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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







domingo, 11 de octubre de 2015

CÁTEDRA EN LA UNAM: PARA SER RECTOR

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Al fin Mater et Magistra, la Universidad Nacional de México (UNAM) da cátedra sin par, teniendo como tema la comunicación: la extensión informativa relativa a la sucesión en la Rectoría de la máxima Casa de Estudios.
Apartidista por definición, la Universidad Nacional da un paso adelante que impactará en los usos y costumbres para la selección y elección del aspirante idóneo a coordinar instituciones de educación superior, públicas y privadas. Asimismo, da enseñanzas que tienen que ver con el manejo de tendencias y prácticas que en mucho se vinculan a la manipulación y a la propaganda que conllevan engaño y triquiñuelas. Por vez primera, los aspirantes entran a la era de la competitividad, echando mano de los más recientes adelantos tecnológicos en materia de comunicación. Emplean, así, twitter, facebook, periscope e instagram con el objeto de dar la más amplia difusión a sus proyectos, planes y estrategias académicas. La finalidad es obvia: promover apoyo a su propuesta para acceder a la Rectoría.
Por mucho que se parezca en cuanto a la función de elegir, la Honorable Junta de Gobierno de la UNAM no se identifica con partidos políticos que, en términos generales son, ideológicamente hablando, de izquierda, derecha o del incoloro centro.
Ciertamente, sus integrantes son seres humanos, con propensión a errar o investidos de preferencias subjetivas. Más de una vez han concurrido intereses personales o de grupo en sus resoluciones.
Sin embargo, se trata de académicos distinguidos por su saber, sus tendencias e inclinaciones hacia la objetividad, condición en el ámbito del conocimiento  acerca de la naturaleza, la sociedad y del arte y su historia.
Saben que su decisión debe estar por encima de intereses efímeros dictados por situaciones del momento y motivados por mezquinas ambiciones y objetivos deleznables.
En pocas palabras, en torno a la elección de Rector habría que descartar, con todo y los asegunes de que se rodea, de los rituales y acciones mistéricas de que se inviste  la promoción entre los políticos, en donde lo esencial está en vencer más que en convencer, en ganar más que en persuadir por medio de la argumentación, el diálogo y la interlocución abierta a todos. Entre la mayoría de los interesados.
Pero dejando a un lado las triquiñuelas, engañifas y toda clase de trucos que imperan en la cuestionada actividad, cabe volver la mirada hacia lo que está ocurriendo en el precitado campus universitario a unas cuantas semanas de la sucesión del rector José Narro Robles. Particularmente en lo que se refiere a una amplia y masiva difusión informativa de proyectos y planes por parte de los aspirantes a la Rectoría de la UNAM.   
En vez de inhibir, censurar o tergiversar con ánimo inquisitorial las propuestas de los candidatos, la experiencia consiste en hacer ágil, expedita, accesible y asequible el contenido de las mismas con el propósito de que los destinatarios las valoren, sopesando sus pros y sus contras, y con la alta finalidad de que el órgano calificador y elector tome la decisión colegiada que se derive del análisis de las opiniones vertidas y conocidas oportunamente.
No hay aquí afán de esconder o de exhibir por exhibir a los participantes y directamente interesados. Muy por el contrario, la idea consiste en promover la libre manifestación de las preferencias por parte de una comunidad altamente ilustrada por el cultivo, la enseñanza y difusión extra muros del conocimiento y la cultura.
Bien por nuestra Máxima Casa de Estudios que abre, con ejemplaridad, las compuertas informativas sin temores ni consignas, que hacen daño inimaginable al socorrer la verdad a medias, la realidad con vestimenta que no va con la era de la modernidad informativa.

Los usos y costumbres democráticos no sólo han de parecerlo. En definitiva, deben serlo.