Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 13 de abril de 2015

PASTA DE CONCHOS Y RÍO SONORA: CASOS PARALELOS

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La veda electoral no intimida, tampoco inhibe, a los contaminadores del país. Para ellos, como para los líderes de los cárteles de estupefacientes no hay leyes ni ordenamiento alguno capaz de controlar sus acciones criminales destinadas a envenenar, por igual, el cuerpo y el alma.
De Norte a Sur y del Golfo de México al Pacífico, el deterioro ambiental y moral de la población está a la orden del día.
Los derrames de tóxicos ocurren, día tras día. Suceden como si no existiesen Profepa, Semarnat y Conagua. David Korenfeld, titular de esta última dependencia gubernamental, cayó no por el uso indebido del helicóptero sino por dar pábulo al descontento colectivo de munícipes y  ciudadanos hastiados al no impedir y evitar el tsunami que se abate implacable contra la salud y la seguridad de los mexicanos.
Chihuahua, la ciudad más limpia de América Latina, así declarada en los albores de este siglo, es ahora un auténtico “río de basura”, con desechos de comida y toda clase de desperdicios. La energía solar resulta desaprovechable por lo visto. Desde la huasteca potosina llegan noticias similares: se ingiere agua contaminada con heces fecales. Los estudios bacteriológicos revelan que hay contaminación generalizada en mantos acuíferos.
Habitantes de comunidades aledañas al río Sonora bloquean la autopista que va de Hermosillo a Ures en protesta por la suspensión del pago por daños en sus bienes y personas, con el pretexto de la llamada veda electoral, especie de coraza para impedir el ejercicio de la legalidad y dar rienda suelta a la comisión de delitos encubiertos bajo el denso velo de la impunidad.        
El reclamo de incumplimiento es debido a falta de pagos de compensaciones por parte de la minera de Cananea causante de daños ocasionados con motivo del derrame criminal de tóxicos al cauce del río que abastece del insumo a siete pueblos de la región.
Padecen enfermedad a diario personas al par que animales de granja y cunden afecciones gástricas entre niños y ancianos de la localidad. El ecocidio pende sobre la cabeza de miles y miles de habitantes dejados en palmaria indefensión.
Lo de Pasta de Conchos, jamás habrá de olvidarse Y ahora vuelve en aquella jurisdicción a ensañarse la mafia de burócratas coludidos con delincuentes amparados mediante concesiones falsas para cometer abusos y tropelías, explotando de manera ilegal yacimientos carboníferos y dañando, por enésima ocasión, el ecosistema. Tras el pasado holocausto de obreros en las entrañas de las minas, la red delictiva actúa prepotente en contra de bienes propiedad de la nación y en perjuicio de los propietarios de predios particulares.
La voz de los afectados es similar al clamor de las víctimas por la contaminación del agua en la huasteca potosina; se suma a la protesta masiva de familias chihuahuenses cuya urbe llegó a ser la más limpia del Continente cuando había políticos cumplidores con la Ley y con la sociedad.
Casos paralelos abundan al amparo de la inmunidad. Entre Pasta de Conchos y lo que ocurre en Sonora hay un particular similitud que los hace comparables en cuanto a contubernio de políticos y aventureros; entre mafiosos y titulares del poder entendido como antesala de enriquecimiento ilícito; entre líderes con patente de Corzo y dirigentes de cárteles que enferman por igual el alma y el cuerpo.
Cincuenta por ciento, o más, el subsuelo mexicano está concesionado a empresas mineras, nativas y foráneas, desde tiempos de los presidentes desnacionalizadores: de Salinas de Gortari a Calderón Hinojosa.

Esto no es un secreto. Lo verdaderamente relevante será el darnos cuenta de que Semarnat, Profepa y Conagua sirven para algo: contener abusos, evitar enfermedades y empobrecimiento a causa de la voracidad y la impunidad con la que actúan poderosos embozados, enemigos encubiertos de México y los mexicanos.