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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







martes, 2 de diciembre de 2014

EN SONORA: CIUDAD DE LA ETERNA JUVENTUD

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Cuernavaca, capital de Estado en el interior de la República, ostenta el título de “Ciudad de la Eterna Primavera”. Sin embargo, el epígrafe le vendría mejor, tomando en cuenta su particular jerarquía, a la risueña, alegre y festiva población de Cocoyoc, cuya edad se pierde en tiempos anteriores a la Conquista.
Ciudad Obregón en el Estado de Sonora, cabecera del municipio de Cajeme, a sus 87 años (recién celebrados) es una urbe en plenitud de edad, radiante y vigorosa con todo y pertenecer a la tercera edad. Bien podría llevar el calificativo de “Ciudad de la Eterna Juventud”.
Sus pobladores, particularmente aquellos que la vieron crecer y pasar de la adolescencia   a la juventud la recuerdan, con profunda nostalgia y noble orgullo, como  la comunidad  que  fue adquiriendo identidad definitiva por motivo de sus caracteres, muchos sin duda indelebles: la Laguna del Náinari, el Mercado Municipal con su inconfundible ícono, el reloj de cuerda en el frontispicio; en fin, la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús hoy La Catedral.    
Rogelio Díaz Brown, adelantándose al venidero aniversario, en 2015, vaticina que ese será el mejor año no sólo de la Ciudad sino del municipio del que es optimista y emprendedor Alcalde. Alude a proyectos culminados y nombra los que están en vías de realización: pavimentación de calles urbanas y del entorno rural, modernización del alambrado público, ingresos federales en el erario local con destino a seguridad, a reforzar programas educativos de orden incluyente; áreas deportivas, centros culturales y bibliotecas en beneficio de instituciones de educación media y superior.
Un futuro bonancible y próspero con pasos firmes es viable en la medida que, a la transparencia, se sume la visión política vinculada a la generosidad propia de los hombres de Estado para quienes el progreso y la continuidad del crecimiento van en carriles paralelos con el desarrollo económico y social.
Cabría incluir en el perfil de la “Ciudad de la Eterna Juventud”, el nacimiento de una institución que prepara, con el regocijo y el ímpetu anímico que se le conoce y reconoce, su aniversario número 60: el  Instituto Tecnológico de Sonora (ITSON), plantel edificado piedra sobre piedra con la pasión de sus primeros fundadores, la buena voluntad y el espíritu solidario de la población, así como por la tenacidad de sus refundadores y promotores de nuevos y más amplios horizontes.
El ITSON advino con otra denominación: Instituto Tecnológico del Noroeste, bautizado así por la sana ambición de querer llevar sus luces hacia vastos territorios limítrofes en los que prodigaría sus enseñanzas bajo el principio: “Vale más dar que recibir”.
Sus precarios inicios desde el punto de vista económico en el distante año de 1955 cuando la entonces progenitora, Ciudad Obregón, contaba con apenas veintitantos años 28 para ser precisos, no fueron al par con sus anhelos, ideales y aspiraciones.  Viven en la memoria histórica sus directivos, entonces, Julio Ibarra Urrea, director; Alberto Delgado Pastor, secretario general; Enrique Fox Romero secretario adjunto; así como maestros abnegados y diligentes: Bernabé Navarro (filósofo), Daniel Marín (médico), Luis Molina Enríquez  (abogado); sin olvidar a los esposos Aguado (arquitectos), y tantos más.

El Instituto se hizo de alas para volar: de ITNO pasó a ITSON como es ahora. Del esquema curricular con el que nació, sello de plantel al servicio inmediato a la comunidad, es decir, con asignaturas de aplicación práctica, transitó al formato que le dio el carácter de Universidad. Y en ese sentido, de institución en donde las funciones de docencia, investigación y extensión cultural se intersectan e interrelacionan para beneficio de su entorno y para la continuidad de sus misiones sustanciales.