Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







miércoles, 24 de septiembre de 2014

MÉXICO EN LA ONU: EL PREMIO CIUDADANO GLOBAL


De viejo abolengo es la vocación cosmopolita de México.  Se remonta a la época presidencial de don Benito Juárez, cuyo apotegma “El respeto al derecho ajeno es la paz”, simboliza ahora la aspiración de convivencia en armonía por parte de los pueblos representados en el Parlamento mundial.
Un mexiquense, don Adolfo López Mateos, Primer Mandatario en el sexenio 1958-1964, ingresó a México en el mapa internacional, promoviendo principios de solidaridad y cooperación, de paz y de igualdad entre los individuos y las naciones.
Y otro coterráneo suyo, Enrique Peña Nieto, Presidente de la República, ha puesto a México en la mirada de jefes de Estado y de Gobierno con motivo del  Premio Ciudadano Global  que lo acaba de distinguir como estadista innovador, ecuménico, a partir de sus propuestas, proyectos y convenios favorables a la participación creativa con sentido universal.
Nobleza obliga, cabe decir a propósito del reciente galardón.
Los mexicanos tenemos un Mandatario con arrestos para alzar la voz en el foro de naciones y manifestar nuestros anhelos de universalidad relativa valores que tienen que ver con la igualdad étnica o racial, con el respeto a los derechos humanos que asisten a migrantes bajo acoso; asimismo, vinculados con el repudio unánime al terrorismo que enluta a familias y conmina a los gobiernos, orillándolos para que adopten resoluciones punitivas indiscriminadas.
Contamos los mexicanos con un Ejecutivo que convoca a la defensa de los grupos indígenas bajo amenaza de explotación y exterminio. Por su intermedio las etnias de Oaxaca, Guerrero, Sonora y Chihuahua, al lado de los aborígenes del Perú, del Uruguay, de Colombia y de toda Centroamérica, tendrían oídos y ojos para vigilar el acato a sus derechos: de la salud, el empleo y la educación, entre otros. 
Igualmente, los marginados del crecimiento y el desarrollo  tienen en el nuevo Premio Ciudadano Global al Ombudsman  en quien pueden depositar fe, confianza y solicitud con el fin de que sea portavoz de sus diversas y múltiples desventuras.
El Presidente Peña Nieto, como numerosos jefes de Estado y de Gobierno en diferentes partes del planeta, es depositario de la voluntad de poderosos y de menesterosos, de hombres sabios y de personas ignorantes; de industriales y capitalistas como también de parias y migrantes abrumados éstos por el hambre y la sed de justicia.
Nuestro Mandatario, Premio Ciudadano Global,  demuestra sensibilidad a fin de promover iniciativas de reformas y para ejecutar sus contenidos. Tiene en su haber un acervo de reformas convertidas en leyes de observancia general en los planos de la enseñanza laica, del empleo equitativamente remunerado, de participación electoral libre y responsable, de modernización sin concesiones entreguistas.
Pero  debe afronta a la criminalidad de cuello blanco, es objeto de provocación por parte de impostores bajo piel de “emprendedores”, sufre a burladores de leyes protectoras del ambiente y de la normalidad climática, quienes arremeten contra la legalidad laboral y alteran el orden social. Y todo, con el contubernio de funcionarios predispuestos a  dejarse corromper. ¿Ha de tolerar, hasta cuándo, el nepotismo, el latrocinio, el autoritarismo disfrazado y las campañas agresivas por parte de mafias y tenebrosas organizaciones?
No cesa la euforia pro reaccionaria y provocativa. Hace de las suyas, encarcelando a líderes de la Etnia Yaqui. Y en esa tesitura, en nombre del federalismo, ¿ha de tolerar a mandatarios locales enfermos de poder ilegítimo, soportar amenazas  terroristas y a los advenedizos que envenenan impunemente a la población?  

Nuestro Premio Ciudadano Global no está, por lo visto, en un lecho de rosas.