Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 17 de agosto de 2015

FRANCOTIRADORES TRAS LA REFORMA EDUCATIVA



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A diferencia de las reformas del ex Presidente Salinas de Gortari, las propuestas por el mandatario Enrique Peña Nieto tienen carácter imperativo: son inexcusables. No hay posibilidad de ser negociadas, reitera el titular de Gobernación.
Una por una, las modificaciones a la Constitución han pasado a través del crisol del Congreso federal, levantando ámpulas la mayoría de ellas y ocasionando protestas organizadas por una oposición que es dique o muralla, prohijadas por el renovado conservadurismo: implacable y a ultranza.
Convertido en argumento la paradoja de Bobbio, ¿quién controlará a los controladores?, el escudo para rechazar el rubro relativo a la evaluación de los docentes, expresa el rechazo a la susodicha reforma en forma por demás enfática: si los maestros son quienes están facultados para aprobar o reprobar, entonces ¿cómo y por qué imponer el imperativo de evaluar a los evaluadores? ¿Cómo y porqué ordenar una instancia por encima de ellos, para examinar a los examinadores?
La reforma educativa en marcha nació con el objetivo de ser eje del bloque de reformas a fin de colocar a la nación en la vanguardia modernizadora. Tiene la finalidad de ser crisol que garantice la pertinencia y la eficacia para formar ciudadanos libres y responsables. No consiste, por tanto, sólo en avalar la capacidad para instruir y transmitir, con eficiencia y eficacia, los conocimientos. Ha de informar y formar cívicamente a la vez que educar en las ciencias, las humanidades y en las técnicas modernas.
Oaxaca a la cabeza de la feroz embestida, le siguen Guerrero, Michoacán y Sonora. Esta última entidad, a causa de la quiebra jurídica y política ocasionada por el titular del poder Ejecutivo, mandatario “de nomine”, evasor de juicio político y prófugo de una justicia ineficaz que hace enmudecer tribunales, incluyendo a la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación.  
Nos referimos ya no a los malabares del gobernador oaxaqueño tendentes a obstruir la precitada reforma, sino al autoritarismo del político sonorense para quien el presupuesto en materia de educación pública puede ser operado de acuerdo a su antojo, de manera arbitraria, difiriendo la cobertura a las instituciones de enseñanza media superior y superior sin ninguna explicación que justifique semejante aberración.
Aludimos aquí a la actitud retrógrada de gobiernos, como el de Sonora, proclives a retener o dilapidar los subsidios a tecnológicos y universidades, incluyendo a la máxima casa de estudios en la Entidad, la UNISON. Gobiernos “de nomine” que, olímpicamente, cometen  agravios en contra de las instituciones educativas públicas, casas de estudios notables por su excelencia, a título de ejemplo el ITSON, el Instituto Tecnológico de Sonora, radicado en Ciudad Obregón. el cual por cierto inicia festejos por los 60 años de servir, con oportunidad y eficacia, al  desarrollo y el progreso del Estado. El ITSON es baluarte en Sonora ante la  deserción escolar y la frustración de miles de educandos.
A lo anterior, se añade la cadena de arbitrariedades que suman el daño a la ofensa en contra de quienes necesitan, a fin de continuar y culminar sus estudios técnicos y profesionales, de la asistencia pública entendida no como limosna o dádiva. Es decir, en el sentido de asignación de becas por parte del Estado, como práctica y obligación del Estado benefactor y en el sentido de un compromiso del cual no están exentos funcionarios de alta jerarquía hasta los gobernadores y munícipes.
En la nómina de los francotiradores contra la reforma educativa están, en suma, quienes retienen, en perjuicio de las casas de estudios y de sus humildes huéspedes, los fondos que el gobierno asigna para tal efecto y quienes suspenden el pago de becas a los estudiantes sin recursos.