Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







domingo, 27 de diciembre de 2015

TRANSGÉNICOS: LOS DISCURSOS DOBLES DE MONSANTO

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Históricamente cabe a nuestros antepasados (del Valle de Tehuacán)  la gloria de haber sido  los primeros en cultivar y propagar los beneficios alimentarios del maíz, así como a Mesopotamia corresponde el mérito de haber sido cuna del trigo y a Etiopia, con todo y la diversidad de opiniones, el haber engendrado las plantaciones originarias del café.
Actualmente, no sólo el trigo sino el maíz  y la cebada están bajo peligro real y latente como fuente de sustento humano, seguro y confiable, sino en situación de potenciales mensajeros de contaminación, en caso de la siembra de semilla transgénica por   Monsanto, la empresa cuyo amenazador rostro se deja ver aquí y allá.
En Sonora, ha sido motivo de alarma la pretensión de Monsanto para realizar un plan piloto, con dicho objetivo, en los valles del sur de la Entidad.
A los castigados rendimientos del trigo, con efectos que serían lamentables para la  economía regional, se añadiría el referente  a la incontenible propagación de plagas. Más aún, los daños alcanzarían a la salud de las personas, convirtiendo el uso de la semilla transgénica en fuente de perjuicios renales, entre otros.
Sin duda, la amenaza de Monsanto desencadenó, en cadena, la reacción en contra del publicitado experimento.
La Asociación de Productores Orgánicos de Sonora fue pionera al prender luces rojas entre los hombres del campo, productores, ejidatarios y distribuidores, haciendo un frente común con el objeto de poner en guardia y anteponer los intereses sociales por encima de las ventajas financieras y las pingües ganancias.
El sólo anticipo de consecuencias adversas en el corto plazo, el panorama  de ver extensiones de siembra convertido en vivero de enfermedades haría el supuesto coro difícilmente inaudible y fácil de contener.
En estos días prenavideños, Monsanto ha reconocido que los cultivos de maíz resultarían  contaminados en caso de hacer masiva la siembra y el cultivo de la planta oleaginosa con semillas transgénicas.  Además del maíz, lo mismo ocurriría con el cártamo, el sorgo y el trigo.
La entrega de permisos está en suspenso, dice la información. Por otra parte, las organizaciones ambientalistas se mantienen en pie de lucha.
En los tribunales, hay juicios que denuncian en forma colectiva los previsibles efectos adversos  por el uso agrícola de la semilla transgénica.
Mientras tanto, sigue pendiente los permisos de SAGARPA que autorizarían las pruebas piloto y experimentales en favor de Monsanto.
No obstante, habría que proceder con la aconsejable cautela del caso.
Como toda transnacional movida por intereses económicos, comerciales y bursátiles, Monsanto bien podría esconder bajo la manga la esgrima de los discursos dobles, no para evitar las contradicciones retóricas, sino para utilizarlas en provecho propio.
Como es bien sabido, desde la remota antigüedad, en tiempos del auge de la retórica persuasiva, el recurso argumentativo con el fin de confundir y tergiversar es retomado una y otra vez para hacer bueno lo malo y bello lo deforme.
Hoy reconoce Monsanto lo que por largo tiempo había negado.
Tiempo al tiempo, dirían los precavidos. No sea que la admisión de marras no sea sino estrategia para ganar la crucial polémica. Hacerla de abogado del diableo no cabe, de ningún modo, en esta controversia.
Hay mucho, humanamente hablando, implicado en el tema donde confluyen intereses pecuniarios, asuntos de salud y productividad agraria.
Bastantes problemas relativos al deterioro ambiental han ocasionado las mineras transnacionales. Desde Yucatán hasta Sonora, los vestigios criminales están a la vista.
Y no es hora para cruzarse de brazos. Los valerosos defensores del agua hacen acto de presencia. Nada ni nadie los arredra.
El desafío es más que político. Involucra el bienestar de todos,

La guerra por la tierra, la limpieza del aire y la distribución equitativa del recurso hídrico sigue en términos de una declaración indeclinable. No hay, ni habrá tregua con la finalidad de ganarla, en beneficio colectivo.