No
sólo los marginados sino todos los ciudadanos votarán por las mejores
propuestas el próximo 7 de junio. En modo alguno, habrán de sufragar por
campañas de mentiras propagandísticas. En Sonora, una de las entidades en donde
los focos pasan del amarillo preventivo al rojo encendido, el tema del agua
sigue siendo el principal del tablero en las apuestas electorales. Es el más
controvertido y el que, sin duda, se convertirá en el fiel de la balanza para
decidir el triunfo o la derrota de los contendientes.
A
pregunta de “Tribuna del Yaqui” al líder yoreme, Mario Luna, defensor de los
derechos que asisten a la Tribu Yaqui, acerca
de por quién o quiénes votarían en los próximos comicios, el ejemplar luchador
de la Etnia aseguró que lo harán por aquel o aquellos que garanticen la legalidad
en el abasto del insumo hídrico y por quienes tengan la disposición de traer a
cuentas a los tránsfugas del Estado de Derecho que han ocasionado graves daños y perjuicios a la comunidad.
Más
allá de los compromisos a espaldas de los ciudadanos, por encima de negocios ilícitos
realizados a trasmano, el voto popular pondrá en claro hacia dónde se quiere llevar
el rumbo de la nave gubernamental y cómo hacerlo, habida cuenta que el titular
del Poder Ejecutivo estatal está a un paso de ser colocado a las resultas del
derecho penal y recibir en consecuencia el pago de una factura que día a día se
acrecienta.
El
Acueducto Independencia fue originado en una decisión política, contraviniendo
protocolos de la autoridad federal, en franco desacato a los dictámenes de la
justicia institucional. Hoy es piedra de toque en la contienda para restituir
la paz social en un Estado en donde la democracia ha dejado de tener eficacia y
ha perdido toda credibilidad. El Acueducto Independencia pasó a ser un acueducto
de discordias hasta alcanzar el estatus de obra monumental concebida,
financiada y realizada por la voluntad de unos cuantos profesionales del
engaño, con el señuelo de cubrir necesidades humanas y humanitarias, pero en el
fondo para beneficio de empresarios
ávidos de ganancias ilícitas.
Hoy
en día, el susodicho Acueducto es, como decimos antes, fuente de controversias,
motivo para el libre curso a la arbitrariedad, pretexto a fin de encarcelar
personas cuyo delito es defender lo que es propio con los recursos jurídicos
establecidos que valen para todos los ciudadanos.
Los
defensores del mismo se identifican como enemigos de la sociedad. Y a un mes de
las elecciones son ya perdedores ante la confianza ciudadana; son los
derrotados potenciales en la competencia donde habrá de dirimirse la
orientación socioeconómica de la Entidad y se definirán derroteros que reparen
el camino para restituir dignidad y justicia entre la población.
Pueblo
Yaqui, dice el candidato a gobernar Cajeme, Faustino Félix Chávez, tendrá
planta potabilizadora para cubrir el abasto con agua limpia, sin contaminantes
de ningún elemento nocivo para la salud. Si los votos lo favorecen, asegura, los
pobladores tendrán un acueducto para ese efecto. Y desde ahora lo compromete
como un acueducto al servicio de los pobladores por hoy marginados sanitaria y
productivamente. Será, promete, una obra pública que garantice beneficios
sociales y laborales. Un detonante de proyectos para el desarrollo incluyente
en el ámbito rural, portador de prosperidad y progreso para todos. Sin agravio
ni desdoro alguno.
La
propuesta en cuestión requiere de inversiones limpias, oportunas y constatables.
Pero el diputado con licencia acredita, con creces, la oferta bajo el aval de
su gestión efectuada como legislador que atrajo beneficios tangibles para
Cajeme.
Ganar
una elección es más que distribuir propaganda, pronunciar discursos demagógicos
y bajar las estrellas de Utopía. Y mucho
más que difamar y acusar sin fundamento.