Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 22 de septiembre de 2014

DÍAZ BROWN: ESTILO INSTITUCIONAL DE GOBERNAR



Tiempos difíciles, contrarios y contradictorios son los que soplan en nuestra agobiada geografía física, política y social. De norte a sur azotan, implacables, los vendavales de la naturaleza a los que suma su fuerza irracional la de no pocos detentadores del poder público para quienes las mentiras propagandísticas suplantan, paladinamente, la obligación de informar.
Frente a la técnica personal de mandar se impone el estilo institucional, democrático, de gobernar. Consiste el primero en actuar de acuerdo con los dictados del temperamento y no con arreglo a la voluntad social jurídicamente entendida. El segundo, en cambio, se define por el consenso ciudadano que da a las acciones del funcionario legitimidad y certidumbre.
El fin de la semana anterior, el alcalde de Cajeme, Rogelio Díaz Brown, rindió el penúltimo Informe de Gobierno Municipal.
Se trató de un Informe  de compromisos cumplidos, de principio a fin. Un Informe de realizaciones en el que las promesas revisten el ropaje de la realidad. Careció de suplantaciones.
Fue el relato de hechos basados en obras. La reseña de resultados logrados con la participación ciudadana, con el aval de la población y el visto bueno del cuerpo colegiado en torno a la autoridad municipal.
Si hubiese que calificar,  días después, durante los cuales la voz del pueblo se convierte en “Vox Dei”, puede decirse que el Informe del alcalde Díaz Brown tiene el sello de un documento en el que los cajemenses pueden verse reflejados en la medida que pueden cotejar las palabras con los hechos, la terminología con las acciones concretas,  la obra documentada con la obra tangible a la vista.
Predomina en estos días de retórica oficialista, el estilo personalista, subjetivo, emotivo y temperamental, de gobernar.  En vez del principio según el cual el Estado somos todos, se impone la pretensión egocéntrica, solipsista, en el sentido autocrático de: “El Estado soy yo”. 
Andan sueltos los demonios del personalismo autoritario, haciendo del oficio de gobernar un arte predispuesto a todo. Es decir, la técnica de mentir con lujo de cinismo, acopiar para sí los recursos del erario a su antojo y placer, enajenar con los dineros públicos bienes materiales para uso y usufructo individual.
Ante el dantesco escenario, la rendición de cuentas adquiere un significado de ejemplaridad a toda prueba.  Y la principal de éstas es el juicio popular, la voz ciudadana, la calificación de todos los sectores sin distinción social.
Díaz Brown refrenda el estilo institucional de gobernar, aludiendo a su compromiso de encabezar las causas que atañen a los marginados, entre muchas otras, la que sostienen de manera viril ejidatarios, productores y yoremes de la Tribu Yaqui, con todo y amenazas  y a pesar del acoso judicial y de la feroz persecución personificada con el arbitrario, vengativo a todas luces ijusto, encarcelamiento de Mario Luna.   
El alcalde de Cajeme coloca a toda asta la bandera del federalismo en horas por demás difíciles de ingobernabilidad alentada por el Ejecutivo estatal, cuando se acentúa la retención de recursos para la continuación de obras urbanas y suburbanas. Y da fe públicamente del acato a la legalidad y a la transparencia en la administración del erario municipal.
Da su palabra en prenda el alcalde municipal en el umbral de la renovación de poderes, cuando la selección de los mejores se convierte en la búsqueda ávida de mujeres y hombres públicos con visión de presente y de futuro.
Suena la hora de la renovación no sólo de funcionarios, sino el fortalecimiento de ideales y de esperanzas.

En Sonora está en el tapete de las controversias el destino de su población. Está en disputa la gobernabilidad y el Estado democrático de Derecho. La suerte y el futuro de la convivencia social en paz y armonía.