Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







viernes, 21 de agosto de 2015

MONUMENTO A LA INFAMIA: DEL DAÑO A LA OFENSA

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El Danzante Yaqui es representativo de usos rituales con sentido religioso que revelan identidad  y carácter de una de las etnias que han hecho historia en los registros del país. Expresa, asimismo, el temple y la entereza de los pueblos originarios del sur de Sonora que se han sobrepuesto a los intentos de exterminio por parte de racistas y convenencieros que han emergido y siguen emergiendo quién sabe de dónde y con qué aviesa finalidad. Revela alegría de ser y de vivir
El parador turístico realizado  en el corazón de las comunidades  aborígenes es, sin duda, el mayor de los contrasentidos cometidos  por el Gobernador de Sonora.  Es tal vez la principal aberración publicitaria efectuada por mandatario alguno: un verdadero despropósito político en la historia de la Entidad.
Padrés Elías pasa por ser el funcionario más empecinado en dar fin a la existencia de los yaquis mediante la imposición de una política de exterminio. El objetivo de vulnerar los derechos al agua de la susodicha Tribu sólo es pensable como producto de una voluntad movida por el odio o la venganza. El Danzante Yaqui es ya considerada como monumento a la infamia, nunca antes ideada en el marco de  acciones reprobables, definitorias de esta administración a punto de concluir.
Guillermo Padrés Elías, en mal uso de sus funciones, contrató los servicios del escultor Balderrama para realizar esta obra que, a su vez, pretender inaugurar a tambor batiente hacia finales de este mes. Dicha decisión motiva el rechazo frontal, con explicable dignidad de la comunidad indígena, difundida en por medio de su representante, el vocero Miguel Ángel Cota Tórtola.
Mucho da en qué decir la proclividad de quienes han ejercido perversamente el poder.
A fin de perpetuar su memoria, a esta categoría de personas  les da por hacer réplicas de sus efigies y ordenar que sean colocadas en sitios públicos como si  esto no fuera, de suyo,  signo de frivolidad y provocación a la ciudadanía cuya justa indignación lleva a defenestrar a sus detractores, lapidando con sus manos lo que no pudieron hacer con la persona de sus indignos dirigentes.
Por otra parte, cabe pensar que son malos, corruptos los consejeros que rodean a todos aquellos que, de manera similar al Ejecutivo sonorense, mandan construir obras en “halago” de sus victimados, haciendo realidad la sentencia aquella de sumar “Al daño la ofensa”. ¡Y de qué manera!
Padrés Elías impuso su voluntad, apoyado en el Presidente del conservadurismo reaccionario del sexenio anterior, Felipe Calderón, cometiendo, con ese efecto, acciones ilícitas sin cuento en contra de los pueblos indígenas, jamás llevadas a cabo por mandatario alguno, al menos en la historia reciente de Sonora.
En vez de más escuelas cercenó, dilapidando, los apoyos financieros a favor de las mencionadas etnias; dictó instrucciones para encarcelas a líderes de la comunidad: En suma, pasó por alto los alcances y la validez de sus usos y costumbres, haciendo caso omiso ante la inconformidad y a los legítimos reclamos.
Interpuso todo el peso de su autoridad para “dar largas” a los acuerdos en favor de las etnias tocante al uso y usufructo del agua. Sostuvo contra viento y marea la posición anarquista hasta los últimos días de su mandato, haciendo ver mal a los organismos de suyo ineficientes e ineficaces, como Conagua, sin importarle las consecuencias y el impacto en la figura presidencial, como tampoco en la suerte política y jurídica del federalismo, en plena declinación y derrota a causa de su desventurado desempeño administrativo.
Era, así pues, de esperar que los primeros en salir al frente para impedir la ignominia que pretende perpetrar Padrés Elías fuesen los más lacerados por sus flagrantes embates.

Sin duda, otras agrupaciones cívicas, ciudadanas, se unirán a su movilización por la dignidad y honorabilidad de aquellos que no han escatimado poner en juego su propia integridad y la seguridad de sus familias a fin de hacer una legítima y férrea defensa de los derechos que, asimismo, son garantías irrecusables.