Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







jueves, 23 de abril de 2015

TECNOLÓGICO DE SONORA: FESTEJOS DEL SEXAGENARIO

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Cumplir años no es asunto lisonjero. Se requiere ir sobre el domo del planeta por lo menos trescientos sesenta y cinco días girando alrededor del Astro Rey. Significa el poder gozar del paso de cuatro estaciones: la primavera, la más bella de todas; al final, la invernal, rígida y con su temible guadaña;¸antes la del verano, generosa por lo copioso de sus lluvias y la del otoño, austera y señorial con el ceñudo gesto.
El Instituto Tecnológico de Sonora (ITNO), nuestra enfiestada Universidad, celebra sus sesenta julios con festejos que van de audiciones musicales con obras clásicas a la presentación de piezas teatrales, clásicas y semi clásicas. En su espléndido auditorio se han escuchado, con deleite espiritual, óperas y cantos sublimados por las voces de intérpretes prestigiados.
En suma, su rector, el doctor Isidro Roberto Cruz Medina, ha enterado a la sociedad cajemense de la publicación de un libro documental y memorístico acerca del pasado remoto y el más reciente del ITNO cuyo contenido abarca a los idealistas que lo concibieron y a sus mecenas que lo sustentaron, a los primeros directivos y empleados, así como a su personal docente y a la entusiasta y ávida de saberes: su población estudiantil.
El responsable de la singular Memoria es ni más ni menos que el dinámico y reconocido comunicador, docente en la Casa de Estudios y autor, entre otros títulos, de “Días de radio en Cajeme”, obra de requerida consulta y director general de  “Infocajeme”. Nos referimos a Sergio Anaya,  licenciado en Periodismo (UNAM, 1975-1979), quien siendo académico en la institución fue coautor de la obra conmemorativa por los 50 años del plantel.
Una de las formas de conmemorar los aniversarios, así se trate de  personas o de instituciones, sin duda es la de crecer, continuar escalando por la empinada escalera del progreso; es decir, dar a los años la cualificación que implica la noción de vivir, de convivir y de  contribuir a que el medio social en que somos y en el que nos movemos, sea cada vez mejor. En modo alguno,  contribuir a que el mundo sea más incierto, más inseguro, más ayuno de optimismo y de esperanzas viables y confiables.
Así, es motivo de admiración el ver y observar la ya familiar figura del rector del Tecnológico, del capitán de esta portentosa nave educativa, colocando la primera piedra de lo que será una ampliación en la que se alojarán laboratorios de diversas especialidades, salas de juntas y áreas de cubículos de trabajo para estudiantes. Esto nos confirma que la denominación “Alma Mater” referida a las casas de la inteligencia dice mucho más de lo que podría percibirse en esas significativos términos. Hay ahí el hálito de la creatividad, el  “élan vital” al que aluden los franceses, que suscita la presencia de la razón vinculada a la experiencia en un perpetuo fluir.
Dice al respecto el doctor Cruz Medina: “Colocar la primera piedra de una obra es más que una acción simbólica¸ es seguir garantizando el crecimiento de la Universidad y ofrecer las mejores condiciones para el desarrollo de la tarea educativa…”
En efecto, entendemos así que las naves en vía de edificación alojarán laboratorios, máquinas térmicas, máquinas hidráulicas y todo lo concerniente a espacios académicos en donde hay continuidad de vida académica y de convivencia en cada taller y sitio adicionado a la casa del saber.
Alma Mater es, de este modo el ITSON. Amplía sus inmuebles para dar amplios espacios a las nuevas generaciones. A las generaciones pretéritas les da calor académico, regazo cultural como en los viejos tiempos. Es madre generosa que no olvida, como tampoco la olvidan sus primeros hijos.

El sexagenario es lazo de unión, vínculo que mantiene en vivo la cronología para convertirla en historia palpitante.