Un gabinete de
excelencia será, sin duda, el próximo equipo de trabajo que acompañe a la
gobernadora Claudia Pavlovich Arellano. Un gabinete en el que no haya lugar, como
esperan los sonorenses, para la medianía, la mediocridad o para el arribo de
recomendados, personas salidas del
anonimato o iluminados, que nunca faltan.
Se infiere lo
anterior, para empezar, por el solo hecho de que el ascenso de Pavlovich
Arellano a la primera magistratura del
Estado, en los comicios del pasado 7 de junio, ha sido no sólo en pro de la alternancia sino motivado, impulsado, por
el ideal de la transición a la democracia y alimperio del Estado de Derecho.
En “La sociedad
abierta y sus enemigos”, Karl R. Popper sostuvo que “el funcionamiento de las
mejores instituciones…habrá de depender siempre en grado considerable de las
personas involucradas por las mismas.” En seguida asienta: “Las instituciones
son como las naves: deben hallarse bien ideadas y tripuladas”.
No hay, así, por
qué esperar un asalto a la razón en lo que se refiere a la selección de las
mejores mujeres y los mejores hombres, con la finalidad de que así ocurra; es
decir, que los ciudadanos que sufragaron por el cambio, la transición a la legalidad
y al régimen de instituciones, comprueben el manejo transparente y eficaz de
los asuntos estatales con probidad, solvencia profesionalidad y certidumbre.
Surgen aquí y allá
comentarios que hablan, con buena fe, acerca de los presuntos titulares de las dependencias
gubernamentales. No escasean, tampoco, vaticinios de mala fe destinados a causar
oprobio entre los virtuales colaboradores en altos cargos de la administración
pública.
Se habla de cuotas
políticas a cubrir a través de los nombramientos. Y eso sería, sin duda, la
puerta ancha y a la vez el acceso más cómodo por donde tratarían de entrar los
menos calificados, los más audaces, aunque sus hojas de servicio dejaran mucho
que desear.
Se menciona la utilización del polígrafo
como recurso para escoger a los mejores. ¿Se trata de contar con personal honesto,
capaz, con visión de Estado, con destreza para seguir al pie de la letra las
instrucciones de la máxima autoridad? ¿Se quiere incorporar mujeres y hombres
con experiencia, eficaces en la toma de decisiones y, aparte, con aptitudes
para sugerir, proponer opciones y destreza para hacer proyectos y planes
previsores?
Nombres no faltan.
A estas alturas, no son pocos quienes opinan que el gabinete de la gobernadora
electa ya ha sido configurado. Los adelantos en los medios informativos son,
les parece, un anticipo del equipo de trabajo con el que habrá de iniciar la
administración del cambio, el gobierno de la legalidad, el mandato de la
recuperación.
Cajeme se afirma,
aporta prospectos en dos de los cargos
de mayor importancia, los de Tesorero y de Contralor. Los nombres mencionados
son: Raúl Navarro Gallegos y Miguel Ángel Murillo Aispuro, respectivamente.
No obstante, el
cargo de particular expectativa, Secretaría de Gobierno, mantiene en vigilia,
con justa razón, a los cajemenses en la medida que se da como asunto ya
resuelto en cuanto a titularidad, la cual según se anticipa será en favor del
alcalde del Municipio, Rogelio Díaz Brown.
A nuestro modo de
ver, no es cuestión de adivinar por adivinar. No se trata, además, de presunciones.
Las inferencias se basan en datos fehacientes, valorados por organismos
nacionales e internacionales. Cajeme fue laureado por ser un municipio modelo,
digno de emularse. En efecto, Díaz Brown realizó un gobierno donde predomina la
transparencia en la administración del presupuesto. Hizo de la planificación
una palanca para el desarrollo social; entrega cuentas claras en todo lo
referente a ingresos y egresos. Esto es sólo parte de su brillante hoja de
servicios.