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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







miércoles, 24 de junio de 2015

CÁRDENAS EN SONORA: EL PERFIL DE UN PATRIOTA

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La noticia de Cuauhtémoc Cárdenas en Sonora suscita el recuerdo de su señor padre, el Presidente de México, con entrañable afecto, sobre todo en el Sur de la Entidad. El Primer Mandatario de la Nación  vive y pervive en la historia nacional y entre los sonorenses. Sin duda, el Valle del Yaqui sería otro, muy distinto, sin la acción revolucionaria del mandatario agrarista.
Pasó de los ideales al compromiso, y de éstos a los hechos, convirtiendo en verdad el sueño de los Villa, los Zapata y los Molina Enríquez.  Hizo valer la convocatoria de restituir la tierra a quienes habían sido sus legítimos propietarios. Devolvió los derechos del uso y el usufructo del agua a las comunidades indígenas mediante el hoy pisoteado y maltrecho Decreto Resolutivo de Titulación, promulgado en 1940.
En Sonora,  Lázaro Cárdenas es mucho más que figura emblemática para ejidatarios, productores y comunidades originarias, como suele calificarse a la población aborigen. Este eufemismo describe mejor que muchos otros calificativos con alcance peyorativo, el pasado y el presente de las etnias cuyo origen prehispánico perdura, a pesar de los conturbadores, en nuestra convivencia sociocultural y en nuestros usos y costumbres. Es decir, permanece “de facto”, de modo consuetudinario, pero no “de jure”, con fuerza obligatoria, validez y eficacia.  
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, hijo del jefe del Ejecutivo que tuvo el arrojo de poner fin al caudillismo en México, hizo acto de presencia en la capital de Sonora con la finalidad de entrevistar a dos de las víctimas del autoritarismo encabezado por el aún gobernador Guillermo Padrés Elías. Nos referimos a los dirigentes indígenas Mario Luna y a Fernando Jiménez.
Con el hijo del ex Presidente estuvo Alberto Vizcarra Osuna (Movimiento Ciudadano por el Agua). Para él y para los sonorenses de buena voluntad, el ingeniero representa, con legitimidad y sencillez, el legado ideológico y la herencia política de su progenitor. Más aún, hasta donde le es dado, continúa y da seguimiento a las tareas que ocuparon y preocuparon, de tiempo completo, al autor de la Expropiación  Petrolera, hace tres cuartos de siglo.
Vizcarra Osuna tuvo ocasión para dialogar con el ex líder fundador del PRD, poniendo en el tapete de los comentarios temas palpitantes en el ocaso del régimen más oprobioso, avasallador del Estado de Derecho en Sonora y conculcador de los derechos de propiedad de la tierra y el agua concesionada a los pueblos indígenas. En la plática se abundó sobre el trasvase del recurso hídrico que a la fecha es objeto de hurto impune contra los descendientes de Anabayuleti, Cajeme y Tetabiate. Con todo y tener repetidas sentencias judiciales a su favor.
El encuentro reafirma, de modo prominente, la indeclinable lucha ciudadana por el agua, la cual fue refrendada recientemente por ejidatarios, productores y marginados de la Tribu en los Acuerdos de Vícam.
Los tiempos que corren son propicios para reinstaurar el nacionalismo del primer tercio del siglo pasado, el de la administración cardenista, abanderado por un grupo selecto de patriotas. Hoy los reclamos ciudadanos son, precisa Vizcarra, por más y más soberanía, por más inversiones con sentido social, más legalidad con justicia para todos. Asimismo, el clamor es en pro de mayor apertura comercial sin resabios de entreguismo, respaldado por una política de créditos orientada a la construcción de obras, previamente consensadas con los sectores de la sociedad.

Alberto Vizcarra hizo énfasis en la propuesta formulada por él y un grupo de empresarios, el Plan Hidráulico del Noroeste (PLHINO), cuya finalidad  vuelve a ser el medio por el cual se aprovecharían  los “grandes volúmenes de agua desde la media de Nayarit y sur de Sinaloa”. Se ampliaría, así, “la frontera agrícola en un millón de hectáreas en estos estados y en el sur de Sonora”.