(Primera parte)
Tres
lustros hubo de esperar la publicación del libro “El Médico, el Rector” escrito
por Guillermo Soberón Acevedo. Consiste
en una especie de testamento de la vida y obra del Rector Magnífico (así, con
mayúsculas), a cuyo libro no estaría mal agregarle, además de Médico y Rector,
la denominación de Administrador, función que ejerció invariablemente con
dignidad, aplomo y honestidad.
El
título de referencia vio la luz este año, para beneplácito y beneficio de
universitarios y lectores en general.
Editado
por el Fondo de Cultura Económica-UNAM, se
encuentra en las principales librerías de la Capital y del interior. Por otra
parte, ha salido de las prensas en horas de transición dentro de la Universidad,
con motivo de la elección de rector.
Este
proceso trascendental ocurre en términos de calma y normalidad. Termina el
rectorado del doctor José Narro con saldo a su favor en cuanto a que, durante los
ocho años de su gestión, salvo una que otra alteración del orden interno,
ocasional, todo ocurrió sin efectos mayores que lamentar.
La
H. Junta de Gobierno de la UNAM ha dado
a conocer, tras riguroso escrutinio y
ponderado análisis, los nombres de diez aspirantes al relevante cargo, mismos
que serán convocados, uno después de otro, con el fin de exponer ante el órgano
elector las propuestas y el proyecto, los
cuales coordinarían a fin de impulsar los destinos académicos de la
institución.
La
comunidad preparatoriana, la de mayor población dentro del campus
universitario, cifra sus esperanzas en el ascenso de un rector poseedor de honda
sensibilidad; es decir, congruente y capaz de enarbolar, con talento y
pertinencia, el legado que representa el sesquicentenario de la Preparatoria.
No
falta quienes opinen, entre los docentes
preparatorianos, que un contendiente así, con dichas cualidades, es Francisco
Gonzalo Bolívar Zapata. Dan sus razones, con ese efecto.
Se
trataría, así, de un rector que demuestre, en este sentido, comprensión del
legado histórico en la lucha por la autonomía en que ha participado la Preparatoria
desde su fundación y a través de las principales mutaciones que ha
experimentado la UNAM.
Un
líder académico imbuido de pasión por los valores que entraña la educación
media superior y superior, en docencia, investigación, difusión y extensión
cultural. Diligente y participativo en la tesitura que implica la reforma
educativa nacional. Abanderado de la
continuidad de la casa de estudios y del proyecto de país en marcha.
Se
quiere y se requiere un rector con visión de futuro, para quien el pasado no sea
lastre ni obstáculo, sino gozne vigoroso en la cadena de vida educativa que
representa la Universidad.
Es
decir, desde la Real y Pontificia a la
Universidad Nacional Autónoma, con todo y sus reformas: desde los proyectos
de autonomía de Palavicini, las leyes del
29 y del 45, hasta la reforma constitucional de 1980 encabezada por el doctor Soberón Acevedo, cuya obra da motivo
a este comentario.
Médico,
docente e investigador, dejó a su paso en la cátedra y en el Instituto de Investigaciones Biomédicas, la impronta de su talento y saber. Egresado de la Facultad
de Medicina lo fue, asimismo, de la Universidad de Wisconsin. Reconocidos son
los servicios suyos consagrados como secretario de Salud en el gobierno
federal, su participación en la Fundación Mexicana para la Salud. Igualmente es
su aportación durante el proceso innovador, reconstructivo, de la autonomía
universitaria convertida en norma constitucional durante su rectorado.
Nonagenario,
el doctor Soberón, autor, es motivo de
presentaciones en el Colegio Nacional y
en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, con disertaciones de
Jaime Martucelli y Julio Frenk. A final del mes, las conferencias dedicadas a
la presentación de la citada obra estarán a cargo de Diego Valadés y Octavio
Novaro Peñalosa.
El
libro es de palpitante
actualidad. Son destinatarios de la valiosa obra universitarios y lectores
interesados en los destinos de la educación, particularmente de la formación
integral de profesionales y ciudadanos libres y responsables, con vocación
innovadora y creativa.
Es
memoria documental, la de uno de los personajes ilustres de México, cuya obra
cubre la mitad del siglo XX y trasciende a nuestra centuria, permeando valores
educativos en estas dos primeras décadas del siglo XXI.
Como
profesional de la Medicina, Guillermo Soberón es recordado por su desempeño en
la docencia y la investigación en la UNAM, el Instituto de Nutrición, la
Secretaría de Salud y la Fundación
Mexicana para la Salud.
Su
labor como académico, refundador de la UNAM (su casa de estudios), es objeto de
reflexión y análisis, de ponderada valoración a la luz de sucesos de
trascendencia nacional y sucesos al
interior de la institución.
El
precitado libro, a juicio de los editores, es evocación y testamento. En sus
páginas palpitan recuerdos afectivos: familiares, amistosos y de índole social.
El
acento es eminentemente autobiográfico en el sentido del pensador inglés,
R.G.Collingwood, para quien el género
autobiográfico consiste en relatar, describir o reseñar aquello que es el leiv motiv de alguien: lo que ha hecho y
hace, su actividad más relevante y distintiva.
El
Proemio a su ejercicio de rector de la UNAM, es de Diego Valadés, abogado
general de la institución en aquellos
arduos momentos. Se trata de un instructivo y brillante recuento de hechos,
cuyo sentido podría iluminar el presente en más de una vertiente.
Para
citar algunas ahí está la elección de rector que, como a inicios de la ya
lejana década de los años sesenta se
plantea decisiva no sólo para la máxima casa de estudios sino para los centros
de enseñanza superior en el país.
Asimismo,
en los actuales preámbulos de la reforma electoral en ciernes, del deslinde
entre lo laboral y lo docente en los centros educativos adscritos a la SEP, lo
ocurrido entonces tiene el alcance de ejemplo a proseguir en cuanto precedente digno de tomar en cuenta a fin de
plantear y resolver la candente problemática de nuestros días.
Aquí
cabe transcribir las ideas sobre el tema por parte de quien fue considerado por
el popio ex rector, en varias ocasiones,
el abogado e investigador, como candidato
idóneo, una de las más distinguidas cartas para asumir la rectoría de la
Universidad.
“El
periodo rectoral de Guillermo Soberón, escribe, tuvo repercusiones en el
sistema universitario nacional porque se produjo en un momento en el que la
crisis de la educación superior afectaba
a la juventud de todo el país. Las circunstancias imperantes también tenían efectos nocivos para la investigación
y para las actividades culturales”.
Los
años que van de 1973 a 1981 fueron de verdadera transición hacia la
consolidación de la autonomía universitaria, proceso y lucha que culminó desde
el punto de vista normativo con la promulgación de la reforma l artículo tercero
constitucional. Guillermo Soberón estuvo al frente, en su inconmovible función
de capitán del barco, ejerciendo incólume defensa de la institución.
La
reforma de 1980 no fue, ciertamente, la panacea, el fin final de la
controversia originada medio siglo antes con el movimiento universitario de
1929. No obstante ha sido y es el dique para contener toda suerte de embates y
combates: ideológicos, partidistas, clasista y aún de orden económico,
entendiendo esto último como la tendencia a convertir el presupuesto
universitario en botín de enriquecimiento ilícito.
“El
Médico, el Rector”, autobiografía del ex Rector Magnífico (denominación que los
españoles dan a sus ilustres líderes académicos con ese honroso cargo), es
piedra de toque y posiblemente punto de partida en un inmediato futuro.