sobrevivir. Víctimas de la insania de los abusivos rentistas y de los dueños del dinero público, sufren el acoso por parte de quienes saquean sus predios, confinándolos a vivir con penurias sin fin: agua contaminada para sus necesidades más elementales, uso y usufructo de sus campos de labranza en siembra de estupefacientes, marginación y exterminio por la falta de escuelas y clínicas, y a causa de los peores de todos los males sociales: el desempleo y el hambre programada.
En cuanto a la minería posmodernista que al parecer llegó para quedarse, hay toda una secuela de horror, drama y consternación entre las familias de los hombres de pico y pala que va convirtiéndose en un uso y costumbre por lo que tiene que ver con la propagación de flagelos, entre otros la silicosis y toda clase de enfermedades incurables y degradantes.
La práctica de rentar las tierras, enajenarlas al mejor postor, sin importar el destino de las mismas es, a la fecha, el vicio más extendido entre los poseedores humildes e indefensos en el panorama agrario del país. Véase si no el efecto nocivo que deriva del rentismo de los bienes que un día, de Lázaro Cárdenas hacia acá, fueron posesión inexpugnable, privativa, de ejidatarios sin fortuna, pero acaudalados por el tesoro de contar con algo propio, el agua y la tierra, ellos y sus descendientes.

Hoy la extorsión condena a muerte anticipada a pequeños agricultores, etnias enteras y ejidatarios por no prestarse a enajenar o a rentar sus predios. El monstruo de varias cabezas deambula por todo el territorio patrio. El estado de Sonora no es ajeno a este doloroso embate. Y no hay un héroe como Teseo para contenerlo. El hilo de Ariadna es inexistente.