Excelente
ejemplo da el Instituto Tecnológico de Sonora (ITSON), el plantel ponderado
como el más brillante logro educativo en el Sur de Sonora efectuado hace
sesenta años. Mientras la reforma educativa del actual sexenio toma vuelo y se
dan los primeros pasos a fin de convertirla en realidad tangible, la institución
hace lo propio y pone al alcance su campus de puertas abiertas para todo aquel
que aspira a proseguir estudios de
excelencia y calidad.
Evitar
la deserción escolar es el objetivo principal del ITSON. Frente a la aterradora
explosión demográfica y ante la desmesurada demanda de lugares en las
universidades y tecnológicos públicos, la oferta de la institución es una
respuesta idónea y factible en una de las regiones del país en donde comienza
por ganar la carrera de plazas laborales altamente cotizadas respecto del
número de egresados de profesionales y técnicos calificados.
El
fenómeno del abandono de las aulas, la prematura búsqueda de ocupación a fin de
resolver asuntos de sobrevivencia extrema es eso: asunto de precariedad
económica más que ausencia de aptitudes. Hay deserción de educandos en edad de
continuar la información académica de su preferencia, cuando se reduce y
nulifica la posibilidad de referencia por las razones aludidas, combinándose la
endeble salud financiera de los planteles educativos con la apatía, la obtusa visión
de los políticos en el poder, para quienes el crecimiento económico nada tiene
que ver con el desarrollo del talento,
la creatividad y las invenciones. A su juicio, esto no se produciría en
el taller escolar, la cátedra y el laboratorio.
Volviendo
al ejemplo del ITSON, es oportuno citar los conceptos de su Rector, el doctor
Isidro Roberto Cruz Medina, en relación a la convocatoria de puertas abiertas a la población estudiantil
de Navojoa y de Guaymas en donde el plantel tiene sedes alternas y a las que se
invita a los egresados de educación media a formar parte de la población de
alumnos que honran a la institución por sus capacidades y habilidades
personales.
Para
el Tecnológico de Sonora, de acuerdo con las declaraciones de su máxima
autoridad académica, el ingreso al plantel no es, como en el caso de la
educación de élite, por tener oro en el alma. Es decir, no se trata en primera
y última instancia de tener consigo “oro
en el alma”.
El
nacimiento, el origen social o la condición económica, no son patente a fin de
tener derecho a la formación profesional. Deja, así, tener relevancia o
significado el mérito proveniente de la riqueza, como si la aptitud y la
inteligencia fuesen asunto de herencia, cuestión dinástica o herencia natural.
Tampoco,
por otra parte, la pobreza es obstáculo para ingresar a la enseñanza superior,
a la competitividad máxima que permite luchar en buena lid, sin golpeteos y
maniobras engañosas. Demócrito, el célebre pensador de Abdera, prestigiado por
su audacia al proponer que la naturaleza está hecha de átomos, sentenció: “La
pobreza en la democracia es preferible a la riqueza en la esclavitud”.
El
ITSON hace de la oferta educativa por méritos de los aspirantes, un antídoto
contra el monstruo de la deserción, el cual recorre el interior de las
instituciones de enseñanza como si fuese aterradora hidra.
Impedir
en tiempo y forma que cunda y haga el papel de crisol en los umbrales de los
centros de enseñanza universitaria y tecnológica, es tarea complementaria en el
proceso a fin de instituir la reforma educativa como eje de todas las reformas
de Estado, en vías de realización.
Bienvenidos,
por tanto, los esfuerzos convertidos en acciones ejemplares para impedir que la
deserción escolar sea el enemigo triunfante en la revolución copernicana en
donde los cuerpos académicos, los empleados administrativos y los alumnos son
el activo con mayor vigor y prestancia.