Rindió
protesta como candidato a la alcaldía de Cajeme por el Partido Revolucionario
Institucional Faustino Félix Chávez, en los umbrales de la más polémica de las
elecciones en el Estado de Sonora. Decimos “polémica” en el sentido etimológico
del término “pólemos”: combate, choque, lucha o batalla.
Algo,
o mejor mucho, hay de esto en los
inicios de la campaña política en la cual los ataques, dimes y diretes,
infundios y descalificaciones estarán a la orden del día. Para no pocos de los
combatientes, el dios o dioses de la guerra presidirán de principio a fin la
competencia, a cuyo efecto enarbolan la proclama de que el mejor, el más
carismático y dispuesto a jugarse el todo por el todo será aquel que haya
mentido más. Y sobre todo el que haya sido creído por las mayorías, como por
arte de magia.
La
audacia tratará de hacer su parte, induciendo a sus postulantes a dar a las
promesas de campaña el significado de compromisos ineludibles, inequívocos y de inminente
realidad. Otras veces, el cinismo disfrazado de entereza y honestidad llevará
al extremo de propalar las falacias como verosímiles y éstas como derrotero de
virtud.
Pero
en política, como en todo lo que sucede en el mundo de lo cotidiano, de la
experiencia diaria, nada hay escrito y trazado de antemano. Aunque tampoco habría
que caer en el juego de palabras o trampa del idioma que afirma que “nada es
verdad ni mentira sino el cristal con que se mira”. Por esa vía, más pronto de
lo que se dice, nos condenaríamos “a priori”, a dejar en manos del azar o del
destino todo aquello que de cerca, en el fondo, nos atañe.
Volviendo
al candidato a la presidencia municipal cabe hacer, en breve, una reflexión
sobre su biografía o desempeño público, a partir de su trayectoria de alcalde
de Cajeme, diputado federal por el distrito en donde se gesta la principal
riqueza agrícola de la Entidad, en cuya jurisdicción se ubican las empresas más
jóvenes y pujantes del Estado y en donde la educación tecnológica y
universitaria da amplia y eficaz cobertura en ciencias, en las técnicas que de
ahí derivan y en la preparación artística, humanística en suma.
Faustino
Félix Chávez simboliza no sólo en la entidad sonorense, sino en el ámbito
nacional, una candidatura que da la espalda a la política entendida como
publicidad frívola. O mejor, concebida como táctica retórica para atraer
incautos y dejar sembrada falsas esperanzas.
Bien
saben los electores que el ahora candidato a presidir los rumbos de la economía
municipal, la salud de los cajemenses, sus premuras en materia de vivienda,
empleo, educación; es decir, en los órdenes del bienestar, serán satisfechas en
términos de oportunidad y de acuerdo con los recursos de que disponga como
autoridad. En el caso, claro, de que los ciudadanos le refrenden la confianza
que le han otorgado sucesivamente.
El
actual munícipe, Rogelio Díaz Brown, fogueado ante cruciales desafíos, el agua
para empezar, deja un espacio abonado por la honestidad, la eficacia y el apego
a la legalidad. Alcalde laureado, su desempeño hace confiar que, sin duda,
trascenderá como legado positivo, ejemplar a toda prueba. Que lo digan, si no,
los dirigentes de la Tribu Yaqui, encarcelados contra toda normatividad y con
exceso de atropellos, además que den su opinión los pueblos indígenas, quejosos
en abandono abrumador por las instancias estatales y federales, denunciantes de
la contaminación en su cuenca hidrológica, de posible exterminio por el desdén
y pisoteo a sus usos y costumbres.
Félix
Chávez sale al paso de los líderes de la guerra sucia. Refrenda su convicción
en cuanto a que su legado político no es cuestión de dinastías. Esgrime el
criterio de que si bien las virtudes políticas no se heredan, pues así serían
genes acopiados de forma espontánea y natural.