Republicano,
federalista y esencialmente democrático es el Poder Legislativo en la medida
que rinde honor a los valores de la democracia, proponiendo, aprobando y
sancionando leyes sabias y previsoras. Honran sus funciones y sirven al Estado
de Derecho aquellos recintos camerales que son eco y resonancia de las demandas
ciudadanas, sin discriminación de clase social, económica o distingo racial.
Las
salas del Congreso son freno y control; sirven de legítimo cauce para escuchar
y atender con diligencia a la población.
Son medio de intercomunicación que dan validez y eficacia al principio de
coordinación, en vez de que prevalezca la clásica división o separación entre los
Poderes Públicos.
La
Cámara de Senadores en México es Honorable no sólo “de nomine”. Lo es cuanto
ejerce sus funciones, dando oídos y mirada atenta a los incontables asuntos que
llegan a su jurisdicción, con el propósito de que sus integrantes escuchen las
necesidades y carencias de la población. Y con el supremo afán de que una vez interpretadas
éstas, se vuelvan convenciones o normas de observancia obligatoria con el
objetivo de alentar la convivencia armónica, equitativa y justa.
Lejos
de ser rémora del Senado en el sentido de representar sólo a la aristocracia en
el poder, el Senado de la República goza del prestigio de sus fundadores y
sostenedores. Por caso, don Belisario Domínguez en los albores de la lucha
revolucionaria dio cuenta y razón de la verticalidad del órgano creador de la
voluntad ciudadana defendiendo, con su vida el derecho a disentir, a denunciar
al tirano y a expresar con estentórea, viril y diáfana voz la condena personal,
institucional y pública.
A
partir de entonces, el espíritu del senador cuyo nombre ahora identifica
orgullosamente al antiguo conglomerado de Comitán de las Flores, en el Estado
de Chiapas, deambula y preside la sede del Senado. Además, la presea con su
denominación dignifica a quienes prosiguen con su noble ejemplo honrando la
memoria de aquel varón que, por levantar en alto la voz, perdió la existencia
legando con ello su enseñanza lúcida a todo mexicano de bien.
Hoy
en día, el Senado de la República se honra en contar entre sus filas a mujeres
y hombres imbuidos de pundonor patrio y devoción cívica mediante su
participación diligente y comprometida con las más significativas causas
ciudadanas de justicia, equidad y bienestar social, haciendo partícipe a los
que son objeto de opresión y maltrato, persuadiéndolos de que no están solos. Hace
escuchar su voz en cuanto hacedora de
leyes con la finalidad de que los que se encuentren en desgracia conozcan y
sepan que pueden contar con sus representantes investidos del poder que les
delega el pueblo para subsanar desigualdades y superar adversidades sociales.
Cabe
mencionar a un continuador de don Belisario Domínguez, al senador por el Estado
de Chihuahua, Patricio Martínez García, político, hombre de fácil palabra, lo
cual hace constar en sus diversas intervenciones, por ejemplo, en las
comisiones de Relaciones Internacionales, Recursos Hidráulicos, Reforma del
Estado. Político de hechos y de ideas, heredero de la editorial fundada por el
autor de sus días, propietario de librerías en su natal Chihuahua, el senador
publica, asimismo, en ”Excélsior” su colaboración hebdomadaria los martes, con
temas de iniciativas de su autoría y en las que asimismo participa. De esa
forma, da voz al Senado por medio de la palabra escrita con un estilo
desenfadado, ágil, cercano a los lectores.
Patricio Martínez fue víctima de un cobarde
atentado, del que salvó la vida, a manos del crimen organizado. El sábado
anterior fue aniversario de la condenable agresión.