Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







jueves, 18 de septiembre de 2014

MINEROS Y SALTEADORES EN EL MÉXICO ACTUAL


Del profesor D. A. Brading (Universidad de California), el Fondo de Cultura Económica reimprimió, en 1985, la obra traducida por Roberto Gómez Ciriza,  “Mineros y Comerciantes en el México Borbónico (1763-1810”).
Desde las primeras páginas, el crudo relato pone de relieve la manera que el sistema de las  encomiendas fue utilizado por los invasores españoles quienes fortalecieron el Imperio por medio de la explotación del subsuelo. No satisfizo a Hernán Cortes, dice Brading, la organización aborigen basada en los cultivos de maíz y de algodón. “Y así dio principio una búsqueda frenética no sólo de metales preciosos, sino de cualesquiera productos de valor comercial”.
Dicha búsqueda se hizo obsesión hasta convertirse en atroz depredación, que dura hasta nuestros días. Extranjeros, criollos y mestizos prosiguen, ahora, la inicua explotación de placeres de oro, en minas de plata, cobre, hierro y carbón.
El desastre en Pasta de Conchos, en los rincones sombríos, son vivo testimonio de lo anterior.  El saqueo en los enclaves mineros se ha institucionalizado a pesar del dicho convertido en mentira cruel, de que el subsuelo (el petróleo, el gas, el agua y los metales) son patrimonio de todos los mexicanos.
La Revolución sigue en deuda ingente al paso de los años, con los mexicanos pauperizados por obra y desgracia de los nuevos encomenderos que trafican con la vida humana, las tierras de los ejidatarios; con el trabajo forzado de los trabajadores que viven y mueren con silicosis, arrojados de sus tierras vía el envenenamiento de ríos y arroyos, sin que nadie los contenga.
El siniestro, provocado o no, en los pueblos ribereños de los ríos Sonora y Bacanuchi, es por sí mismo una impresionante denuncia, un fulminante “Yo Acuso” lanzado por las víctimas de la maldad organizada, fríamente solapada por las autoridades. Estás tienen ojos pero no ven y oídos sordos que no escuchan.
Heredero de los voraces saqueadores de la Colonia,  proceden de manera idéntica a los descendientes de la casta borbónica que sostuvo, enriqueció y dio continuidad al imperio hispano. Y dio origen a los modernos salteadores de soberanía,  a los esbirros de indígenas yaquis, mayos, guarajíos y tarahumaras y de todos los empobrecidas del país.
Y otra vez: “No hay mal que por bien no venga”.
Corta, muy corta queda, a nuestro modo de ver, la Comisión Presidencial que investiga los efectos devastadores en la Mina de Cananea. Corta, en la medida que a unas horas del desastre se pueden ver y sufrir los efectos deplorables, día a día, en los caminos vecinales de las inmediaciones de Tesopaco, escenario del saqueo que realiza la compañía extranjera usufructuaria de metal que, con lujo de impunidad, incumple las normas ambientales y laborales, al igual que en la minera del emporio México de los Larrea. Y todo, con exceso de impunidad.
Por otra parte, avala el Pleno de la Cámara de Diputados los términos de la indagación por parte de la Comisión integrada por orden presidencial. Ponen los legisladores federales en manos de la PGR la evaluación realizada y ésta da trámite al proceso para fincar los castigos a que haya lugar.
¿Estamos al principio del fin, como en tiempos de Cárdenas, para que se lleve a efecto una tercera expropiación, el cierre de compañías depredadoras, la expropiación y nacionalización de la minería que actúa a salto de mata? La Reforma Energética, ¿es un detonador de nacionalismo autónomo, soberano, sin fobias, que no teme a la modernización del Estado, al margen de ataduras y entreguismos?

La Mina de Cananea da lugar a una lucha sin cuartel en contra de los actuales salteadores. Permite revivir ancestrales y postergados ideales a la luz de los Derechos Humanos, de reivindicación laboral y de garantías de autodeterminación política, jurídica y social.