Una administración
pública ayuna de controles es a la organización participativa, plural y democrática, lo mismo que una nave
hecha toda de velámenes, pero carente de anclas. Una y otra navegan por impulso
de los vientos, arrostran turbulencias al por mayor sin que haya de por medio
garantía de seguridad y certeza en cuanto al rumbo y en lo que se refiere a entregar
buenas cuentas acerca del estado de los bienes y la integridad de las personas.
Pública o privada
la administración, habrá que reconocer que la óptima gestión de los asuntos a
su cargo depende del manejo de los mismos, lo cual está a las resultas de los
recursos humanos disponibles, de su organización y disposición según las jerarquías,
las capacidades y la distribución de las funciones.
En todo ello, tiene
relevancia el conjunto o la red de controles mediante los cuales una
administración que se precie de eficaz, ágil y cumplidora lleva al cabo sus
acciones. Sobre todo, dependerá de la aplicación o individualización de dichos
controles, entendidos como medios de supervisión y vigilancia, destinados a
corregir errores y desviaciones.
Cajeme, municipio
digitalizado por resolución de su autoridad representada por el alcalde Rogelio
Díaz Brown, declarado asimismo municipio incluyente, ingresa a la era de la
transparencia sin las consabidas falacias o componendas. Es decir, entra por el
vestíbulo de la convivencia en donde no hay, no debe haber, secretos a voces, y
en donde las cuentas deben ser constatables, precedidas de confiabilidad y
certidumbre.
Cuenta ya Cajeme
con un Consejo Consultivo de Mejora Regulatoria, proyecto que podría considerarse
providencial en la medida que emerge como órgano plural, de corte colegiado,
cuyos integración ocurre en una tesitura conocidas ´por todos, dentro y fuera
del Estado, caracterizada por la ilegalidad, los abusos de poder desde la
cúpula estatal y ante cuyas malversaciones predomina el desdén y la impunidad.
Lo de providencial
a nuestro juicio, le va bien por el hecho de ser una decisión oportuna. Se hace
presente en una comunidad que toma conciencia de sus potencialidades en lo
educativo, en la modernización empresarial para ofrecer ocupación laboral y
toma un sitio distinguido en el
desarrollo local y nacional.
Asimismo
providencial por el blindaje que puede derivar en el desarrollo de esta
sociedad que abre sus puertas a la cultura a través del concurso de la letra
impresa y que hace de la feria del libro una palpitante aventura del espíritu y
la inteligencia. Y por qué no reafirmarlo: frente al cúmulo de aberraciones,
desaciertos infortunados y resoluciones que afectan la economía regional, la
salud pública y la seguridad jurídica y social, todo lo cual podría evitarse a
tiempo si hubiesen mediado controles eficaces a través de la vigilancia de los
sectores de la sociedad, con voz y voto.
Órgano regulatorio,
este Consejo Consultivo se define por lo que tiene que ver con su estructura
formal, como una entidad colegiada en la que participan los sectores social,
académico y empresarial. Todos con la responsabilidad de formular propuestas
sobre las acciones públicas, emitir opiniones y juicios acerca de programas,
planes y proyectos que tienen que ver directamente con la sociedad en sus
diversas demandas y aspiraciones.
Finalmente, merece
atención el dato en el sentido de que apenas 30 de los dos mil 500 municipios
en el país cuentan con un órgano colegiado como el que acaba de dar a conocer
la alcaldía de Cajeme. Es una información, por otra parte, que explica la
medida en que nuestra democracia es rica en expresiones y generosa en
falacias. Esclarece, además, cómo es que
no existan vacunas contra la impunidad y defensas contra la corrupción y la
ingobernabilidad.