Música
y deporte fueron, en los tiempos arcaicos, obsequio exclusivo para quienes
gozaban de poder económico o eran poseedores de una aureola cuyo resplandor dependía
de la clase social o del prestigio que deviene del estamento.
La
época heroica en la antigüedad fue escenario de competencias y combates en donde los premios eran la
confirmación de la dignidad y el mérito. Hasta llegada la Revolución Francesa y
antes con la incursión de la escuela pública, una y otro, música y deporte
pasaron a ser introducción y propedéutica para todos aquellos que demostraran
vocación para realizar estudios superiores.
Hoy en día, el
lema de mente sana y cuerpo sano dejan su lugar de santo y seña para reconocer
a los más aptos en el sentido aristocrático del término. Son tan sólo formas
para demostrar la capacidad y la destreza por medio de los conocimientos, la habilidad y el talento.
El
Festival Operístico anunciado en Ciudad Obregón refrenda el carácter laico de
las disciplinas aludidas entendidas como una extensión social por parte del
Ayuntamiento, pero asimismo es confirmación de la participación de sectores con
recursos pecuniarios dispuestos en aras del beneficio colectivo y popular.
Ciudad incluyente había sido así calificada la
cabecera del Municipio de Cajeme. Ciudad incluyente por su apertura educativa,
justo en el enclave en donde mejor se prueba la fortaleza y el vigor de las
decisiones. Ciudad incluyente, también, por la visión social, la entereza
cívica y por las tendencias positivas hacia
el igualitarismo; es decir, por la equidad de oportunidades ofertadas y
apoyadas por autoridades y representantes públicos.
Huésped
será la ciudad por la presencia de docentes prestigiados provenientes del Viejo
Continente. Y esto no es logro modesto en modo alguno. Particularmente, si se
toma en cuenta que las sedes en las que se incluye la de Ciudad Obregón son las
de la Ciudad de México, de Guadalajara y de Monterrey.
Se
inscribe, así, nuestra urbe a la vanguardia poniendo generoso ejemplo de cómo
facilitar el ejercicio de extender los beneficios de la cultura pomposamente
denominada cultura superior. Hace tangible, por medio de los programas
académicos y con las audiciones populares, que el cultivo del espíritu, la
educación estética y el goce las audiciones operísticas no son fruto exclusivo
y oportunidad para unos cuantos.
Las
ciudades inclusivas son enclaves en donde la libertad se desempeña a través de
la convivencia en paz y armonía, y por medio de condiciones idóneas para gozar el
fruto del trabajo honrado y la ocupación productiva,
Escuchar
óperas como “Las Bodas de Fígaro”, no es
ya algo fuera de lo ordinario. Ya no es
platillo a gustar únicamente entre personas pudientes, como tampoco es
privilegio el poder asistir, en procura de estudios, a centros de cultura
musical allende la frontera del país. Hay becas disponibles para quienes
disponen de talento y experiencia en la creatividad artística por medio de la
música y el canto.
El
festival pone de relieve que por encima de las vicisitudes partidistas o los conflictos
sociales, el arte al igual que el deporte, son disciplinas al alcance de
minorías lo mismo que de las mayorías. El juego entre unas y otras trasciende
de la arena política y llega hasta los escenarios en los que tiene su lugar
propicio el espíritu y la educación. Ahí hace su labor constructiva la enseñanza
concebida como actividad idónea para
crear en todas las modalidades de la expresión humana.
Confirma,
refrenda, acredita, por la vía de la comunicación educativa, con dimensión
democrática, los valores sobre los que se asienta una nueva sociedad en donde
las diferencias no estriban en el tener sino en el disponer de lo más valioso
de los seres humanos: la creatividad, la libertad y la responsabilidad.