Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







viernes, 19 de junio de 2015

LA AMENAZA DE MONSANTO: ¿TRANSGÉNICOS EN SONORA?

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Llueve sobre mojado en el Estado de Sonora. No se finiquita la controversia en torno al Acueducto Independencia, cuando ya la empresa transnacional “Monsanto” anuncia la intención de hacer pruebas piloto con semilla transgénica de soya en el Valle del Yaqui (Tribuna,16-06-15) A los bajos rendimientos que gravitan sobre el cultivo de trigo, se añaden ahora calamidades que, de ocurrir, afectarían a miles y miles de productores.
Lo de Monsanto, ciertamente, no es asunto decidido, autorizado y acordado por sectores directamente involucrados: agricultores, organizaciones agroindustriales, grupos financieros. Asimismo, por la nueva administración política en la Entidad.
Monsanto es un rostro que asoma en aquellas regiones en donde hay condiciones propicias a fin de experimentar con semillas genéticamente modificadas, prometiendo bienaventuranzas sin fin a los poseedores de tierras cultivables, entre otras, altos rendimientos, óptimos beneficios como la comercialización pronta y expedita de las cosechas; en fin, reconocimientos y apoyos por el abasto de alimentos a zonas pauperizadas, víctimas de la hambruna.
Ante esta amenaza, la Asociación de Productores Orgánicos de Sonora exhorta a los agricultores para que formen, organicen y hagan un frente común, lleven a cabo una campaña informativa entre los hombres del campo y den a conocer los daños previsibles a la salud, por ejemplo, afecciones renales.
Dado los costos en lo económico por el conflicto del agua y las consecuencias por el uso y usufructo  incontrolable del recurso, los productores del sur del Estado temen que los vientos amenazadores anticipen mayores dificultades en perjuicio de su actividad. De granero de México, pasaría Sonora al estatus de vivero de enfermedades, y de puerto de abasto en granos, frutas y hortalizas sanas y aptas para una alimentación garantizada, a funcionar como fuente de plagas y productos altamente dañinos al consumidor.
Organizaciones de carácter ciudadano, con el prestigio de servicio a intereses y causas populares, tienen ante sí nuevos retos.
Su intervención, por tanto, es de orden prioritario, dado que se trata de una  emergencia social, pues la amenaza de la prepotente transnacional es real y latente.  El apremio resulta, ´por lo mismo, insoslayable. Las acciones preventivas han de llevar a organizar, a tiempo y en forma, la defensa  del campo, impedir por todos los medios al alcance que se haga realidad el proyecto de Monsanto encaminado a transformar el portentoso Valle del Yaqui en un vasto campo experimental.
La torva finalidad es montar una especie de laboratorio, pero muy distinto al que organizó y puso en marcha el Dr. Norman Borlaug, Premio Nobel, con la finalidad de potenciar los rendimientos agrícolas en el último tercio del siglo XX.
Movimientos populares como el Ciudadano por la Defensa del Agua tienen, así, un desafío similar, por sus graves efectos y daños irreparables en la salud y la integridad física y mental de los pobladores, al que se enfrentan en la minera de Cananea. Allá, el entorno ambiental con  ríos contaminados por el derrame de los desechos tóxicos, es un callejón sin salida a causa de la impunidad y la apatía. Acá, se trata de un escenario en vías de evitar, lo cual es factible si se organiza la sociedad con los apoyos y con el sentido social de que podría ser capaz el frente popular y ciudadano.

En el Valle del Yaqui no hay razón a fin de convertirse, por egolatría y voracidad de grupos criminales organizados, en un indefenso y propenso “conejillo de Indias”. Si ayer el señuelo para el enriquecimiento ilícito fue el Acueducto Independencia, a espaldas  de toda consulta a la sociedad, ahora la amenaza hecha pública motiva a cerrar filas y ahuyentar, con ánimo patriótico, la intromisión extranjera, cuyas finalidades aviesas son ampliamente conocidas.