El
Segundo Informe del alcalde de Cajeme,
bien podría llevar el subtítulo: “De la gobernabilidad y del Estado de
Derecho”. La administración municipal presidida por Rogelio Díaz Brown entrega
cuentas a los ciudadanos, cuentas claras y objetivas, sobre el estado que
guardan las finanzas y el cumplimiento
en los temas de Seguridad, Educación,
Cultura Popular; de Salud y Promoción del Empleo.
El
Instituto Superior de Auditoría y Fiscalización (ISAF) ha otorgado calificación
de excelencia a la gestión pública del Alcalde, al colocar al Municipio de
Cajeme como ejemplo a seguir y como prototipo de eficacia y transparencia.
Establecen
la medida de gobernabilidad los sectores sociales a cuyos integrantes dedica su
tiempo y capacidades el munícipe cajemense, en términos de credibilidad y certidumbre.
Son los propios ciudadanos quienes ponderan el grado de legalidad y
constitucionalidad para definir las acciones con arreglo a los cuales se
establece la legitimidad del gobernante en su carácter de hombre de Estado.
La
ejemplaridad de Cajeme, por otra parte, y la del equipo que encabeza Díaz Brown,
va más allá de lo meramente
administrativo, lo que ya es decir mucho dado los abusos en el manejo de los
haberes públicos, el contubernio y la corrupción tocante a licitaciones que
favorecen el bolsillo de los delincuentes de “cuello blanco” y conciencia oscura.
Trascienden
usos y costumbres burocráticos las gestiones a cargo de la Alcaldía y dan sentido social al ejercicio del poder
político, acatando la voluntad ciudadana en vez de la muy personal de los
funcionarios. Desde este punto de vista, asimismo, se vuelve ejemplar la
actividad pública de esta gestión municipal que, durante los años recientes, ha
logrado sortear múltiples dificultades burocráticas y políticas, venciendo la
inercia y la inepcia de la cúpula estatal y allanando los efectos, de suyo
deplorables, causados por la retención de recursos previamente autorizados.
La
alcaldía da ejemplo, sin alardes publicitarios, al presentar una faceta poco
conocida del federalismo, vía la intermediación directa, ciertamente exitosa,
ante los órganos y los organismos facultados para atender las demandas,
Por
encima del desdén propiciado por el titular del Ejecutivo del Estado, Cajeme
ocupa el sitio ganado a pulso por obra de sus líderes sociales y empresariales,
por sus directivos académicos y sus defensores en favor de los más pobres entre
los necesitados y de los más desprotegidos ante el desamparo de la justicia
jurídica y frente a la ineficacia punitiva y antisocial.
Cajeme
y su cabecera Ciudad Obregón son, hoy en día, objeto de admiración dentro y
fuera del país por el pundonor y la puntualidad en sus propuestas y esfuerzos, con
el propósito de cumplir los programas de modernidad urbana y para hacer valer
la prioridad en educación para todos, la recreación por medio del deporte y la
seguridad en lo público, lo jurídico y lo social.
En
la rendición de cuentas, se aguarda un informe comprobable y contrastable. Y se
espera, con la inquietud que se palpa en una urbe en pleno crecimiento y entera
madurez, un informe en donde los tiempos políticos se conjugan de tal manera
que el presente se vincula con el porvenir, asegurando que lo hecho hasta ahora
es indicador de lo que se puede esperar y de todo aquello que tendrá que
resarcirse con el consenso y la participación ciudadana, libre y responsable.
Cabe
preguntarse hasta qué punto el político es, a la vez, un educador. Hasta qué punto
el hombre público es un maestro que predica con el ejemplo y con su investidura
de autoridad. Asimismo, interrogarse de qué manera los ciudadanos, en situación
de educandos, están en condiciones de lograr que sus gobernantes sean conforme a
su imagen y semejanza. No ajenos y aun advenedizos.