Llueve
sobre mojado en el Estado de Sonora. No se finiquita la controversia en torno
al Acueducto Independencia, cuando ya la empresa transnacional “Monsanto”
anuncia la intención de hacer pruebas piloto con semilla transgénica de soya en
el Valle del Yaqui (Tribuna,16-06-15) A los bajos rendimientos que gravitan
sobre el cultivo de trigo, se añaden ahora calamidades que, de ocurrir, afectarían
a miles y miles de productores.
Lo
de Monsanto, ciertamente, no es asunto decidido, autorizado y acordado por sectores
directamente involucrados: agricultores, organizaciones agroindustriales,
grupos financieros. Asimismo, por la nueva administración política en la
Entidad.
Monsanto
es un rostro que asoma en aquellas regiones en donde hay condiciones propicias
a fin de experimentar con semillas genéticamente modificadas, prometiendo bienaventuranzas
sin fin a los poseedores de tierras cultivables, entre otras, altos
rendimientos, óptimos beneficios como la comercialización pronta y expedita de
las cosechas; en fin, reconocimientos y apoyos por el abasto de alimentos a
zonas pauperizadas, víctimas de la hambruna.
Ante
esta amenaza, la Asociación de Productores Orgánicos de Sonora exhorta a los
agricultores para que formen, organicen y hagan un frente común, lleven a cabo
una campaña informativa entre los hombres del campo y den a conocer los daños
previsibles a la salud, por ejemplo, afecciones renales.
Dado
los costos en lo económico por el conflicto del agua y las consecuencias por el
uso y usufructo incontrolable del
recurso, los productores del sur del Estado temen que los vientos amenazadores anticipen
mayores dificultades en perjuicio de su actividad. De granero de México,
pasaría Sonora al estatus de vivero de enfermedades, y de puerto de abasto en
granos, frutas y hortalizas sanas y aptas para una alimentación garantizada, a
funcionar como fuente de plagas y productos altamente dañinos al consumidor.
Organizaciones
de carácter ciudadano, con el prestigio de servicio a intereses y causas populares,
tienen ante sí nuevos retos.
Su
intervención, por tanto, es de orden prioritario, dado que se trata de una emergencia social, pues la amenaza de la
prepotente transnacional es real y latente. El apremio resulta, ´por lo mismo,
insoslayable. Las acciones preventivas han de llevar a organizar, a tiempo y en
forma, la defensa del campo, impedir por
todos los medios al alcance que se haga realidad el proyecto de Monsanto encaminado
a transformar el portentoso Valle del Yaqui en un vasto campo experimental.
La
torva finalidad es montar una especie de laboratorio, pero muy distinto al que
organizó y puso en marcha el Dr. Norman Borlaug, Premio Nobel, con la finalidad
de potenciar los rendimientos agrícolas en el último tercio del siglo XX.
Movimientos
populares como el Ciudadano por la Defensa del Agua tienen, así, un desafío similar,
por sus graves efectos y daños irreparables en la salud y la integridad física
y mental de los pobladores, al que se enfrentan en la minera de Cananea. Allá,
el entorno ambiental con ríos
contaminados por el derrame de los desechos tóxicos, es un callejón sin salida
a causa de la impunidad y la apatía. Acá, se trata de un escenario en vías de evitar,
lo cual es factible si se organiza la sociedad con los apoyos y con el sentido
social de que podría ser capaz el frente popular y ciudadano.
En
el Valle del Yaqui no hay razón a fin de convertirse, por egolatría y voracidad
de grupos criminales organizados, en un indefenso y propenso “conejillo de
Indias”. Si ayer el señuelo para el enriquecimiento ilícito fue el Acueducto
Independencia, a espaldas de toda
consulta a la sociedad, ahora la amenaza hecha pública motiva a cerrar filas y
ahuyentar, con ánimo patriótico, la intromisión extranjera, cuyas finalidades
aviesas son ampliamente conocidas.