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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







domingo, 20 de diciembre de 2015

REFORMA EDUCATIVA Y CREATIVIDAD: LA EVALUACIÓN DOCENTE

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En medio de protesta pública y actitudes agresivas amparadas en permisiva impunidad, concluyó la etapa preliminar de la reforma educativa. El denominado balance limitado a una evaluación protocolaria de maestros adscritos a la SEP deja, no obstante, interrogantes a despejar.
La turbamulta hizo su papel contestatario. Por todos los medios a su alcance, se propuso impedir la valoración magisterial. Logró, al menos, su objetivo de perturbar el clima requerido, el de orden y tranquilidad.
El Instituto Nacional encargado de la evaluación considera que el ejercicio en cuestión, salvo algunas zonas conflictivas, permite tener la información adecuada y pertinente a fin de realizar la calificación sobre el desempeño de los docentes.
Lo importante, ahora, es precisar con todo rigor el significado así como el alcance de la jornada recién concluida; dar por terminado lo que ha quedado pendiente en las Entidades donde la disidencia impidió materialmente el proceso evaluativo. Y dar paso a la etapa siguiente hasta llegar al corazón mismo de la Reforma entendida como una revolución pedagógica y educativa a la altura de los tiempos que se viven.
Llámese evaluación docente, balance magisterial, auscultación del desempeño, lo cierto es que, como ha dicho el rector de la UNAM, Enrique Luis Graue, se trata de una fase inicial e introductoria. Pero no es propiamente la reforma educativa, la innovación integral y plena en todos y cada uno de sus componentes
El juicio es de quien representa la máxima autoridad académica y administrativa de la principal  casa de estudios del país. Tiene todo el peso y el valor de quien asume las directrices de la institución forjada con visión de futuro, sin desdeñar el pasado, de generación tras generación de dirigentes que han asumido en su momento el papel de reformadores de la teoría y la práctica educativa en los planos de iniciación, propedéuticos y de formación especializada en las ramas del humanismo, las ciencias naturales y las modernas tecnologías.
¿Evaluar para qué? ¿Con que propósito o finalidad?
No es, según el Rector universitario, con el objetivo de reprobar o de aprobar docentes. Tampoco, como lo expresan voz en cuello los sindicatos de profesores, en particular la CNTE, de examinar a los señores maestros con el propósito de reprimir a los menos calificados. O de promover con bombos y platillos a los sobresalientes.
Más bien, se quiere tener un acervo documental, una especie de archivo informativo acerca del nivel de aptitudes, de carencias, de necesidades teóricas y prácticas, por parte de quienes realizan la enseñanza-aprendizaje en el esquema de la vida actual, con todo y su incesante avance de conocimientos y renovadas aspiraciones e ideales.
Apenas este fin de semana, el director general del IPN, Enrique Fernández Fassnacht, presentó el plan de renovación integral de la institución a su cargo. Entre los ejes rectores destacan, al lado del desarrollo de tecnologías, los de innovación en la enseñanza y la investigación, así como los de actualización de la infraestructura educativa. En el formato expuesto se incluye la transparencia en el manejo de los recursos económicos.
Por cierto, la comunidad politécnica demanda austeridad en la nómina administrativa, incluyendo el renglón sobre emolumentos de la “élite” burocrática (directores, coordinadores y personal administrativo). Se infiere que hay dolo en la denuncia que alude al sueldo del director general como equiparable al que percibe el jefe del Ejecutivo federal.
Más que ocasional, los vocablos de creatividad, innovación y cambio cualitativo expresan un anhelo perdurable en el lenguaje de los rectores y altos dirigentes de centros de enseñanza superior. Los viejos paradigmas pedagógicos y educativos se sustituyen ante la evolución transformativa de las humanidades, las ciencias naturales y sociales, y del arte.

Educar es enseñar a crear. Esta es la tesis que permea, de manera deliberada o implícita, en el proceso de reforma, hoy en sus umbrales. A esta revolución se convoca a docentes, alumnos de todos los niveles de enseñanza y a los directivos y líderes académicos.