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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







martes, 17 de marzo de 2015

NORMAN BORLAUG: CIEN AÑOS DESPUÉS

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Hace un año, por estos días, se conmemoró el centenario del natalicio de uno de los hombres con mayor celebridad en el mundo: Norman Borlaug, científico, filántropo en el más profundo significado del término, personalidad radiante de pasión por la biotecnología vegetal, benefactor número uno en un mundo de famélicos sin esperanza de vida en la remota India y en el lejano Pakistán.
Nació en una granja de los Estados Unidos de América, pero vivió largos y productivos años en Cajeme, haciendo del Valle del Yaqui su segunda patria, su hábitat propicio para su espíritu de investigador y de inventor de una realidad espléndida: la multiplicación de los panes en  una época de voraz hambruna en la patria de Gandhi y de la hoy mundialmente reconocida activista, Nobel de la Paz, 2014: Malala Youzafzai.
En la ceremonia conmemorativa del doctor Borlaug, Premio Nobel de la Paz, hace un año, el alcalde de Cajeme, Rogelio Díaz Brown, expresó: “Por nuestra vocación agrícola, los habitantes de Cajeme cuidamos, valoramos y defendemos el agua  como el recurso indispensable para la construcción de un futuro de progreso y bienestar, pues representa un elemento potencial para nuestro crecimiento económico”.
Antes, el munícipe ampliamente conocido por su lealtad en la defensa del recurso vital, el agua, para la producción de satisfactores alimentarios, había encomiado el alto nivel productivo del Valle del Yaqui y aludido al honroso título de “Granero de México”, alcanzado por disposición de sus empresarios, ejidatarios, comuneros y su población indígena.     
En la persona del Dr. Borlaug, el alcalde Díaz Brown había rendido generoso tributo a los héroes del pensamiento, a los adalides de la ciencia y la tecnología referidas a la actividad agroindustrial. Hizo notar entonces que las bondades de la Revolución Verde eran hechos documentados en las páginas de la Historia Universal. Y dio a la hazaña de la ingeniería genética su debida proporción: obra del conocimiento y de la paciente dedicación; de la experimentación planificada y de la organización al servicio de la sociedad, más allá de las barreras políticas y por encima de fronteras concebidas para ser franjas inexpugnables y no puertas y ventanas de comunicación y de intercambio de bienes para el bienestar y la paz universal.
A doce meses del centenario, el panorama sociopolítico y jurídico en Sonora es muy otro. Aunque entonces se dejaba sentir tensión y zozobra con motivo de la operación del Acueducto Independencia había, no obstante, grandes esperanzas y razonable optimismo sobre rectificación de ilegalidades. El cambio en las alturas del máximo poder político dejaba incubar confianza en torno a la rectificación de la justicia jurídica, sobre cómo restituir el deteriorado Estado democrático de Derecho. Rondaba la fe en las instituciones para resolver el diferendo en tribunales del Poder Judicial y se confiaba en la sabia interpretación de los custodios de la Constitución tocante a los derechos del agua, sobre su uso y usufructo; en torno a la consulta entre los usuarios y sus legítimos beneficiarios. En suma, crecía la certidumbre en que una consulta digna de ese nombre merecía del aval de autoridades en la materia, de científicos y expertos, planificadores y conocedores de riesgos y posibles daños, mediatos e inmediatos sobre el entorno ambiental.
Hoy las cosas han cambiado. En el banquillo están autoridades políticas y administrativas. El gobernador Padrés no está solo entre los inculpados. Ahí figuran los titulares de Semarnat, Profepa y de Conagua.
Por si esto fuera poco, se sabe de los derrames de tóxicos sobre ríos y arroyos de la Entidad. Los remedos de castigo: multas ínfimas ante  daños colosales.

Así, el aniversario del Dr. Borlaug ocurre entre augurios sombríos y grandes desesperanzas.