Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







sábado, 6 de septiembre de 2014

EL LIBRO: FESTIVIDADES, AUTORES Y LECTORES


Las ferias del libro son fiestas del espíritu. Son más que plazas de exhibición y venta de objetos o cosas para el eventual consumo. Representan sitios de encuentro y de reencuentro: de vuelta al pasado para dialogar con quienes no han muerto del todo, de acuerdo con la premisa: “No todos los hombres son mortales”.
Si las ferias del libro son además internacionales entonces, a la fascinación que de por sí suscitan se suma la curiosidad por lo inédito y lo novedoso, así como lo expectativo por el hecho de tener comunicación a distancia con autores que, en el caso de las letras, hacen posible  los “best- seller”.
En el Distrito Federal, desde el pasado jueves, está de plácemes la editorial patrocinada por el Gobierno de la República, el Fondo de Cultura Económica. De igual forma, participa de ello su director general, José Carreño Carlón, sonorense distinguido, abogado y maestro, académico, periodista y comunicador, afamado por su ingenio y festiva ironía, muy conocido en medios electrónicos de esta Capital.
En Sonora, en el municipio de Cajeme, Ciudad Obregón se viste de gala a fin de celebrar, por primera vez, su Feria Internacional del Libro, con invitados especiales: la hermana República de Cuba, entidad editora y escritores laureados de la talla de Elena Poniatwoska.
Aquí, una mención con dedicatoria especial y particular reconocimiento al escritor y periodista, maestro del cuento, la crónica y del ensayo histórico: Carlos Moncada Ochoa.
De casa, es decir, de Cajeme, escenario de la I Feria Internacional del Libro, el autor de “Años de Violencia en Sonora”, “Oficio de Muerte”, “Cincuenta Años en Esto”. Y un número elevado de obras, leídas y releídas por sus coterráneos y lectores fuera de la Entidad, Moncada Ochoa recibe el homenaje que le tributa el Municipio, su Municipio, en honor a los más de 60 años consagrados en labores periodísticas, aunado su quehacer al oficio de docente en educación media y superior, y a su incesante tarea de escritor de obras literarios y crítica política.
En el FCE, Carreño Carlón, su directivo y actual modernizador de la empresa,  cosmopolita por vocación, hace ondear la enseña de la cultura patria y universal  en el aniversario número 80 de la casa editora, evocando con ánimo y disposición juvenil datos cuantitativos que, en modo alguno, demeritan la trayectoria biográfica de la institución. Al contrario, por el número y la calidad del contenido informativo de sus catálogos participa, en generosa competencia con la editorial universitaria de la máxima casa de estudios del país, la UNAM, asimismo, de señorial abolengo en la historia del libro en México.
Por cierto, en la mesa de los festejos, el FCE da a conocer cómo a su ya larga existencia se apareja un registro en el que la productividad significa, al propio tiempo un esfuerzo cualitativo avalado en datos como los siguientes: diez mil títulos editados y repartidos en cien colecciones. Dicho acervo se distribuye a través de veinticinco librerías ubicadas en suelo patrio y en el extranjero.
Volviendo a la I Feria Internacional del Libro en la sede municipal de Cajeme, Sonora, habría que mencionar el acierto de sus organizadores. Lo decimos sin dudarlo, tomando en cuenta que se trata no de una experiencia que se produce de manera tentativa y fuera de contexto. Al contrario, si hubiese que hacer un pronóstico en el corto plazo nos pronunciaríamos en favor del mejor de sus buenos éxitos, sin olvidar que se trata de una apreciación posible y con márgenes ínfimos de error.

Cabe reafirmar: no todo en el Estado de Sonora es motivo de consternación. La festividad de la cultura es preanuncio de que se avecina la aurora de la reivindicación y de la recuperación de tiempos perdidos.