Estrena
Rector la Universidad Tecnológica de Hermosillo entre barruntos tormentosos en
el ámbito educativo de Sonora. La prolongada huelga en la máxima Casa de
Estudios de la Entidad acusa graves síntomas de un quebranto moral, financiero
y académico. Ello alude a una severa crisis en donde la paradoja mayor deja a
la confrontación que gane la partida y la guerra sucia a la discusión racional
y a los acuerdos.
Se sabe que los navíos son, en alta medida, lo que sus
conductores; es decir, dependen del capitán y de la destreza y disciplina de la
tripulación.
Juan
Francisco Gim Nogales, el nuevo rector de la UTH, se compromete a proseguir la
capacitación profesional por medio de la máxima calidad posible de la enseñanza.
Promete sostener los niveles exigibles a una institución, cuya tarea es informar y formar generaciones
con arreglo al saber de las ciencias y las técnicas.
Requiere,
así, del respaldo pleno de alumnos y maestros, con el laudable fin de sostener
a la UTH en la altura que espera de ella la sociedad hermosillense. Inclusive se desprende de su
mensaje la determinación de llevarla a sitios más elevados de idoneidad en el
cumplimiento de los planes y programas de estudio.
La
UTH ocupa importante lugar en la nómina de centros educativos con salidas terminales
en beneficio de los sectores industriales y productivos en general. Su influjo
en el entorno regional y estatal adquiere mucha mayor prestancia al paso del
tiempo y de cara a la adversidad que impera en torno a la UNISON.
En
el sur del Estado, el Instituto Tecnológico de Sonora (ITSON) cumplirá en
2915 la sexta década, sirviendo por
medio de la enseñanza especializada para formar profesionales que cubran vacíos en la
agroindustria, el sector empresarial privado lo mismo que en la administración
pública.
A
sus 60 años, el ITSON es faro que irradia conocimientos y habilidades técnicas
entre su cada vez mejor calificada población estudiantil.
Quienes
egresamos hace más de cinco décadas de sus vetustas aulas, gozamos aún del recuerdo,
entonces grato privilegio, de haber escuchado las sabias lecciones de labios de
quienes, convertidos en maestros inspirados e investidos por legítima vocación,
hacían suyo el apotegma de que vale más “dar antes que recibir”. Espíritus y manos
generosas como las de don Moisés Vázquez Gudiño vibran todavía en los salones y
las relucientes paredes del siempre renovado y nuevo Tecnológico.
Julio
Ibarra Urrea, su segundo director y Alberto Delegado Pastor, a la vez
secretario general, simbolizaban juventud y madurez conjugadas, hace 60 años,
en su estilo de dirigir la flamante
nave. Médico egresado de la UNAM el primero, recién llegado de la Rectoría de la Universidad Nacional tras dejar
el cargo de secretario en Servicios Escolares, Delgado Pastor, circunspecto y
rígido abogado, el segundo, quien daba eficacia a las disposiciones normativas con
su rigorismo apegado al Reglamento en vigor.
Y
qué decir de la biblioteca cuyo acervo no llegaba a los 500 ejemplares entre
volúmenes de viejas enciclopedias, ejemplares de la literatura finisecular y
contando uno que otro autor de
principios de siglo. Las precariedades
se compensaban, sin embargo, con la bulliciosa convivencia y la audaz participación
en el Ateneo, los concursos de oratoria, los juegos de fútbol y los escritos en
“La voz del Tecnológico”.
Nada
se pierde en la brumosa lejanía. Los flamantes edificios que hoy llenan los
espacios del actual “campus” universitario preservan envejecidos archivos en
espera de ser alcanzados por la vara mágica de las remembranzas históricas que,
a su vez, haga el “milagro” de la resurrección a nueva vida de la enseñanza
profesional y de la comunicación educativa. Con Isidro Roberto Cruz Medina,
rector del ITSON, se perciben los latidos de la próxima conmemoración.