En
la ancestral Academia de San Carlos, bastión de la cultura universitaria, sigue
abierta hasta este 9 de octubre la muestra histórica denominada “La medida de
todas las cosas”.
El
nombre, en este caso, no es lo de menos. Tiene miga, de suyo, diría don Edmundo
Valadés, maestro sin par del decir, cuentista sonorense (Guaymas fue su cuna),
de viva, inmarcesible, memoria.
Las
figura humana, es el tema. La exposición, por tanto, es un recorrido en donde
el dibujo adquiere todo su relieve como origen de la creación visual. La noción de anatomía artística adquiere, en
la muestra, el hilo conductor, haciendo tangible la concurrencia de condiciones
previas en la representación estética.
Con fino
acierto, GacetaUNAM informa
(17-09-15) en motivador recuadro los
datos acerca de la exposición “San Carlos, dice, se reviste de humano”.
Enseguida: “La medida de todas las cosas, muestra histórica”.
Habrá
que felicitar, como se ocurre en sucesos similares que organiza la Facultad de Artes y Diseño (FAD) de la
UNAM. Y esta vez, por partida doble. Doble es el motivo. Por una parte, se
trata del quehacer que le es propio a nuestra Alma Mater en cuanto institución
creadora de ciencia y tecnología, productora de conocimiento social y de
enseñanzas sobre el arte, su interpretación y comprensión de su historia.
Por
otra parte, a nuestro modo de ver, la muestra es particularmente reveladora de algo
que sale de lo común. Nos referimos al lema que la identifica y caracteriza, como
muestra efectivamente histórica. En la frase “La medida de todas las cosas”,
enuncia, sintetiza y rezuma el sentido del arte y en general de todo lo que
hace el hombre. Es decir, ciencia natural matemática, instituciones sociales y
jurídicas y como corolario de lo anterior la invención de una realidad “sui
generis”, la del sentimiento puro junto con sus técnicas y su memoria.
No
se olvida que la exposición gira en torno al dibujo entendido como origen y
principio. En la apertura de la muestra, José de Santiago Silva, del FAD,
sostuvo que “el dibujo y su proceso es
un ordenamiento de la sensibilidad y de la
razón, según la voluntad creativa”. Luego precisó: “De acuerdo con este
concepto, es el punto de partida, el origen de las inquietudes de todo ser
humano y, en realidad, preside cualquier proyecto visual, trátese del diseño,
de una pintura, una obra arquitectónica; un grabado o una fotografía”.
Sobre
este particular, viene a la memoria la obra de Alberto Durero “Los cuatro
libros de la simetría de las partes del cuerpo humano” (UNAM, 1978), en donde
el genio renacentista, pictórico y geométrico, ofrece una visión vinculatoria,
señalando la correspondencia que hay, por ejemplo, entre las flexiones y las
diversas partes del cuerpo, ilustrando sus ideas con figuras tales como cubos y
hexaedros.
En
relación con la frase antropométrica, la del hombre como medida de todo lo
humano, permite volver la mirada a tiempos remotos, pero que dan la clave para
subrayar la continuidad de la cultura. En el caso, de carácter filosófico y por
lo tanto explicativo de lo humano-universal.
En
efecto, dos milenios y medio atrás, desde la Magna Grecia dejaban escuchar voces que humanizaban el
quehacer, todo el hacer del hombre, adjudicándolo no a los dioses, a seres
supraespaciales y eternos, sino a seres capaces de llamar las cosas por lo que
son, delimitándolas respecto de aquellas que no son. Así, nada con lo absoluto,
nada con todo lo que no existe y que si existiese no podría conocérsele y
menos, mucho menos, enseñarlo o comunicarlo objetivamente a los demás.
Deja
enseñanzas duraderas San Carlos a sus dos centurias de su fundación. Deja
legado memorable instituciones como la hoy Facultad universitaria responsable
de difundir y dar a conocer sus acervos artísticos, poniendo énfasis en que la
creación artística, y toda creación en el conocimiento natural, institucional o
artístico, es obra y responsabilidad humana: del hombre que se afana
cotidianamente por su labor personal. Al margen de ideologías religiosas,
ideológica o de partido político.