La
UNAM y el ITSON, distantes en el tiempo y en el espacio, cinco veces centenaria
la primera, sexagenario el segundo, cumplen sus funciones de enseñanza,
investigación y de servicio, con suma pertinencia, ejemplificando así su
carácter de instituciones públicas provenientes de la sociedad. Y sostenidas
por ella.
En
la entraña social nacieron y a ella devuelven los beneficios, con creces, los
recursos humanos que les son confiados.
En ellas se
percibe su papel de casas de estudios, atentas a los latidos de su entorno
comunitario. Su importancia y valía no están sólo en lo que dentro llevan a
cabo.
Su
trascender y permanencia, aparte de sus valores intrínsecos, de la actividad
que pocas veces sale a colación, con todo y el peso específico que representa:
la extensión universitaria.
Si
difundir cultura es forma idónea para hacerse patente y darse a conocer a través del teatro, la
música, los museos; talleres y conferencias, al extender sus servicios a la
comunidad realiza funciones que confirman su esencia de faro que ilumina por
medio del saber y el conocer. Por ese medio garantiza su papel de copartícipe
en los afanes y demandas de la sociedad.
Al
respecto, hará un par de días, el rector de la UNAM, doctor Enrique Graue, presentó
el portal sobre la genética de la diabetes, por cierto de acceso gratuito para
investigadores y público en general, con información y datos que contribuirán al
estudio de la aterradora enfermedad.
La
diabetes, con palabra del rector Graue, es el “quinto jinete del Apocalipsis:
monta un caballo obeso, es ciego, está
amputado y tiene insuficiencia renal”.
El
siniestro jinete cabalgando encima del no menos infausto cuadrúpedo, es
causante de la muerte de uno de cada 14 decesos en personas de 45 y 65 años; En poco más de cincuenta años, se ha
incrementado su pavorosa actividad más de quince veces. Tan sólo en la última
década los índices señalan un aumento del 62 por ciento.
Las
cifras dadas a conocer por el Rector dejan de ser impresionantes. Aluden a la
severidad del mal y sus perniciosos efectos en la salud humana, así como en la
repercusión de los costos para contenerla: en 2008, la “catástrofe económica”
significó la merma de 42 mil millones de pesos. ¡El 13 por ciento del gasto
total en el rubro sanitario!
Pero
a la pérdida de vidas humanas, se adiciona la afectación en talentos y
capacidades, lo cual da a entender el valor de la participación de la máxima
casa de estudios, el mérito que acompaña al nuevo jefe nato de la UNAM y el
carácter de gratuidad con el cual desarrolla la institución su función de promotora
de bienestar social y la contribución para configurar una sociedad sana, cuyos
integrantes aspiran a la igualdad de oportunidades y a la equidad en el uso y
usufructo de los beneficios de la educación especializada.
El
ITSON, por su parte, a sus 60 años de existencia, hace lo propio en el rubro de
la extensión de beneficios a la sociedad de que forma parte en el Sur del
Estado de Sonora.
Invita
al público de la tercera edad a fin de que se inscriban en cursos de
alfabetización tecnológica, asimismo gratuitos y en horarios y días programados,
tomando en cuenta a los destinatarios.
El
lema es “No importa la edad”, lo cual equivale a un beneficio por lo general
desdeñado o considerado inútil por parte de los centros digitales que pululan
en urbes prósperas y poblados de elevado y mediano desarrollo comercial e
industrial.
Este
aprendizaje, por lo general vedado a mujeres y varones de la tercera edad, sin
duda revertirá en resultados positivos no sólo en manejo de internet, hacer envíos de correos, uso de
Power Point y para configurar el propio Facebook.
Hará
posible, como si lo anterior fuese poco, el cuidado de adolescentes, por
ejemplo, a fin de alertarlos en el uso adecuado de las “redes sociales”. ¡Una
feliz expectativa!