Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 28 de abril de 2014

DERECHOS INDÍGENAS: ¡AHORA O NUNCA SEÑOR PRESIDENTE!


A la voz de “Ahora o nunca señor Presidente”, las etnias del País se alistan a fin de dar su mejor batalla.
Tomás Rojo Valencia en Sonora y Adelfo Regino Montes en Oaxaca simbolizan el principal liderazgo del movimiento indígena, armados con los recursos de la negociación y resueltos a llevar, hasta el final, la reivindicación de sus congéneres por la vía del Estado de Derecho. Es decir, con arreglo a la constitucionalidad y la legalidad.
En el norte, la guerra de la Tribu Yaqui, sin lanzas ni disparos de armas por parte de sus emplazantes, hace historia en la ancestral batalla por la defensa de lo que les es propio, conforme a las leyes: la tierra y el agua. El rescate de manos ajenas, avariciosas y usurpadoras, marca la indoblegable y férrea disposición de los descendientes del indio Cajeme dispuestos a lograr que la justicia brille con la resolución final  en el actual conflicto. Que les haga posible vivir del fruto de su trabajo con paz y armonía.    
Tomás Rojo ha repetido, una y otra vez, que no declinarán bajo amenazas, chantajes y presiones. Están dispuestos a soportarlo todo con tal de alcanzar la victoria en lo que podría ser su última guerra contra la injusticia y la arbitrariedad.
Por su parte, desde el candente solar oaxaqueño, Adelfo Regino Montes, ayer beligerante líder de los indígenas, hoy diligente y eficaz secretario de Asuntos Indígenas en el Gobierno estatal, levanta vigorosa la voz con acento claro y concluyente acerca de que es llegado el momento para asumir desde la cúpula estatal y nacional la decisión responsable de acatar el respeto a la identidad cultural, lingüística y racial,  de los más de cincuenta grupos que  forman las comunidades de mazatecos, mixes, triquis y zapotecos entre otros.
Político experimentado que sabe, como diría A. D.  Lindsay, dónde aprieta el zapato, sin dejarse seducir por charlatanes que prometen “hacer los zapatos más bellos y al precio más bajo posible”, Adelfo actúa con apego a las virtudes de probidad, rectitud y demuestra capacidad para hacer la mejor defensa de  los parias de su Entidad. El titular de Asuntos Indígenas de Oaxaca pone el dedo donde debe ir: en la necesidad de promover apremiantes reformas constitucionales a fin de evitar reyertas agrarias entre pueblos hermanos, impedir la migración portadora de marginación y confinamiento, pasto para la desnutrición y los abusos dentro del Estado y fuera del País.
Pero no todo es adverso sólo en el sur y en el sureste. En las zonas norte y noroeste de México las cosas no son mejores para las vapuleadas y resignadas etnias en Durango, Chihuahua y Sonora, donde decenas de miles sobreviven a la “buena de Dios”. Padecen discriminación, abusos de autoridad, impunidad e indefensión. Y todo, con el visto bueno de los aprendices de políticas públicas opresivas y expoliadoras  destinadas a marginar más y más a los marginados, a marcar con letras indelebles a los vencidos por la ignorancia, la enfermedad, la desnutrición y el despojo. Y todo esto en nombre de la política de usos y costumbres, sistema urdido para dar manga ancha a manipuladores, intermediarios y adalides de caciques poderosos y promotores de  miseria y postración entre víctimas bajo riesgo de extinción.

Bien que en Oaxaca, Asuntos Indígenas aplique el criterio de reivindicar los derechos de las etnias con iniciativas de ley para hacer valer la justicia social,  la equidad y el entendimiento. Bien que sea el titular un líder que, por su origen y experiencia, conozca dónde aprieta más el incómodo zapato. Y bien por Sonora, en donde hace patria desde las filas de su comunidad un dirigente digno de ese nombre: tenaz, sin dobleces y de palabra limpia de torceduras. En la era de la postmodernidad, los Yaquis tienen, así, asegurada  la paz y la sobrevivencia.