La primera dama al frente del Poder
Ejecutivo en Sonora, Claudia Pavlovich Arellano
es, asimismo, la representante de un nuevo capítulo histórico en cuyos
caracteres se refrenda la democracia en su vertiente social, educativa,
económica. Y en la de relaciones exteriores.
Ganó la elección en ejemplar lid, sin
necesidad de más apoyos que aquellos que dan o quitan los ciudadanos cuando
delegan libremente su voluntad cívica. Estos son coautores del poder al otorgar
su credibilidad y esperanzas en favor de quienes consideran, con información de
primera mano, les rendirán buenas cuentas.
Un gobierno del pueblo, por el pueblo y
para el pueblo, es aquel que emana del querer objetivo, sin intermediarios, de
los ciudadanos. Ciertamente, no se trata al respecto del querer subjetivo, de
la voluntad aislada de los electores; es decir, de la voluntad que cambia de la
noche a la mañana, al primer soplo de la adversidad, sino de la expresión
responsable en la cual anclan derechos y obligaciones, garantías y deberes.
Los sonorenses votaron en pro de propuestas
que, a partir de este 7 de junio, son y serán compromisos que tienen dos facetas:
una, la que radica en la gestión de la mandataria en ejercicio del poder; otra,
la de los ciudadanos, quienes habrán de exigir al Congreso la eficacia de los
controles a fin de que sean transparentes las conductas de los elegidos: desde
el Ejecutivo incluyendo a los alcaldes, sin descartar las de legisladores
locales y federales.
Dice acertadamente Adalberto Rosas
López, dirigente del Movimiento Ciudadano por el Agua: Claudia Pavlovich tiene
consigo la capacidad requerida a fin de reivindicar las mejores causas de los
sonorenses. Es el mandato de la esperanza, sobre todo por parte de los que
tienen menos o carecen de recursos. Su triunfo es un fuerte revés contra la
galopante corrupción que deambula por todas partes de Palacio de Gobierno. Y,
por supuesto, por todo el ámbito geográfico y social de Sonora.
Ex alcalde de Cajeme, defensor a
ultranza de los derechos ciudadanos por el agua, la tierra, su uso y usufructo
legítimos; él mismo empresario agrícola, productor exitoso en el Valle del
Yaqui; promotor de la educación incluyente, así reconocido por su actuación al
frente del Patronato del ITSON,
Adalberto Rosas es un ciudadano, como la mayoría abrumadora del Sur de
Sonora, persuadido de la buena voluntad de la gobernadora electa.
Desdeñando los arrestos de egolatría y
vanagloria, se manifiesta con entusiasmo sobre la próxima administración
pública acerca de quien tiene la plena confianza de que hará valer sus
propuestas que van desde convalidar el Estado de Derecho, el finiquito jurídico
que ha gravitado sobre el Acueducto hasta la liberación de Mario Luna y
Fernando Jiménez. Sin descartar, claro, los temas pospuestos de la
impunidad, el manejo arbitrario de los recursos públicos, la retención de fondos públicos para la salud
y la educación, así como el contubernio con los
involucrados con la contaminación ambiental y con el daño irreversible
en veneros, ríos y pozos.
Sonora posee recursos humanos,
materiales y con instituciones en vías de reconstitución, para ser un modelo de
alternancia a fin de que impere la
democracia participativa, plural y progresista. Ha pasado la prueba de la
fragmentación entre pobladores del Sur y
del Norte. El agua, pretexto para segregar una de las economías más prósperas
del país es, ahora, factor de unidad y referente para dar a cada quien lo suyo
conforme a Derecho. En su legítima defensa sobresalen el actual alcalde Rogelio
Díaz Brown, Abel Murrieta y otros más
Los ciudadanos dan la bienvenida a Claudia Pavlovich y
a munícipes como el electo por los cajemenses, Faustino Félix Chávez. Su
triunfo es victoria ciudadana.