Ocupa
el Estado Grande, Chihuahua, un sitio de honor como Entidad pionera en edición
de libros en lengua indígena, dato que
consagra la aspiración para dar voz y oído a las minorías que carecen del medio
idóneo a fin de comunicar entre sí las vivencias y aspiraciones de sus
comunidades, las zozobras y esperanzas de sus integrantes.
En
el Día Internacional de la Lengua Materna hace público no sólo dentro de la
vasta extensión territorial demográfica (rarámuris, guarajíos, pimas y
tarahumaras), sino hacia todo el país y fuera de nuestras fronteras, el
propósito de hacer programa institucional, a fin de que las minorías étnicas
que hasta ahora permanecen en abrumadora soledad, salgan del mutismo ancestral
y se puedan ver, escuchar y comunicar en lengua escrita lo que ellos son,
sienten, quieren y proyectan como seres humanos.
Enrique
Servín Herrera, titular del Instituto Chihuahuense de la Cultura, expone en líneas generales, el programa en marcha:
tiene la finalidad de rescatar un patrimonio invaluable, pero en vías de
extinción: la herencia lingüística de las diversas comunidades antes
mencionadas.
Dicha
empresa, digna de encomio y aplauso unánime, tiene tras de sí, en su más
profunda motivación, el rescate y la salvaguarda de valores aborígenes, en
completo olvido y hasta desdén, tras los azares de la Conquista y los impactos
socioculturales de la galopante modernidad.
Desde
hace años, con la “Visión de los Vencidos” de Miguel León Portilla, el interés
por nuestro pasado prehispánico no ha menguado. A los antropólogos se suman
arqueólogos y estudiosos del pensamiento mágico de los pueblos nómadas y
sedentarios de toda América en procura de conocer el sentido de sus usos y
costumbres, las raíces de su encono hacia el hombre blanco y su natural
ensimismamiento ante todo lo que sea dominio y predomino en contra de su
comprensión de la naturaleza y modo de vivir.
A
los etnólogos y exploradores de la cultura indígena, se adjunta la aportación
especializada de lingüistas y cultivadores del idioma.
Podría
decirse que esta cruzada por la reconquista, la del patrimonio ancestral
idiomático de los indígenas, ocurre en una coyuntura donde, del Norte al Sur,
las comunidades marginadas sufren agravantes embates sobre sus heredades:
montañas y ríos, cuencas hidrológicas y tierras de sembradíos.
Yaquis,
mayos y guarajíos, de Guaymas, del Yaqui y de la alejada región de Álamos,
Sonora, forman poblaciones de indígenas víctimas de la voracidad de extranjeros
y connacionales sedientos de las riquezas que atesora el subsuelo. Contaminan
cuerpo y mente, con lujo de impunidad, y envilecen a los lugareños mediante la
imposición de hábitos que pervierten y costumbres que hacen imposible vivir en
paz y concordia.
Frente
a la política de exterminio sociocultural, las noticias provenientes desde
Chihuahua dan motivo para refrendar tareas al parecer abandonadas en los
expedientes burocráticos y para asignarles significado de estrategia,
recuperando y promoviendo valores patrimoniales del linaje original.
Es
un gran avance el que da Chihuahua y es positivo el anuncio en el Día
Internacional de la Lengua Materna, al poner énfasis sobre la causa minoritaria
de las comunidades indígenas, haciendo hincapié en la necesidad, con carácter
de premura, a fin de que sus testimonios sean comunes al ser conocidos entre sí;
y que se conviertan dichos testimonios en objeto de interlocución y
entendimiento ´por parte de unas y otras etnias.
Y
esto es motivo de encomio, pues la unanimidad lingüística permite que se
traduzca en tema perceptible el estado social, cultural y económico en el cual
viven y conviven. Afirma Ferdinand De Sausure en “Curso de lingüística general”:
“En la vida de los individuos y de las
sociedades, el lenguaje es un factor más
importante que cualquier otro”.