En
un vasto crisol educativo, dos instituciones vecinas, la Universidad Autónoma
de Sinaloa y el Instituto Tecnológico de Sonora, se enlazan entre sí por medio
de un convenio que cabe denominarlo magistral por la forma y el contenido.
Según
los términos del acuerdo, se trata de una convención cuyos objetivos
trascienden los límites geográficos y propician una verdadera hermandad: la del
cultivo del conocimiento en sus diversas expresiones.
Ciencia
y experimentación, teoría y práctica se disuelven y diluyen en el convenio
recién formalizado dejando atrás viejas formas utilizadas para dividir el saber
conceptual y su aplicación empírica.
Sin
el conocimiento teórico, bien lo sabemos, no hay experiencia posible. Y ésta,
por su parte, da pautas seguras para la confirmación de las hipótesis
consideradas punto de partida del razonamiento hacia su consiguiente
demostración.
Un
lazo ejemplar que une a estas casas del saber es el objetivo común de servicio
al entorno social en que se ubican. El acuerdo sienta las bases, dice el
documento, para el desarrollo de proyectos y programas concebidos por una
visión social; es decir, a fin de resolver premuras y demandas de quienes son
su razón de ser y el sustento material
La
Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) tiene consigo una larga y nutrida
historia en los anales de la educación. Proviene de una centenaria tradición
que le da su carácter de magistral en diversas acepciones. Ha sobrevivido a fuertes vicisitudes
ideológicas, sin descontar barruntos de violencia en pasadas décadas.
El
Instituto Tecnológico de Sonora (ITSON) proviene de un pasado que tiene su
comienzo en los inicios de la segunda mitad del siglo anterior. Cumplirá en
este año de 2015 sus primeros sesenta años, tomando en cuenta sus antecedentes
que datan de 1955, bajo la denominación de Instituto Tecnológico del Noroeste,
a saber el no olvidado ITNO.
Su
actual Rector, dinámico y diligente doctor en Estadística, Isidro Medina Cruz,
lo califica de institución joven, abierta al futuro. Sobre todo, de puertas
francas para todos aquellos que sienten vocación por el saber científico y las
destrezas técnicas, como también pasión de servicio hacia los demás. Es decir,
a la comunidad según todas sus carencias y expectativas.
En
cuanto a su congénere, la UAS, acerca de su Rector, el máximo coordinador
educativo, habría que decir cómo su nombre, Juan Eulogio Guerra Liera, trae a
la memoria el de un destacado maestro del ITSON, el nombre del abogado
cajemense, Juan E, Guerra Aguiluz, ya finado, del elenco de maestros fundadores
de la institución en sus cátedras de Lógica, y hasta donde dan los recuerdos,
de Cvismo en los niveles de Preparatoria y Secundaria.
Investigación
científica y formación práctica van de la mano en el magistral convenio. Asimismo,
el intercambio entre académicos y alumnos atiende, por igual, a la enseñanza y
a los estudios que hacen posible la formación teórica como la experimental en
la clase y el laboratorio a fin de participar activamente en el desarrollo de
planes para el crecimiento económico.
Una
palabra más sobre el ITSON En sus orígenes tuvo al frente como directivo a un ilustre académico,
cardiólogo muy reconocido, oriundo de Mochis, Sinaloa, al Dr. Julio Ibarra Urrea,
ex rector asimismo de la UAS. Entonces ex funcionario de la UNAM, hoy mantiene respetuoso retiro a sus más de
noventa años, tras de haber servido brillantemente en los dos claustros
universitarios.
Más
que islas separadas, actualmente se requiera de un vasto archipiélago de
universidades y tecnológicos hermanados por el saber, la inventiva y la
honestidad intelectual. Este convenio ilustra, ejemplarmente, sobre el
particular.